En el último año el costo del dinero aumentó más que el promedio de precios de la economía. El efecto fue la contracción de la actividad productiva y comercial
El último Informe Monetario del Banco Central correspondiente a diciembre de 2018mostró con claridad los efectos de una política que desde octubre se tornó astringente, como estrategia para domar a un tipo de cambio que en el curso del tercer trimestre parecía no encontrar un techo.
El resultado fue una generalizada escalada de las tasas de interés, con niveles que en general superaron a la inflación de los 12 meses previos (es la que el mercado toma como referencia, porque la proyectada ha sido siempre incierta y se basa más en expresiones de buenos deseos que en fundamentos de la economía), y que ha llevado a una generalizada baja del crédito y de los depósitos para transacciones.
Con una tasa de inflación que se estima cerró en el rango de 48% respecto de un año antes, la cantidad de dinero en poder del público apenas subió 4,5%, en términos reales significó una contracción del 29,4% en su capacidad de compra.
Mientras que el agregado para transacciones, con la suma de los depósitos a la vista, aumentó 16% en valores nominales, pero se redujo casi 22% ajustado por la inflación.
Semejante astringencia de la oferta primaria de dinero que llevó a la consecuente caída de la demanda, por el torniquete que impuso el Banco Central para enfriar la economía como receta extrema para desalentar la compra de dólares, llevó a que la escalada de los diferentes tipos de interés, tanto para depósitos como préstamos, superara en general a la que registró el promedio de precios al consumidor, según el Indec.
Según los del Informe Monetario del BCRA, el promedio de tasas de interés en el sistema financiero excediera en diciembre de 2017 a la inflación de ese año sólo en 3 casos: el call interbancario; para adelantos de fondos en cuenta corriente, y para los créditos personales. Un año después, esa relación se duplicó: se agregaron la de las colocaciones a plazo fijo a menos de 44 días y para inversiones superiores a un millón de pesos; y la cobrada en el descuento de documentos.
Mientras que la que se mantuvo por debajo fue sólo para el caso de los créditos prendarios, como consecuencia del derrumbe del mercado automotriz y de los planes de ahorro.
Una de las consecuencias de ese fenómeno fue la dolarización de carteras, incluso dentro de sistema financiero, y recibió el premio de no estar alcanzada la diferencia de cambio por el Impuesto a la Renta Financiera, frente al castigo que recibió el ahorro a plazo en pesos en bancos porque las tasas reales fueron muy modestas.