El país empezó a restringir el acceso al crédito, ante el riesgo de que las carteras de préstamos incobrables resulten inmanejables. Temen que medidas frenen la economía
Es famosa la frase de Warren Buffett respecto de que “cuando baja la marea se ve quiénes estaban nadando desnudos”. El problema surge cuando una economía crece de manera explosiva como la de China y la “marea” se mantiene alta por un tiempo prolongado, lo que genera mayores desequilibrios financieros (las célebres burbujas especulativas) y correcciones de precios aún más pronunciadas. A medida que la marea se mantiene alta por más tiempo, son más los que se animan a tomar más riesgos, prescindir del traje de baño y confiar en que sabrán salir a tiempo del agua. Pero a veces la marea baja abruptamente y los que quedan expuestos terminan siendo miles (o millones, como podría ser el caso en China).
El contexto que está viviendo el sector financiero chino recuerda a muchos analistas la (ya no tan) reciente crisis subprime de EE.UU.: un sector que crece de manera desmesurada (como el inmobiliario); un nivel de crédito y de endeudamiento que también se descontrola (en el caso de China, la agencia Fitch calculó que los préstamos por fuera de los bancos representaban un 200% del PIB); un momento en el que comienzan a circular los rumores respecto de que las cosas no andan tan bien como parecen; los bancos que deciden dejar de prestarse unos a otros por temor a incrementar su cartera de incobrables; una primera quiebra bancaria y la estampida que termina de hacer estallar la burbuja de precios. Faltaría agregarle a este proceso la caída de una entidad financiera de las grandes (en EE.UU., este honor le correspondió a Lehman) y la crisis que se vuelve sistémica y global.
¿En qué estadio se encuentra China de este proceso? En los últimos días, las noticias que llegaban de la segunda potencia económica mundial provocaron un derrumbe generalizado de las bolsas mundiales, ya sensibilizadas por la posibilidad de que la Reserva Federal se decidiera a retirar los estímulos de política monetaria ultra expansiva que beneficiaron a la economía estadounidense en estos últimos años. Estas noticias provenientes de China daban cuenta de que el Banco Central chino había pedido a las entidades comerciales que realizaran una sintonía fina respecto del nivel de créditos que otorgaban, ante un contexto que se agravaba para el conjunto del sistema. El martes la entidad tomó medidas para garantizar a los mercados que proveerá efectivo a las instituciones financieras que lo requieran pero el rebote bursátil no disipó los temores.
“La liquidez mejoró en estos últimos días, pero sigue estando bajo tensión. Se rumorea que el Banco Popular de China le pidió a los grandes bancos que atesoren más liquidez. Las entidades son reticentes a entregar más billetes antes del fin del trimestre”, afirmó el analista Jiang Chao, en una entrevista a The Wall Street Journal.
Tras una disparada de las tasas de interés para préstamos interbancarios, los cuales alcanzaron casi el 14% a fines de la semana pasada (según el mismo diario, la tasa llegó a tocar el 28%), la intervención del Banco Central logró bajarlas hasta el 9% esta semana, gracias a una inyección de unos u$s 8.000 millones, de acuerdo con Bloomberg. Pero la preocupación es real entre los inversores chinos, temorosos de “quedar pegados” ante una posible quiebra bancaria. De hecho, el domingo pasado unos 18.000 cajeros automáticos del ICBC, el mayor banco del país (y del mundo) dejaron de funcionar durante dos horas, lo que hizo explotar los comentarios en las redes sociales y dio lugar a los rumores más extremos respecto de una inminente contracción del crédito (“credit crunch”). Finalmente, el banco publicó un comunicado indicando que se trataba de una actualización de sus sistemas informáticos, pero igual quedó la sensación de que cualquier cosa podría pasar en los próximos meses.
El gran problema del sector financiero chino no es tanto su sistema bancario formal (que de todas formas se encuentra muy endeudado), sino su sector informal. Se trata de la enorme cantidad de empresas y particulares que han decidido entrar a participar de esta gigantesca “bicicleta” que no tiene nada que envidiarle a las que cada tanto se ponen a andar en la Argentina. Este sector no regulado alcanza al 16% del total de depósitos (un monto global de u$s 2 billones, cuando cinco meses atrás era de sólo u$s 81.000 millones, es decir que en un semestre su volumen se multiplicó por ¡24 veces!).
Este segmento incluye empresas estatales que tienen un acceso privilegiado al crédito público y que, en lugar de invertir, les resulta más rentable prestar esos fondos a otras empresas o pymes. Además, estos prestamistas que cobran tasas usurarias son financiados en gran parte por colocaciones de particulares, atraídos por las mayores tasas que pagan (en comparación con los bancos públicos). Esto hizo que a fines del año pasado, el Banco Central declarara que este mercado paralelo generaba enormes riesgos para el país.
Hasta ahora, la noticia de la contracción crediticia no pasó de un rumor, desmentido por el sistema de medios oficiales. Pero igual resulta difícil para las autoridades evitar que fluyan los comentarios en internet, principalmente respecto del temor de que se repita un ‘momento Lehman‘ entre los bancos chinos. A pesar de ello, la marea está bajando y al gobierno no le va a quedar más remedio que enfrentar la situación y ver de qué manera sanear un sector bancario que hoy por hoy está nadando sin ropa. En momentos en que la economía crece al 7,8% anual (la tasa más baja de los últimos 13 años), contraer el crédito implicaría enfriar aún más la economía, una verdadera pesadilla para la reactivación de EE.UU. y Europa.