El inmobiliario del futuro fue el tema de nuestro movilizante encuentro en LCNI.
Vimos que el costo promedio de cualquier transacción inmobiliaria, incluyendo gastos, comisiones, honorarios, impuestos, escribano, etc., no baja del 10%. Qué se puede esperar al respecto con el advenimiento de la tecnología al sector?.
Es fácil responder: la posibilidad de hacerlo mucho mejor y mucho más barato. Lo esperable es que ese costo, en poco tiempo, se pulverice. Y no se incrementará significativamente el volumen de transacciones de modo que toda la industria deberá adaptarse a vivir con menos plata.
La aparición de la tecnología para ahorrar costos será el desencadenante, que probablemente venga acompañado por una concentración en menos players para que los reducidos ingresos agregados hagan sentido en organizaciones de mayor porte.
Ya ha pasado en otras industrias que sufrieron una fuerte transformación del formato de la intermediación, como es el caso de las agencias de turismo. No desaparece la intermediación, pero cambia sustancialmente. Por ahora, aún en los mercados desarrollados y también en nuestro medio, las regulaciones y las corporaciones generan barreras de protección que impiden la aparición de jugadores con capacidad de hacerlo mucho mejor y mucho más barato.
Está prohibido, incluso en EEUU, y quien lo haga pone en juego su propia matrícula. Pero el proteccionismo de esa naturaleza, en otras industrias como el transporte o la hotelería, no sirvió de mucho frente a Uber y a Airbnb.
Están los inmobiliarios preparándose para el tsunami que se viene?. O están entre distraídos y preocupados por el crecimiento de las franquicias internacionales, que lejos de ser algo novedoso, tienen 100 años de vida?. Están las escuelas que forman inmobiliarios trabajando de cara a cómo será la práctica profesional de esos jóvenes en los próximos años?.
La respuesta es no. Pero, tal como concluimos en el encuentro de ayer, quien no lo vea o no lo quiera ver, no sobrevivirá.