Sorpresivamente, el Banco Central decidió jugar fuerte este viernes y subir su tasa de política monetaria 300 puntos básicos a 30,25%, desde el 27,25% anterior, en un intento por frenar la «minicorrida» cambiaria en momentos en que el dólar se disparaba 36 centavos al récord de $ 21,20 en agencias y bancos de la city porteña.
Así lo confirmaron fuentes de la autoridad monetaria a ámbito.com. Se trata de una decisión sorpresiva considerando que el tipo de interés de referencia se anuncia los segundos y cuartos martes de cada mes al cierre del mercado, según el cronograma previsto.
De imprevisto, la autoridad monetaria instrumentó otra herramienta con la que cuenta para bajar el apetito de los inversores por el dólar, al margen de la venta de divisas con la que también actuaba.
El Consejo de Política Monetaria del Banco Central aseguró que la decisión respondió a la dinámica adquirida por el mercado cambiario.
«Tomó esta decisión con el objetivo de garantizar el proceso de desinflación y está listo para actuar nuevamente si resultara necesario», agregó en un comunicado de prensa.
Destacó que «seguirá utilizando todas las herramientas a su disposición y conducirá su política monetaria para alcanzar su meta intermedia de 15% en 2018».
En ese marco, además, el Banco Central convalidó en el mercado secundario una importante suba de hasta 3,5 puntos porcentuales de la tasa de las Lebac, cuyo plazo más corto (19 días) alcanzó el 31,50%.
La decisión de elevar la tasa de política monetaria fue bien interpretada por los inversores. Es que «refleja independencia en la definición de la política monetaria – algo que estaba en duda tras el el 28-D – y porque ayudó a desinflar de inmediato la fuerte disparada con que había arrancado también hoy el dólar mayorista», explicó a este medio el economista Gutsavo Ber.
Vendiendo reservas ya no parecía resultar suficiente para el mercado, dado aun con el fuerte drenaje de reservas que dejaban las intervenciones, se extendía la acelerada escalada del dólar.
Según el experto, el BCRA vuelve así a «priorizar su lucha contra la inflación, la cual a corto plazo implicará seguir intentando regular el ritmo del deslizamiento del dólar, a fin de que actúe como ancla cambiaria».