Si bien la última semana fue mala en los mercados, lo que va del mes de julio aparece un poco mejor de lo que veníamos viendo. Después de mucho tiempo el dólar bajó durante dos semanas consecutivas cayendo un 5,84% para totalizar en lo que va del año un aumento del 45%. Más allá de esto, la situación lejos está de estar controlada. Se logró con tasas de interés al 60%, que ponen un freno de mano a la actividad, con cambio de regulaciones a los bancos para limitarles su capacidad de compra de divisas y secando básicamente la plaza de pesos para evitar que vayan al dólar.
Seguimos creyendo que la situación es muy complicada. Mucho incidieron los errores propios del gobierno y la poca ayuda, o mejor dicho, el directamente poner palos en la rueda de la oposición. Pero no debemos olvidarnos que hubo un poco de mala suerte también. Repasemos: tuvimos una sequía muy fuerte que redujo la cosecha de soja en aproximadamente 20 millones de toneladas, repercutiendo muy duramente en el ingreso de dólares y la recaudación del fisco, dos elementos que hubieran ayudado mucho a atemperar la corrida cambiaria que vivimos. A su vez estamos viendo precios de la soja un 17% más bajos que los de inicio de año.
Un paréntesis acá. En este contexto preocupante para la gente del campo con caída del precio internacional y una brusca caída de los rindes y por ende de la cosecha toda, parece una irresponsabilidad total y casi una burla que algunos políticos estén planteando volver a imponer retenciones. Evidentemente es mucho más fácil sacarle al que produce que ajustar los gastos innecesarios, empezando por los gastos políticos.
Volviendo al contexto local, cuando se habla de recesión es bueno aclarar que incidencia tiene la sequía. En abril el PBI cayó por primera vez interanual en muchos meses un 0,9%. Ahora, si descomponemos por sector veremos que de los 15 sectores de la economía 12 crecieron y 3 cayeron. Uno de las que cayó fue el sector agropecuario que lo hizo 30% interanual producto de la sequía. O sea, si bien hubo caída del producto la misma se debe casi exclusivamente al impacto de la sequía en el sector agropecuario ya que 12 sectores de la economía están creciendo. Habrá que ver qué pasó en mayo y junio cuando ya impactó de lleno la crisis cambiaria.
Más importante que lo que pasó, es lo que puede pasar. Para el año que viene se espera un clima mucho más benigno y a diferencia de este año, se esperan cosechas muy buenas de trigo y de soja lo que aportarían a la vez dólares y recaudación. La inversión extranjera directa fue muy alta en el primer trimestre y alcanzó el ratio más alto sobre PBI desde 2004; el 22%. En el primer semestre se anunciaron inversiones por USD 12.000 millones, principalmente para inversión en petróleo y gas lo que está permitiendo achicar la importación de combustible y volver a exportar después de muchos años gas a Chile en el verano.
Estamos muy lejos de poder estar tranquilos pero las condiciones parecerían mejorar un poco el año que viene. Mientras antes se recomponga la confianza, antes podremos comenzar a salir. Más allá de la baja del dólar de estos días no creemos que baje mucho más. En la medida que lo haga, el gobierno tiene mucho margen para bajar la tasa de interés. El costo político de la devaluación ya lo pagó, no tiene sentido que lo deje apreciar ahora.
Creemos que un hecho fundamental para recuperar la confianza interna y externa, es la sanción del presupuesto con los recortes necesarios para achicar el déficit fiscal. Esto implicará mucha negociación entre el Gobierno Nacional y los Gobiernos provinciales. Una negociación madura con acuerdos duraderos y cumplibles nos hará el camino cuesta abajo. Peleas, chicanas y sacar rédito político nos lo va a hacer muy cuesta arriba. Lamentablemente estamos acostumbrados a lo último. Ojalá todos se pongan los pantalones largos y por una vez trabajen pensando en la gente en lugar de las próximas elecciones.
¡Buena semana para todos!
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