En una medida inédita del Banco Central, se prohíbe a un sector financiarse en el mercado interno y en la moneda local y lo obliga a hacerlo en el exterior
La presión sobre las cerealeras para que ingresen divisas a través del esquema de prefinanciación de exportaciones no es otra cosa que una nueva capitulación del Gobierno y en relación con tan mentado proceso de pesificación. En una medida inédita del Banco Central, se prohíbe a un sector financiarse en el mercado interno y en la moneda local, con lo cual prácticamente se lo obliga a tomar dólares del exterior.
Por supuesto que los bancos tienen que limitar el monto de créditos que otorgan por empresa, lo cual está dispuesto en las normas de fraccionamiento crediticio. La lógica es atomizar todo lo posible el crédito para que ninguna entidad quede atada a la suerte de unos pocos deudores. Y al mismo tiempo hay restricciones sobre el monto del crédito que se puede otorgar a cada tomador de acuerdo a la información que surge de los balances y el flujo de fondos que genera la compañía.
Pero en este caso, la nueva disposición del Banco Central salta por encima de estas normativas y establece nuevos parámetros para financiarse en el mercado local. De esta forma, las empresas exportadoras que vendan más del 75% de su producción en el exterior y tengan tomadas líneas por más de $200 millones de los bancos locales ya no podrán financiarse en el mercado interno, por lo que sólo les queda la alternativa de buscar fondos en el exterior. Una norma sin destinatario específico, pero que claramente tiene nombre y apellido.
Pero lo verdaderamente extraño es que se castiga a empresas argentinas por financiarse en el mercado local y en pesos, algo que en el último año y medio viene siendo más que fogoneado por el propio BCRA, afirma Ámbito.
De hecho, ya se está en plena etapa de colocación del tercer tramo de la línea de financiamiento productivo, a una tasa del 15% anual en pesos. Se trata de un rendimiento fuertemente negativo en términos reales (10 puntos por debajo de la inflación). Pero además se ubica bien por debajo de las tasas de interés que hoy los bancos pagan por captar plazos fijos, cerca del 18%.
La necesidad de parar o al menos suavizar la caída de reservas archivó el discurso pesificador que con tanto énfasis trató de imponer el Gobierno después de la instauración del cepo cambiario, hace ya dos años.
La primera muestra concreta fue el blanqueo de capitales lanzado en mayo y la creación de dos instrumentos en dólares, el Cedin y el Baade. Se trató del primer intento oficial por empezar a seducir dólares para compensar la salida continua que sufre el BCRA, por distintas vías, comenzando por el déficit energético, pero también por el de autopartes, fabricantes de electrodomésticos en Tierra del Fuego y especialmente en estos últimos meses la demanda turística.
Claro que si se observa más en detalle, lo que realmente "explotó en esta etapa fue la compra con tarjeta a través de sitios on line que funcionan en el exterior. En este caso no se trata de viajes fuera del país, sino de compras que pueden efectuarse al dólar tarjeta, que se ubica en $7,15, lejos todavía de los $9,83 al que cotiza el tipo de cambio en las cuevas.
Claro que el blanqueo, que se prorrogó por otros tres meses, es voluntario. Nadie está obligado a ingresar, más allá de que ofrece una serie de ventajas para aquellos que decidan entrar divisas no declaradas.
El flojo resultado obtenido hasta ahora llevó al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a plantearle a distintos sectores la necesidad de entrar divisas a través de la suscripción del BAADE, una suerte de nuevo "bono patriótico". Pero hasta ahora ninguno de los sectores apalabrados por el funcionario puso un solo centavo.
Ni siquiera Bridas, la primera empresa que se apuró a anunciar la compra de u$s 500 millones "como mínimo" hace ya más de un mes. En ese marco, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, y la titular del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, les pidieron a bancos y cerealeras que pusieran en marcha nuevamente las línea de prefinanciación de exportaciones con el objetivo de ingresar divisas al país y fortalecer las reservas del Central.
"Como no habían cumplido con el compromiso que habían tomado, tuvimos que sacar la nueva normativa para bloquear el acceso al financiamiento en pesos", señalaban en el BCRA. Pero si bien la disposición es específica para las cerealeras, nadie está en condiciones de descartar que en los próximos meses le toque a otras compañías exportadoras, concluye Ambito.