Desde que tocaron su techo, los papeles locales iniciaron un proceso correctivo violento que se extiende hasta hoy. Sufrieron caídas de hasta 30%
Esta semana se cumple un año desde que los bonos argentinos alcanzaron su techo e iniciaron el proceso correctivo violento dentro del cual estamos inmersos hoy. El humor del mercado cambió rápidamente debido a factores internacionales como la suba del dólar, la suba de tasas, sumado a la incertidumbre política en Brasil, tensiones comerciales y el riesgo Trump.
Aunque también, y casi mayormente, las causas de dicho ajuste se deben a desequilibrios económicos y factores políticos propios. Algunos autogenerados y otros heredados. El optimismo que se generó en los mercados a partir de la contundente victoria electoral de medio término de Cambiemos que arrasó en todo el país derivó en un escenario de pánico y falta de confianza en la renta fija argentina.
El balance que nos deja este año en la renta fija local en dólares es fuertemente negativo, con caídas superiores al 30% en el precio de los bonos y una suba importante tanto las tasas de dichos instrumentos así como en el riesgo país y en los seguros contra default.
Para ponerlo en números, el bono centenario alcanzo su techo en octubre de 2017 y desde allí inicio un ciclo bajista, perdiendo un 31,8% hasta los mínimos alcanzados y ubicándose actualmente un 28% debajo de los máximos. Además, opera un 18% debajo de los niveles que fue emitido. Respecto a su tasa interna de retorno (su rendimiento, la tasa que paga), el centenario supo alcanzar niveles debajo de 7% y, debido al ajuste, el mismo escaló hasta niveles por encima del 10%, subiendo 320 puntos básicos su yield. Dado que actualmente rinde 9,5%, la tasa se ubica 265 puntos básicos por encima de los mínimos alcanzados en octubre pasado. Algo similar ocurrió con el bono a 2026 que cae un 25% desde los máximos de octubre pasado y un 21% respecto de los niveles en los que fue emitido.
Los seguros contra default a 5 años reflejaron la debilidad de la renta fija local. Los credit default swaps (CDS) a 5 años operaban en 220 puntos en octubre pasado y pasaron a operar en 635 puntos, habiendo alcanzado un máximos semanas atrás de 850 puntos, es decir, un 278% por encima de los mínimos de octubre pasado.
Con lo cual, haciendo un balance del último año en la curva soberana argentina se ve que en el tramo corto de la misma (de 6 meses a 3 años) es donde mayores desplazamientos alcistas de las tasas se evidencian. Allí se registró un desplazamiento de entre 437 puntos hasta 550 puntos. Por su parte, en el tramo medio, de 5 a 10 años hemos registrado un desplazamiento de 525 puntos a 415 puntos básicos y en el tramo más largo, el desplazamiento alcista alcanzó niveles de 300 puntos básicos, en línea con lo ocurrido al bono centenario.
Quizá lo que más impacta no sea solo la profundidad del ajuste actual, sino también del fuerte contraste que se da respecto de la evolución de los bonos en 2017. La renta fija argentina fue una gran inversión, con ganancias superiores al 25% y con un tipo de cambio estable, mientras que las acciones subieron más de un 100% en dólares en 2017.
Lo que se postergó en su momento fue el ajuste fiscal que derivó en que se resalten las debilidades macroeconómicas a la vez que los riesgos políticos se vieron reflejados en este último año. Todo ello terminó empujando a la economía local a un escenario de corrida cambiaria y de crisis de confianza que llevó a que el dólar suba más de un 120% desde octubre pasado.
La clave hacia adelante se basa en determinar si el ajuste ya fue suficiente como para empezar a considerar que desde aquí puede iniciarse una reversión o si por el contrario, resta aun ver un ajuste mayor de los activos locales.
El Gobierno hizo distintos cambios para restablecer la confianza y frenar el rally del dólar y la baja de los bonos. Sin embargo, aún se muestran síntomas de debilidad y todavía resulta prematuro cantar victoria.