Después de varios años de atraso cambiario, un nuevo ministro de Economía decide otorgar seguros de cambio a los exportadores, que restringen su oferta de dólares por temor a una devaluación acelerada del peso.
Esto ocurrió en junio de 1981. El ministro se llamaba Lorenzo Sigaut y sucedió a José Alfredo Martínez de Hoz y su “tablita cambiaria” de minidevaluaciones semanales del peso. A pesar de sus esfuerzos y la promesa de que “el que apuesta al dólar pierde”, Sigaut dispuso una devaluación del peso del 30%. Los seguros de cambio fueron perfeccionados en 1982 por el entonces presidente del Banco Central, un joven Domingo Cavallo. Desde entonces figuran en el arsenal de medidas para aplicar en caso de dificultades en la balanza de pagos.
Fast forward a diciembre de 2013. El presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, acuerda con un grupo de exportadores de granos la venta de una letra en pesos ajustada por el tipo de cambio oficial como contrapartida del ingreso de dólares para prefinanciar la cosecha de 2014.
El plazo de la operación es de 180 días, pero para dotarlas de mayor liquidez, las letras podrán ser vendidas a partir de los 90 días y también ser transferidas a otros operadores de la cadena de comercialización de granos. Como incentivo adicional, pagarán una tasa de interés del 3,65%. En total, se proyecta que los nuevos instrumentos reportarán una ganancia equivalente al 35% anual (pág. 16) El BCRA aspira a recaudar inicialmente con este seguro de cambio no menos de 1.500 millones de dólares. Esta suma pasaría a engrosar las debilitadas reservas internacionales, que hasta ahora amenazaban con perforar el piso psicológico de US$30.000 millones después de haber perdido unos US$12.000 millones en lo que va del año (pág. 2).
Las últimas dos semanas del año prometen ser más tranquilas para las reservas que las precedentes. Esto ocurre porque en esta época del año se registra un fenómeno estacional: aumentan las necesidades de pesos de las empresas para pagar aguinaldos. Pero a partir de la segunda quincena de enero, también se produce un reflujo de pesos hacia la economía Mientras el BCRA trabajaba para aumentar la oferta de dólares, el Ministerio de Industria hacía lo propio para restringir la demanda. La ministra Débora Giorgi propuso a fabricantes de autos y electrónicos, que registran una balanza comercial fuertemente deficitaria, reducir las importaciones un 20% durante el año próximo. La industria automotriz, que este año batió récords de ventas y producción y que aspiraba a alcanzar un mercado de un millón de vehículos, tendrá que bajar más de un cambio en 2014. El impacto se sentirá en la producción industrial y contribuirá a un enfriamiento de la economía.
Orlando Ferreres y Guillermo Nielsen coinciden en que el PBI registrará un aumento de apenas 1 o 2% en 2014 y que la inflación subirá otro escalón a causa del recrudecimiento de la puja distributiva tras las protestas de las policías provinciales (págs. 6-7).
La CEPAL, en un informe sobre las perspectivas de la economía latinoamericana que difundió la semana pasada, es un poco más generosa. La economía argentina crecerá 2,6% en 2014, dijo el informe. Es la tasa más baja de la región, que solo será igualada por Brasil.
Una economía que se enfría requiere menos divisas para funcionar y deja mayores saldos exportables. La paz cambiaria, si es que sobreviene, se habrá logrado a un alto costo en términos de nivel de actividad y aumento de la deuda pública.
Fuente: http://www.ieco.clarin.com/economia/regreso-seguros-cambio_0_1048095519.html