Es la última carta para evitar una nueva crisis cambiaria. Mauricio Macri depende de eso para recuperar terreno en las encuestas
Por tercera vez en nueve meses el acuerdo con el FMI sufre sustanciales modificaciones. La primera versión «light» fue modificada por un esquema férreo del manejo monetario, con zonas de no intervención cambiaria y cero emisión de pesos. Pero ahora se vuelve a un esquema más flexible que borra de un plumazo todo lo anterior.
La zona de no intervención deja de existir, ya que se autorizó al titular del Central, Guido Sandleris, a vender dólares incluso antes de que llegara al techo de la banda, que hace sólo dos semanas se había fijado en $51,45 hasta fin de año. Pero la dinámica de la crisis y el desborde del dólar obligaron a buscar otra opción.
Así, el «dogma» del Fondo quedó una vez más en el tacho de basura atendiendo a la particular idiosincrasia argentina. Ahora la flotación del tipo de cambio, que sirve en teoría para absorber los shocks externos o internos, deja paso a un esquema que se acerca al de un tipo de cambio fijo. La contracara sería la venta de reservas, aún cuando se estén vendiendo bien por debajo de un precio de equilibrio.
Un viejo concepto que se estudia en las clases de economía reza lo siguiente: no se pueden controlar el precio y la cantidad al mismo tiempo. El Fondo había optado por controlar la cantidad (reservas) y liberar el precio. Ahora el libreto cambió: se controlará el precio (dólar) pero ya no tanto las cantidades.
Luego de haber fracasado el intento de «blindar al dólar» con la venta de divisas del FMI a cargo del Tesoro (a razón de USD 60 millones diarios) se optó por una salida que intenta ser más contundente: devolverle «poder de fuego» al Central para que salga a intervenir. Sin montos preestablecidos ni cotización específica. Justamente por hacer eso los técnicos del FMI pidieron la cabeza de Luis Caputo, ex titular del BCRA.
Según el economista Gabriel Rubinstein el Central tendría una elevada capacidad de acción para contener el tipo de cambio, ahora que ya no hay más limitaciones por parte del FMI: «Descontando las divisas del Tesoro y los encajes por depósitos en dólares, el BCRA tendría más de USD 45.000 millones de libre disponibilidad para utilizar, es una cifra enorme».
Por supuesto que la apuesta de mostrar que están todas las reservas disponibles para intervenir persigue el objetivo contrario: no utilizarlas, convenciendo al mercado que habrá espalda suficiente para contener cualquier suba exagerada.
La enorme incertidumbre electoral y el crecimiento de Cristina Kirchner en las encuestas, que la dan como favorita para la primera vuelta y con importantes chances de imponerse también en un ballotage, provocaron la semana pasada una estampida de acciones y bonos argentinos. El dólar no se quedó atrás y subió 9 por ciento. Y si no había anuncios hoy temprano era cuestión de horas o de días para llegar al techo de la banda.
Pero ahora se le permitirá al BCRA vender reservas para contener al dólar, sumándose a la venta de divisas del Tesoro con recursos del FMI. La pregunta es si este golpe de timón generará o no la calma, es decir si el Gobierno recuperará la confianza de los inversores.
La respuesta no será inmediata. Habrá que buscarla en las encuestas y hasta qué punto un dólar más calmo ayudará a Mauricio Macri a recuperar posiciones en la previa electoral. Si no lo consigue, el nivel de reservas que podría perder el Central para evitar una nueva devaluación podría ser enorme. Y el próximo gobierno podría encontrarse otra vez con un escenario complejo, partiendo de un Banco Central con escaso nivel de dólares tal como lo encontró Mauricio Macri en diciembre de 2015.
A su vez la alternativa de salir a vender reservas casi ilimitadamente también presenta reparos, no sólo de la oposición sino también de la comunidad académica. «En el corto plazo, la flexibilidad cambiaria puede exacerbar la volatilidad del tipo de cambio y de la inflación. Pero la alternativa de tratar de moderar las fluctuaciones del tipo de cambio puede generar una pérdida de reservas», explicó Leo Leiderman, profesor de la Universidad de Tel Aviv y ex vicepresidente del Banco Central de ese país.
«Reducir la volatilidad del tipo de cambio mientras las tasas de interés locales quedan bien altas -advierte Leiderman- puede aumentar el carry trade. Por eso, es importante dejar cierto grado de flexibilidad cambiaria y de riesgo cambiario para evitar este tipo de maniobras que pueden generar más inestabilidad financiera».