El Gobierno negocia desde hace meses la deuda cercana a u$s 10.000 millones. El principal obstáculo es que el país debe hacer un pago en efectivo de u$s 2.000 millones
En una de las tantos encuentros con empresarios que mantuvo ayer, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, le adelantó a los representantes de la Cámara Argentina de Comercio que el lunes habrá una reunión en Francia con los representantes de países miembros del Club de París.
Según supo El Cronista de fuentes oficiales, no se trata de una reunión de las tantas que mantuvo en el último tiempo el equipo negociador. Hasta anoche, la posibilidad de que Capitanich y el ministro de Economía, Axel Kicillof, viajen a la capital francesa era certera.
La participación de los dos máximos referentes de la economía doméstica ?y la ambición política de tener una foto que muestre, al menos, un principio de acuerdo? era mantenida en secreto anoche por fuentes oficiales de alto nivel. Sin embargo, trascendió que Capitanich tenía pensado viajar a París el domingo y que Kicillof también puede sumarse a la negociación, que lleva adelante desde hace meses el ex ministro de Economía y actual jefe de la Unidad de Negociación de Deuda Hernán Lorenzino. Éste será de la partida en el encuentro.
La Argentina mantiene una deuda con los países miembros del Club de París desde el default de 2001. Son u$s 6.700 millones más intereses y punitorios, que estiran la cifra a unos u$s 10.000 millones.
En su último arrebato como ministro, Lorenzino presentó a la presidenta Cristina Fernández un plan para solucionar definitivamente ese problema. Hacerlo acercaría a las empresas con casas matrices en los países acreedores (Alemania, el Reino Unido, Japón y Estados Unidos, entre otros) a un financiamiento internacional más blando y traería dólares.
Al llegar al Gobierno, Capitanich se puso como el primer objetivo a cumplir alcanzar un principio de acuerdo con el Club de París, afirmaron en su entorno. El chaqueño ambicionaba con hacer un anuncio en diciembre, pero los conflictos con policías y los saqueos se impusieron en la agenda del jefe de Gabinete.
La agenda de Kicillof se sincronizó con la del jefe de Gabinete. A fines de diciembre, el ministro de Economía anunció un principio de acuerdo con Repsol por la indemnización por YPF, que todavía debe cerrarse. Las negociaciones las encabezó el CEO de la firma, Miguel Galuccio, pero Kicillof salió a capitalizar las gestiones y a mostrarse como quien debía dar la aprobación final. Lo mismo ocurre con el Club de París. Kicillof ya dejó en claro que él deberá dar el visto bueno a lo que proponga Lorenzino. El ex ministro y actual embajador ante la Unión Europea se entrevistó con su sucesor la semana pasada. La reunión fue en buenos términos, contaron en su entorno.
Desde siempre, el principal escollo a las negociaciones fue la exigencia de los países miembros del Club de París de cobrar un 25% de la deuda en efectivo. El Gobierno debería así pagar al contado entre u$s 1.800 millones y u$s 2.000 millones, según fuentes oficiales. La intención oficial es refinanciar el resto con una quita similar a la que negociaron con quienes tenían sentencias impagas ante el Ciadi, del 25%.
Las discusiones también se centraron en el rol del FMI. El Club de París exigía que el país revisara sus cuentas como lo dispone el artículo IV del estatuto del organismo multilateral, algo que el Gobierno evita desde que saldó la deuda con el Fondo en efectivo, en 2006. Economía cree que puede evitar ese paso, que sería leído como un retroceso de índole político.
El Gobierno parece prepararse para volver a los mercados. La ANSeS usa el Bonar 18, de reciente salida a la Bolsa, no sólo para bajar el dólar MEP, sino también para generar un mercado de ese título en el exterior (vía contado con liquidación) que permita armar una curva de tasas. Con un perfil de vencimientos y rendimientos más definido, el Ejecutivo puede negociar una emisión de bonos con Repsol y con el Club de París, indicaron fuentes oficiales.