El peso cae 1,34% en lo que va de mayo frente al dólar, mientras que otras divisas como el peso colombiano y el real brasileño pierden 3,71% y 3%, respectivamente. Sufren por el conflicto comercial entre China y Estados Unidos. Mientras tanto, las medidas del Gobierno y el FMI para mantener la calma cambiaria se sostienen
El peso argentino se divorció de la suerte de sus pares de la región en lo que va de mayo. Detrás de la mayor solidez de la moneda local respecto del real brasileño, el peso chileno o el peso colombiano no hay grandes secretos: la decisión del Gobierno y el FMI de hacer todo lo posible por reducir la volatilidad cambiaria. Según analistas, sin embargo, la apreciación de relativa del peso todavía no preocupa por el colchón acumulado en el año.
El dólar volvió a subir ayer en una rueda poco significativa por el feriado en los Estados Unidos que deprimió los montos operados al dejar fuera de juego a las cuentas que operan desde ese país (ver página 2 de Finanzas y Mercados). El minorista ganó unos tres centavos para cerrar a $ 46,09 para la venta según el promedio minorista que elabora a diario el Banco Central (BCRA).
Pero la jornada de descanso de Wall Street, el principal mercado de diferencia, no evitó que monedas de la región que están siendo castigadas en las últimas semanas continuaran con sus sangrías. El peso chileno se depreció 0,58% ayer frente al dólar estadounidense, el real brasileño 0,48% y el sol peruano 0,23%.
Las monedas de la región están bajo presión en lo que va de mayo. Se ven golpeadas, de la mano de la mayoría de las monedas de mercados emergentes, por los coletazos del diferendo comercial entre China y los Estados Unidos.
La perspectiva de un mundo más cerrado, con trabas para el comercio, afecta los precios de las principales exportaciones de los países latinoamericanos. Además, el vuelo a la calidad (fly to quality) de inversores de todo el mundo que huyen de activos de riesgo ante los temores de que la pulseada comercial se intensifique hace que el dinero abandone acciones y bonos de países emergentes, pase por los mercados cambiarios de esas plazas en forma de demanda por dólares y esos capitales salgan en busca de refugio. De ahí la caída en las tasas de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos.
«Más aún, la perspectiva de un Estados Unidos cada vez más cerrado a nivel comercial -una cuenta corriente más pequeña tiende a apreciar al dólar o, lo que es lo mismo, a hacer caer las monedas emergentes y sus exportaciones principales, todo lo que está medido en dólares», resumió Juan Manuel Pazos, de TPCG.
Aunque el dólar siga su marcha ascendente, el peso argentino se deprecia 1,34% en lo que va del mes, la historia cambiaria en lo que va de mayo es la de una apreciación relativa del peso frente a las monedas de sus pares de la región.
El peso colombiano acumula una baja del 3,71% en lo que va del mes, el chileno del 3,14%, el real se cae un 3% en el mismo período y sólo el sol peruano junto al peso mexicano acompañan a la moneda argentina, un escalón más abajo en materia de movimientos (el sol pierde 1,37% y el peso mexicano 0,60%).
Y esa diferencia entre el peso argentino y sus pares ni siquiera tiene en cuenta la inflación muy superior de la Argentina. Según cálculos de Quantum, la apreciación real -es decir, la que calcula el efecto de la inflación- del peso es del 2,1% desde el 29 de abril pasado y del 14% respecto de octubre último, cuando arrancó el actual esquema monetario.
«La estrategia de limitar la volatilidad del el tipo de cambio para alinear expectativas de inflación, necesaria en el contexto económico y político actual, tiene ciertos beneficios de corto plazo en particular si contribuye a frenar la inercia inflacionaria, pero implica ciertos riesgos si se extiende en el tiempo», comentó un informe de Quantum, «Es posible que, dependiendo de las encuestas sobre los resultados electorales y de las PASO y de los condicionantes externos, la estrategia del BCRA esté sometida a stress por cambios de portafolio de los agentes económicos y menores liquidaciones de divisas por exportadores», agregó.
La apreciación relativa del peso respecto de las monedas de la región es una novedad bienvenida en comparación con la volatilidad que se vivió en el mercado cambiario desde mediados de febrero. Todavía nadie grita «atraso cambiario». Pero si se monitorea de cerca lo que pasa.
El peso cae 15,96% frente al dólar en el año. El que lo sigue más de cerca, el real brasileño, pierde 4,15% en el mismo plazo.
«El peso estaba cotizando en niveles de overshooting (una sobre reacción) en octubre, lo que le da margen para atrasarse», dijo Martín Vauthier de EcoGo. «El tema es que el nuestro es un mercado cambiario muy influido por el riesgo político, que ahora parece más moderado que semanas atrás, hasta ahora el peso parece aguantar bien pero mayores presiones a las monedas de la región podrían afectar», agregó.
«Es lógico que el peso se aprecie, tenemos 7 de inflación acumulada en dos meses con el dólar casi quieto», dijo Pazos. «Con todo, si tuviera que mirar un riesgo para el tipo de cambio, miraría lo que pasa con el déficit cuasifiscal del BCRA que no logra dejar de pagar cada vez más de intereses», concluyó.