Estos instrumentos que funcionan como seguros ante un posible default volvieron a ganar protagonismo en los últimos dos meses, en sintonía con la tensión del mercado.
Desde hace dos meses que los Credit Default Swaps (CDS, por sus siglas en inglés) volvieron a la escena. Y si bien el resurgimiento tuvo que ver con un periodo más volátil de los mercados, lo cierto es que pese a que por ahora persiste la estabilidad, estos instrumentos siguen en niveles altos.
En lo que va de 2019, el precio del CDS a cinco años (el que se toma como referencia), sube casi 45%, tras haber trepado hasta 57% a fines de abril. Ayer valía arriba de 1.140 unidades, pero está muy lejos de los valores históricos de los últimos años de 5.546 puntos, en abril de 2015, cuando el país discutía con los holdouts por la deuda impaga de 2001.
Pero, ¿qué es un CDS? Antes que nada, un Credit Default Swap es un indicador de riesgo, una referencia sobre la posibilidad de default al igual que lo es el riesgo país elaborado por JP Morgan o una tasa de retorno cuando se elevan demasiado. También se trata de un refugio, una herramienta a la que recurre un inversor cuando quiere protegerse de un posible default. En definitiva: un seguro.
«Un Credit Default Swap es un seguro que se toma al igual que si se contratara un seguro para protegerse ante un siniestro. Básicamente cuando comprás una inversión de riesgo te asegurás que si no paga el deudor ese CDS responderá como lo haría una póliza», comentó Gabriel Holand, director de HR Global.
Asimismo, el experto indicó que el valor de CDS varía según el precio del bono adquirido: «Aumenta su precio en el mercado en cuanto sube el riesgo de impago de ese deudor». Como ejemplo, Holand citó: «Si compramos un bono Discount, suponiendo que rinde 17%, y pedimos un CDS para cubrirnos, que cobra el 10%, me queda un 7% en dólares, en el peor de los casos, si se incumple el pago. Un 7% en dólares anual es negocio».
De todas formas, es preciso aclarar que no se trata de un producto disponible para el público minorista, sino para un inversor institucional. Además, tal como subrayó José Bano, gerente de asesores financieros de InvertirOnline, «los CDS no se venden, son contratos de swap que se arman con una empresa; es una operación OTC, over the counter, que se negocia con una contraparte; con ellos se pactan los términos y se firma el acuerdo». Por eso es que normalmente son los grandes bancos de inversión los que los toman y la operación es por millones de dólares.
En cuanto a la tendencia de los últimos meses, el valor del CDS a cinco años permaneció por debajo del cierre de 2018 durante el primer trimestre de este año. Sin embargo, en línea con la incertidumbre sobre una posibilidad real de que Mauricio Macri alcance un segundo mandato sumado al sorpresivo 4,7% de inflación en marzo, el nerviosismo se apoderó del mercado: se disparó el dólar y se desplomaron bonos, lo que produjo también una suba de los CDS. Asi, este instrumento creció a un máximo de 1249 puntos el 25 de abril, un máximo en tres años, y marcó otro pico el 17 de mayo, en 1246 unidades.
«Lo que estamos viendo es que desde afuera están comprando los bonos de paridades más bajas, que en este contexto de curva invertida son los de tramo largo. Compran la paridad baja para complementar con el CDS», dijeron en o the record desde una mesa de dinero porteña.
Al igual que el precio de los bonos, o de cualquier activo, el valor de un Credit Default Swap tiene tanto un componente técnico como uno especulativo. Lucas Mieres, director de Neix, detalló que «si bien como seguro tiene un valor concreto y refleja una prima de riesgo, también contempla una expectativa del mercado».