El Central fijó un nuevo tipo de cambio de referencia. Habrá mayor volatilidad, pero el Ejecutivo dice que se moverá en esta banda. Incertidumbre en compañías y gremios
El tipo de cambio oficial llegó ayer a $ 8,50 y cerró por debajo de los 8 pesos, en $ 7,75, tras la intervención del Banco Central (BCRA). La devaluación llegó así al 11,16% en dos días y representó un nuevo escenario para los actores económicos, que revisan precios, presupuestos y reclamos salariales. El Gobierno seguirá con la flotación administrada, pero en una nueva banda de precios, cercana a los valores que convalidó ayer.
Al igual que sucedió el miércoles, el Central comenzó la jornada sin intervenir en el mercado de cambios y dejó que el dólar se encareciera. Según fuentes oficiales, la divisa se comerciaba a valores similares a los de la víspera ($ 7,20) hasta que una operación del banco HSBC subió el precio a $ 8,40. “Después aparecieron el Banco Francés y el Citi”, consignó la fuente oficial. El Gobierno responsabilizó a la filiar argentina de Shell y a su presidente, Juan José Aranguren, de marcar ese precio con una operación de u$s 3,5 millones.
En diálogo con El Cronista, el ejecutivo rechazó la maniobra conspirativa y dijo que la empresa compró divisas para importar y girar dividendos previamente autorizados por la entidad monetaria al precio que le fijó el banco británico (ver página 6). Luego de esa disparada, la entidad que conduce Juan Carlos Fábrega salió a vender u$s 100 millones para devolver al dólar oficial debajo de los $ 8.
Más allá de ese altercado, la devaluación de ayer estuvo monitoreada y controlada por el Banco Central, reconocieron cerca de Fábrega. El Gobierno quiso demostrar que mantuvo a la divisa bajo control. “El Banco Central se siente cómodo con un tipo de cambio e interviene en función de eso”, convalidó otra fuente oficial. “Ayer (por el miércoles) hubo oferta de divisas a $ 7,20; el Central no operó y el dólar no se fue al blue. Que el BCRA tenga volatilidad permite desacreditar movidas como la de Shell”, prosiguió. El propio Aranguren dio cuenta de esa comodidad de la entidad monetaria. Parte de la compra de divisas se usó para “remitir a los accionistas u$s 1 millón, algo que había sido acordado con el BCRA”, dijo (ver página 6).
En lo que va de enero, la divisa subió 18,8% contra el peso. Ayer se encareció 8,54%. La devaluación de los últimos 12 meses fue del 56%. Sin embargo, la pérdida de reservas no se detuvo. Ayer cayeron u$s 180 millones entre ventas y pagos de obligaciones. En enero, la caída es de u$s 1.336 millones (ver F&M).
La mayor devaluación mejora las perspectivas de las economías regionales, indicaron fuentes oficiales. “Hoy, con este nivel de tipo de cambio, no hay ninguna que pueda decir que no son rentables, independientemente de que tengan o no demanda en el exterior”, indicó una fuente oficial. Del otro lado, encarece la importación de energía y de insumos para las industrias.
Dos economistas heterodoxos (un ex funcionario y otro de buen diálogo con el equipo económico de Axel Kicillof) coincidieron en que el Gobierno tenía dos alternativas para frenar la salida de divisas: avanzar hacia un desdoblamiento formal del tipo de cambio o acelerar la devaluación para fomentar el ingreso de inversiones y la liquidación de exportaciones y, a la vez, tomar deuda en el exterior. Así, indicaron, podría abrirse el cepo cambiario y desterrar el reinado del dólar blue.
Hasta el momento, el Central devaluó y subió la tasa de interés (cuatro puntos porcentuales en la última semana), pero no contuvo el drenaje. “Hace semanas estábamos 12 puntos debajo de la inflación y ahora estamos cuatro o cinco puntos abajo”, dijeron en la entidad monetaria, en clara referencia a los índices de precios alternativos. Ayer, el ministro Kicillof y Fábrega estuvieron reunidos en el Central. También hubo una reunión en Economía. Los funcionarios “hablan todo el tiempo y se reúnen dos o tres veces al día”, relativizaron fuentes oficiales. Ellos dos y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, convalidaron esta devaluación.
De todos modos, los agentes económicos descreen que el Gobierno tenga todo bajo control. Grandes empresas automotrices y siderúrgicas, entre otras, dejaron de facturar a la espera de que se acomode el tipo de cambio y como antesala a una remarcación de precios. Un laboratorio ya cambió su lista de precios cuatro veces en el año. Las automotrices encendieron la alerta porque el 60% de sus insumos son importados (ver página 4). Y representantes del agro dicen que seguirán sin liquidar granos a la espera de una mayor devaluación (ver aparte).
Los sindicatos temen que este escenario haga caer el acuerdo de precios y anticipan que tendrá efectos sobre la paritaria y la conflictividad (página 5).
También las provincias están en problemas. Las deudas en dólares y las emisiones dollar-linked, que florecieron en 2012 y están atadas a la devaluación, serán más caras. En 2014 deben saldar u$s 1.720 millones de deuda. Sólo en enero, esos compromisos se encarecieron unos $ 3.000 millones.