En forma paralela al ampliado acuerdo de precios , el Gobierno negocia con empresarios industriales y gremialistas del mismo rubro un acuerdo tácito rumbo a las paritarias. El trato contempla aumentos salariales que no superen el 25 por ciento y el compromiso empresarial de garantizar que no habrá suspensiones ni despidos durante 2014.
Participan hasta ahora de la jugada el jefe de la CGT oficialista, Antonio Caló, con su gremio, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), y los sindicatos de la construcción (Uocra) y el de los mecánicos de Smata. Son tres gremios clave para el sostenimiento de los niveles de empleo. Y podrían sumarse en el corto plazo otros sectores, como el de los textiles. Algo se debatirá mañana en una reunión que la cúpula cegetista convocó en el sindicato de los peones de taxis.
"Es sensato un aumento alrededor del 25%", dijo ayer Gerardo Martínez, líder de la Uocra, en declaraciones a Radio La Red. Detrás de su mensaje se refleja la postura de un sector de la CGT que no está de acuerdo con los pagos a cuenta y postergar las paritarias, una salida que ya fue adoptada por tres de los cuatro gremios que convinieron subas salariales en lo que va del año. "Eso generaría mucha más incertidumbre de la que hay", agregó el jefe de los albañiles.
Martínez pretende cerrar una suba del 25% como parte de "un acuerdo parcial" a la espera de lo que pueda ocurrir con la inflación. Como él, piensan Caló y Ricardo Pignanelli, jefe del Smata. Además, creen que escenificando un acuerdo moderado ayudarán a contener el alza de precios, sobre todo en los supermercados. Sobre esto conversaron los sindicalistas con más de un funcionario del Gobierno.
"Hay que apostar a la sensación de estabilidad económica que el Gobierno está tratando de fortalecer nuevamente", reforzó Martínez su alineamiento. Muchos de sus afiliados dependen directamente de la suerte de los planes oficiales de obras públicas y del Procrear.
En la cúpula de la CGT oficialista no cayó bien el discurso presidencial de ayer. Cristina Kirchner les reclamó a los gremialistas "sentido común y racional". Pero lo que más disgustó a los dirigentes fue el reto a Caló, sentado casi frente a ella, en la primera fila. "No hay trabajadores que se mueran de hambre", le replicó la Presidenta ante una de sus recientes declaraciones sobre la actualidad salarial y la inflación.
Caló no respondió anoche las llamadas de LA NACION, pero otro dirigente de la CGT tomó las palabras de la Presidenta "como una confrontación". Quien salió al respaldo del jefe de la central fue Sergio Romero, de la Unión de Docentes Argentinos. "No era necesario confrontar en público cuando se le pidieron reiteradas reuniones", salió al cruce el docente.
La preocupación de Caló va en aumento. La semana pasada asistió a la Casa Rosada para el anuncio que se hizo sobre el control de los valores en la industria metalúrgica y de los electrodomésticos. Detrás de la medida hay un problema que involucra directamente a su gremio, la UOM. Hay unos 3000 trabajadores metalúrgicos de Tierra del Fuego que corren el riesgo de perder el empleo por el alza de los costos en el sector y por la parálisis en la producción.
"Los ánimos están caldeados porque el salario no alcanza. El mensaje de Cristina ayuda más para unirnos con el Negro [Moyano] y revivir la unidad sindical que para moderar cualquier tipo de reclamo", conjeturó anoche un jerárquico de la CGT oficialista. Mañana, en la cumbre en taxistas, podría definirse una postura combativa.