Anunciaron medidas con tres ejes -límites a las compras de dólares de personas humanas; trabas a las de empresas y medidas para que exportadores liquiden divisas- para atender a los ahorristas
Después de haber intentado casi todo lo que estaba a su alcance para evitar terminar su mandato de la misma forma en que lo empezó, bajo controles cambiarios, el Gobierno de Mauricio Macri se resignó ayer a frenarlas compras de dólares para atesoramiento por parte de empresas y a limitar a u$s 10.000 por mes las de ahorristas particulares. Detrás de la decisión hubo una preocupación que le ganó a las otras: más que evitar un default, más que frenar al dólar, el principal objetivo oficial hoy es que los ahorristas puedan sacar sus dólares de los bancos con la esperanza de que, al no encontrar trabas para hacerlo, pierdan el interés por llevárselos a sus casas.
En la lógica de los funcionarios del Ministerio de Hacienda y el Banco Central que estuvieron encargados de pulirlos detalles de los controles de cambio anunciados ayer había una clara definición de prioridades. Las reservas hoy son un stock limitado, explicaban, y había qué elegir para qué estaban.
En esa decisión, lo primero fue retrasar pagos de deuda de corto plazo -el «reperfilamiento» de las letras del Tesoro anunciado el miércoles pasado-, que al no contar con la posibilidad de ser refinanciados obligaban a sacrificar reservas.
La segunda prioridad sacrificada fue la de ayer: la libertad del mercado de cambios, una de las banderas del modelo de Macri. Con los topes a la compra de divisas para atesoramiento por parte de personas humanas, la necesidad de autorización previa para las de personas jurídicas y la reinstauración de los plazos para liquidar divisas por parte de exportadores (dentro de los 5 días hábiles posteriores al cobro de la operación o 180 días después del permiso de embarque; 15 días después del permiso para los exportadores de materias primas)se volvió a un esquema de control de cambios. Un cepo suave.
Las reservas, explicaban, tienen ahora un nuevo uso principal. Y ese es el de garantizar la liquidez de los bancos para que puedan hacer frente a los retiros de depósitos de ahorristas. Entre el 12, día después de las PASO, y el 28 de agosto pasado, los depósitos en dólares se redujeron en u$s 3950 millones según datos del BCRA. Es el 12% del stock al 9 de agosto, cuando estaba cerca de niveles récord.
Los datos no computan lo que pasó jueves y viernes cuando, por un error no forzado, el reperfilamiento en el pago de Letes y Lecap golpeó fuerte a los fondos comunes de inversión. Toda la ingeniería para el default de esos papeles se había pensado de manera tal que no afectara a «personas humanas». Pero al no diseñar un método para que los fondos pudieran diferenciar entre personas físicas y empresas a tiempo, la medida afectó al ahorrista de pie. En los bancos, el viernes, vieron un repunte en el retiro de depósitos en dólares.
Ese miedo de los ahorristas cambió las prioridades. El ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, había empezado su amante mandato diciendo que la estabilidad cambiaria era la prioridad. Y que las reservas estaban para eso. Ya no más.
Estarán, incluso, disponibles para gastos de turismo. Sin límites.
Entre las resignaciones que ayer admitían los funcionarios estaba la reaparición de los tipos de cambio paralelos. «Mañana va a reaparecer el blue», dijo Lacunza en declaraciones televisivas.
El BCRA se garantizó, a través de una de sus normas de ayer, que los bancos no puedan participar del «contado con liquidación». Pero sociedades de Bolsa y ahorristas particulares podrán seguir recurriendo a él.