A principios de septiembre, cuando comenzó el actual año agrícola, los analistas consideraban descabellado que los valores de la soja estuvieran en febrero a más de u$s 510 por tonelada. La súpercosecha que había conseguido EE.UU. y las previsiones de récords para la ahora inminente recolección de soja en América del sur (con Brasil y Argentina produciendo más de 140 millones de tonelada en conjunto) hacían pensar que los valores de la oleaginosa se estabilizarían en u$s 460/u$s 470 por tonelada.
Pero los pronósticos no se cumplieron. Ayer, en Chicago, el contrato más activo de soja –marzo– cerró en u$s 514 por tonelada, luego de alcanzar los u$s 514,4 por el mismo volumen, y marcó el segundo máximo consecutivo desde mediados de septiembre último.
Desde la primera rueda del año, la oleaginosa subió 10,3%. Con los nuevos valores internacionales del poroto, la cosecha argentina, calculada en 53 millones de toneladas, se revaluó en u$s 2500 millones en menos de dos meses. En ese cálculo teórico, si la cosecha se vendiera con los precios de Chicago de ayer, ingresarían al país divisas por u$s 26730 millones. De ese total, el Estado recaudaría más de u$s 9.300 millones vía retenciones. Eso es u$s 800 millones más por derechos de exportación que lo estimado con los precios de arranque 2014.
Aunque los analistas creen que el impulso alcista tiene efecto limitado, por la inminencia de la sobreoferta sudamericana, los problemas climáticos en Brasil que retrasan la cosecha y hacen prever caída en los rindes, e inconvenientes de logística siguen pesando en el mercado. También pesó ayer en Chicago, el informe de Departamento de Agricultura norteamericano (Usda), en el que reveló exportaciones de más de medio millón de toneladas, cuando las existencias están más que ajustadas.
Ayer las subas podrían haber sido incluso más altas, pero se toparon con que los fondos tienen una posición neta de futuros comprados muy cerca del máximo histórico de 250.000 contratos.