Estarían dispuestos a esperar para cobrar pero quieren que se les capitalicen los intereses, una propuesta que no sería del agrado del nuevo funcionario
La llegada de Martín Guzmán al Gobierno como el negociador de la deuda plantea incógnitas para los acreedores de la Argentina. De perfil netamente académico, el economista de la Universidad de Columbia y discípulo de Joseph Stiglitz es un desconocido para Wall Street y los bonistas.
«Si está en Columbia por algo es… pero la verdad es que no tiene experiencia en reestructuraciones. Es un teórico. Se sabe que es keynesiano porque está con Stiglitz, pero no mucho más. No lo conocemos», comentó a iProfesional un banquero desde Nueva York que tiene diálogo directo con varios tenedores de la deuda argentina.
La incertidumbre por la incorporación de Guzmán llegó al autodenominado comité de acreedores. Este se se formó por un grupo de fondos de inversión entre los que está Greylock Capital, BlackRock y T. Rowe Price Group y que trabaja junto a algunos bancos internacionales también interesados en que «la sangre no llegue al río» como BNP Paribas y el Citi.
El comité de bonistas «espera definiciones» del flamante funcionario lo antes posible, según dijo uno de ellos a este medio.
A priori, y según pudo reconstruir iProfesional, los acreedores estarían dispuestos a aceptar una negociación en la que se busque el estiramiento de los plazos de la deuda y esperar a cobrar más adelante.
No está claro si ese período de gracia al cual se sometería a los vencimientos de los próximos años contempla sólo el capital o también los intereses.
«La posición de los acreedores es constructiva con la Argentina y ellos también quieren cooperar para que el país pueda respirar. Además, a nadie le sirve que esto termine en un default», contó a este medio un banquero que forma parte de este comité.
Los acreedores buscarán acelerar los contactos con Guzmán y su equipo para empezar a negociar lo antes posible. Se lamentan de que el interlocutor anterior, Guillermo Nielsen, finalmente no haya continuado.
«Tenía los números y estaba todo bastante avanzado, él y (Adrián) Cosentino ya habían contactado a muchos y se estaba acelerando el proceso. Ahora es volver a empezar de cero», afirman los bonistas.
De todas formas, se cree que no será tan difícil volver a encaminar las consultas de un lado y el otro. Es más, los fondos cuentan que lo que se venía negociando con Nielsen era bastante parecido a lo que presentó Guzmán en Ginebra.
Resignados a esperar dos años
Si bien no ahondaron en los detalles, coincidieron en que el período de gracia «de un par de años» es algo que «seguramente se mantendrá» en las charlas con el nuevo encargado de la deuda.
El plan Guzmán, al menos el que presentó públicamente consiste en freezar el pago de los intereses (sin capitalizarse incluso) y el capital por dos años.
En este punto surge la primera «diferencia» con los acreedores. Estos quieren que los intereses se capitalicen y se paguen con un bono, al menos.
Léase, quieren ir cobrando algo. Ahí habrá un cortocircuito ya que el titular de Finanzas dice que por cada dólar que se usa para pagar la deuda aumenta la recesión. De ahí que buscará plantarse en el «pago cero» a los bonistas hasta el 2022.
Pragmáticos como pocos, los fondos de inversión están bien predispuestos para iniciar conversaciones con el gobierno argentino. Hay una premisa: «que este tema no termine en manos de los abogados».
La frase viene a cuento del «dolor de cabeza» que representa para los inversores tener que poner en categoría de «incobrable» a los bonos argentinos.
«A los fondos le va a servir que les den algo que puedan anotar contablemente como que tiene valor. Un papel con la promesa de volver a pagar en un par de años, no es mal negocio para ellos. Por eso existe una buena predisposición, no quieren tener que llamar a abogados y que esto se extienda en los tribunales de Nueva York», remarcaba un banquero internacional que tiene llegada a los acreedores y que participó de las reuniones previas con el equipo de Nielsen.
El punto positivo que tendrá a su favor Guzmán es que los acreedores son, mayoritariamente, inversores profesionales. No hay mucha tenencia en manos de pequeños bonistas como sucedió en el canje del 2005.
Hoy la negociación será con inversores que conocen de las restricciones de la Argentina y que, más allá de todo, quieren evitar que esta crisis termine mal (léase años litigando y esperando para cobrar).
A contra reloj
Por eso es que hay «apuro» por parte de los bonistas porque saben que la negociación con el gobierno de Alberto Fernández no puede estirarse mucho. Ese apuro lo tiene también Guzmán que repetía -cuando era un «tapado»- que había que solucionar el tema de la deuda en forma urgente.
Si todos se ponen de acuerdo, creen en Nueva York que estarían dadas las condiciones -en base a una propuesta razonable por parte de Guzmán- de arribar a un entendimiento para marzo del año próximo.
«Yo creería que si nos sentamos a negociar ya podemos tener algo cerrado para ese momento. La clave a discutir es cómo sería el esquema de pagos después del tiempo de gracia», señaló una fuente ligada a las conversaciones que tienen los acreedores en Nueva York.
También jugaría a favor, dicen en los bancos que asesoran a este comité de acreedores, la situación que vive el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Los problemas que tendrtá con el «impeachment» o el juicio político que seguramente tendrá que afrontar, haría que Trump se desentienda del caso argentino y no quisiera sumar más frentes de conflicto.
Fuentes en Washington cuentan que los demócratas le indilgan al presidente de Estados Unidos su postura para fogonear el mega préstamo del Fondo a la Argentina.
«No le conviene a Trump que Argentina termine defaulteando todo, incluido el Fondo. Porque ahí van a preguntarle su responsabilidad en haber hecho lobby para que el organismo, donde Estados Unidos es el mayor aportante, le preste irresponsablemente casi u$s60.000 millones», indicó un banquero con contactos en la política.
Por lo pronto, en diciembre hay vencimientos de la deuda en dólares por u$s1.400 millones y eso se descuenta que se pagará. Pero si se demora crecerá la duda del mercado, ya que la billetera que le quedará administrar a Fernández no es demasiado abultada.
Habrá que hacer sintonía fina y el flamante negociador de la deuda tendrá que pisar el acelerador. Por ahora, los bonistas se ilusionan con comenzar a dialogar lo antes posible.
«Están dadas las condiciones entablar conversaciones con el nuevo negociador por parte de la Argentina. Más allá de que no sea una persona del mercado, puede tener una visión interesante sobre cómo salir de este laberinto. Si no buscan un esquema disruptivo, como parece que quieren, hay chances de que haya un arreglo rápido con la Argentina», repiten en Nueva York desde alguno de los fondos que participan de este comité friendly con el país.