Fijó un tope a la cantidad de pesos que pueden ofertar los bancos. Busca reactivar el crédito y el consumo.
El Banco Central volvió a tomar otra medida que procura bajar las tasas de interés y así, si fuera posible, reactivar el crédito y el consumo.
Concretamente, mediante la comunicación “C” 85996 emitida este miércoles, el organismo que conduce Miguel Pesce determinó que las entidades financieras no podrán volcar a las subastas de Letras de liquidez (Leliq) todos los pesos que quieran, sino que las ofertas estarán limitadas por determinados saldos que los bancos tengan en las cuentas corrientes que tienen en el BCRA, en pases y en Leliqs.
Más allá del tecnicismo de la circular, lo concreto es que los bancos van a tener pesos en su poder que no van a poder colocar en Leliqs (que pagan el 55% anual) y deberán aplicar esa liquidez a pases pasivos, que pagan el 48% anual.
Esa menor rentabilidad que obtendrán los bancos se trasladará a una baja de tasas, tanto en la tasa pasiva (la que los bancos pagan a los ahorristas) y, en menor medida, a la tasa pasiva (la que los bancos les cobran a sus clientes).
Hoy el stock de Leliqs está en 766.000 millones de pesos. El stock de pases pasivos trepa a 680.000 millones de pesos. Está clarísimo que la montaña de Leliqs está bajando a paso firme (llegó a 1,3 billón en agosto) y el de pases viene subiendo. Esa combinación deriva en un menor costo para el Banco Central.
La idea del Banco Central es clara. Si baja la tasa de interés activa, podría crecer la demanda de crédito para reactivar la producción y el consumo. Si baja la tasa pasiva, los ahorristas podrían pensar en destinar sus pesos al consumo.
Es una jugada riesgosa, porque la menor retribución que los bancos pagarán por los pesos podría llevar a quienes tienen esos pesos a volcarse al dólar. Dado que el mercado oficial permite compras por solo 200 dólares por mes, la demanda de divisas podría presionar sobre el blue o los otros dólares lícitos (bolsa o contado con liquidación). Como el precio del dólar oficial no se moverá mucho, lo más probable entonces es que se abran las brechas entre el oficial y los dólares alternativos.
Y además, se sabe que en un mes la carrada de pesos que se inyectó en diciembre (por los gatos del Estado que se financiaron con emisión monetaria, por los pesos que necesitan la gente para afrontar mayores erogaciones por las fiestas de fin de año y las vacaciones) empezará a volver a los bancos.
En los últimos febreros, el Banco Central cometió el error de mantener tasas bajas cuando ocurría este fenómeno y lo que logró fue un rebrote inflacionario y del tipo de cambio.
En el mercado financiero se habló de que el Banco Central “está asumiendo riesgos innecesarios” con esta medida que si bien apunta a reactivar el consumo podría derivar en una aceleración de la inflación y otra disparada de los dólares paralelos.
Es cierto que, a diferencia de los veranos anteriores, ahora hay un cepo muy estricto que por lo menos garantiza que el tipo de cambio oficial no se va a disparar.
En cuanto a las tasas que pagan los ahorristas, ya desde hace algunas semanas los bancos están retribuyendo los depósitos a plazo fijo con tasas negativas, es decir, que dichos depósitos rinden un interés por debajo de la inflación esperada.
La apuesta del Gobierno está enfocada en que a partir del congelamiento de tarifas y el programa de precios cuidados los índices de inflación se moderen, y entonces la tasa de plazos fijos no sea tan negativa. Luego, se aguarda el resultado de la negociación de la deuda como para poder armar un programa económico y monetario más consistente.
Habrá que ver si esa hoja de ruta «virtuosa» se cumple.