Según un estudio de Poliarquía, la mayoría de los argentinos gasta hoy al menos un 30% más que hace un año pero su nivel de ingresos no evoluciona al mismo ritmo
El incesante avance de los precios, sumado a la devaluación del peso y al parate que experimenta la actividad económica, hicieron mella en el poder adquisitivo de los argentinos.
El pulso social refleja un deterioro de la economía personal que amenaza con incrementarse a partir de la quita de subsidios a los servicios públicos, el incremento de la presión tributaria y un retraso en la recomposición de haberes derivado de la puja en las negociaciones paritarias.
Hoy, seis de cada diez argentinos confiesan haber perdido la carrera contra la inflación a lo largo del último año, en el que los gastos se dispararon, para la gran mayoría, por encima del 30%, pero los ingresos no acompañaron ese ritmo.
Así lo revela un estudio que Poliarquía Consultores realizó en exclusiva para El Cronista. La encuesta, que se llevó a cabo en la cuarta semana de marzo, relevó la situación económica de 2000 personas mayores de 18 años y residentes en centros urbanos de más de 10.000 habitantes de la Argentina. Y arrojó como resultado la inquietud de la población por un panorama negativo.
Según el sondeo, 61% de los entrevistados considera que durante el último año sus gastos crecieron más que sus ingresos, mientras que un 16% manifiesta que ambos aumentaron en la misma línea y sólo un 14% de las personas afirmó que sus ingresos se incrementaron en mayor medida que sus gastos.
“En términos generales se observa una situación de preocupación en relación con la economía doméstica, particularmente en el aumento del nivel de gasto, que la mayoría de los argentinos ubica en el 30% o más frente al año pasado”, señala Alejandro Catterberg, director de Poliarquía, y remarca que “esta preocupación no es propia de un grupo social, sino que afecta a todos los encuestados, independientemente de su zona de residencia, edad o su grupo de pertenencia”.
En efecto, tres de cada cuatro encuestados sostuvieron que en el último año su nivel de gastos aumentó un 30% o más. Mientras que apenas un 7% de los entrevistados estimó un aumento de 10% al revisar sus números en comparación con lo que gastaba doce meses atrás.
Y hacia adelante, la preocupación no cede, debido al impacto que, proyectan, tendrá la quita de subsidios a las tarifas de los servicios residenciales de gas y agua, una medida que dividió prácticamente en dos a la población, entre quienes la apoyan y quienes se oponen.
“El apoyo, o no, al recorte de los subsidios anunciado por el gobierno nacional se encuentra, en líneas generales, encuadrado en la lógica política de que quienes apoyan al kirchnerismo aprueban la medida y quienes desaprueban al Gobierno se oponen. Habrá que ver si esta lógica se mantiene una vez que comiencen a llegar las boletas sin subsidios”, señala Catterberg.
Por lo pronto, tres de cada cuatro argentinos creen que la reducción de los subsidios a los servicios residenciales de agua y gas impactará negativamente en sus boletas.
Un 41% de los entrevistados consideró que las tarifas que pagan actualmente aumentarán mucho cuando se elimine o reduzca la subvención, mientras que un 34% estima que se encarecerán bastante. Sólo un 21% de los consultados espera que sus boletas aumenten poco (15%) o nada (6%).
En el horizonte, permanece aún activa la idea de avanzar con una quita similar del subsidio para el servicio de energía eléctrica, lo que incrementaría considerablemente el impacto de la medida en la economía personal de los argentinos.