Con la actividad económica detenida, el principal negocio es el financiero. Por eso se vieron manos fuertes apostando a los títulos, que casi nadie duda que serán reestructurados
La cercanía de una solución de la deuda, a la que se le agregó la presión de Morgan Stanley Capital International (MSCI) que le mantuvo al país la categoría de “mercado emergente” cuando todos los indicadores llevaban a pensar que la descendería a “mercado fronterizo”, lugar en el que están algunos países africanos y Venezuela, hizo que los bonos en dólares alcanzaran los precios más altos desde noviembre pasado.
MSCI advirtió que mantiene la calificación a cuenta de que modifiquen los controles de capitales. Mientras tanto el país seguirá en observación y, si fracasa, volverá a la más baja de las categorías, “fronterizo”.
En realidad, hoy esa calificación es un dato porque la deuda es el efecto de un país aplastado por impuestos, un elevado gasto público y convenios laborales que son del siglo XX y alientan el desempleo. Que se reestructure la deuda es un alivio momentáneo, porque pronto volverá el problema ya que no se hizo ninguna de las reformas que llevaron a esa situación. Es más, no solo no se encararon reformas, sino que se acentuó la idea de estatizar todo lo que se pueda y hacer depender a la economía cada vez más del Estado al punto que sueñan hacer renacer la economía con la obra pública cuando el Tesoro no tiene dinero para invertir. La Argentina está potenciando todo lo que la llevó a la decadencia.
Los indicadores del Indec lo reflejaron claramente. El desempleo es el más elevado desde 2006 con 10,6% y su tendencia es a aumentar. Son dos años y cuatro meses de caída del empleo en blanco. La actividad económica del primer trimestre del año, cuando no había llegado la pandemia, cayó 5,4% comparado con igual período del año pasado. Ese derrumbe irá en aumento. Según Aldo Abram, economista de la Fundación Libertad y Progreso, “la actividad económica en el primer semestre de este año, la estimamos superior trece por ciento”.
“Pero hay índices más preocupantes -agregó-. El índice de solvencia es de 56%”. Esto significa que las reservas del Banco Central, que el martes subieron USD 11 millones a 43.214 millones, cubren ese porcentaje de los pasivos financieros en pesos. “Esto es como estar en una central atómica y que los relojes clave empiecen a sobrepasar los límites permitidos preanunciando un colapso si no se corrigen las fallas”, explicó un operador.
Para Abram, “el otro problema es la exagerada brecha cambiaria y si le tengo que dar un diagnóstico, lo que está sucediendo hoy es una copia fiel de los últimos días de Cristina Kirchner al final de su mandato en 2015”.
Pero como la Argentina es el país del día a día, con la actividad económica detenida, el principal negocio es el financiero. Por eso se vieron manos fuertes apostando a los bonos de la deuda. Casi nadie duda que se reestructurarán y podrán hacerse de fuertes ganancias.
Los títulos con ley local siguieron en alza. El Bonar 2020 aumentó 1,72% y el Bonar 2024, 2,52%. Los de legislación extranjera de largo plazo que vencen en 2033 fueron lo mejor del día al aumentar 3,53% en el caso del Discount y 1,86% cuando se trató del Par. Este movimiento hizo que el riesgo país baje 1,4% a 2.461 puntos básicos.
Por supuesto, con estos números y viendo lo que sucedía en las Bolsas del exterior, no faltaron inversores que se animaron a arriesgar más. Por eso el S&P Merval, el indicador de las acciones líderes, subió 1,14%. Las operaciones en la Bolsa bajaron 40% a $ 1.268 millones. Comercial del Plata (+4,46%) y Ternium (+3,31%) fueron lo mejor de la rueda.
Los ADR’s -certificados de tenencia de acciones que cotizan en Wall Street- tuvieron una excelente rueda con solo dos caídas: MercadoLibre (-0,13%) y Ternium (-0,13%). Lo mejor pasó por Transportadora Gas del Sur (+5,53%) y Central Puerto (+5,18%. También tuvo un buen desempeño IRSA Propiedades Comerciales (+4,32%) y Telecom Argentina (+4,07%). Este papel fue muy castigado el día anterior. Una buena parte del comportamiento, se debe al renacimiento de las operaciones de contado con liquidación que el día anterior, tras la mayor rigidez del cepo impuestas el viernes, prácticamente no movieron dinero en el mercado.
El dólar oficial no tuvo alteraciones de importancia. El mayorista sigue retrasándose y aumentó 6 centavos a $ 70,04. Los dólares alternativos, en cambio, recuperaron terreno a pesar la leve baja del dólar Bolsa de 45 centavos que lo dejó en $107,67. El contado con liquidación, que el día anterior había sido superado en precio por primera vez desde el cepo, recuperó su lugar y aumentó $ 3,09 a $ 108,58, señal de que las nuevas restricciones no le hicieron mella.
Como las negociaciones de la deuda se prolongaron hasta julio, los mercados van a seguir apuntando a los bonos. Solo el dólar será una de las opciones estables, a pesar de los altibajos y de la atracción que ejercen las tasas en pesos. Por el momento, los dólares alternativos están en un espacio donde les cuesta superar los $110, de la misma manera que el dólar libre sigue en $127 y le cuesta alcanzar los $130.
Pero al Central le cuesta mantener esta tranquilidad cambiaria, que se la debe a la parálisis de la economía por la pandemia. La cuarentena ha funcionado como un corralito excepcional y tiene el mismo efecto en la economía que el fracasado plan monetario de Mauricio Macri. Son sistemas distintos, para un mismo corralito. Por eso no extrañó el comunicado del Banco Central anunciando que siguen las mismas restricciones para las operaciones bancarias. Saben que en cuanto se libere ese movimiento puede haber más inflación y aumentar la brecha cambiaria lo que lo obligará a una devaluación.