La baja calificación crediticia complica el cheque de pago diferido. Especialistas señalan que la Factura de Crédito Electrónica es una de las mejores opciones, pero muy pocos la usan.
El sector de las pequeñas y medianas empresas atraviesa un momento dramático a raíz de la crisis económica que vive Argentina, que se agudizó a partir del coronavirus. Y los malabares para el financiamiento son un reflejo de esta situación: los empresarios pymes aseguran que el principal mecanismo utilizado por el sector está “roto” o bien que funciona a más corto plazo.
“En Argentina, ante la ausencia de crédito formal, el sector privado fue creando un sistema de colaboración que es el de cheque de pagos diferidos. Ese sistema se rompió durante la cuarentena”, afirmó el economista y gerente general del Frigorífico Cárdenas, Gustavo Lazzari, durante su intervención en la Expo EFI Y reafirmó: “Este sistema colaborativo que armó el sector pyme es un delirio, y en ningún país normal camina, pero es lo que había y ha sido destruido. Por eso las pymes están más complicadas”.
El sistema de descuento de cheques de pago diferido permite a quien tiene cheques a cobrar en un futuro (por un plazo máximo de 360 días) adelantar su cobro vendiéndolos. Según la Comisión Nacional de Valores (CNV), el descuento de cheques representó el 80% de la financiación pyme en el mercado de capitales durante 2019.
“El mecanismo más habitual para financiar compras es dar un cheque de pago diferido, aunque con la crisis se acortaron los plazos. Porque antes las empresas calificaban mejor en los bancos, ya que las que tenían cheques rechazados eran una parte ínfima en relación con lo que sucedió poscuarentena”, explicó a Ámbito el vocero de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, Pedro Cascales.
Por otra parte, Guillermo Barbero, socio en First Corporate Finance Advisors, se refirió a otro de los inconvenientes financieros de las pymes: “Muchas accedían al mercado de capitales gracias a tener una garantía otorgada por una SGR y hoy ese mercado está en pausa y estresado”.
En tanto, un informe del Observatorio pyme señaló que “a pesar de la asistencia financiera del Gobierno (Programa ATP y garantías para el crédito al 24%), casi el 80% de las MiPyME debió acudir -de todas maneras- a sus propias reservas para enfrentar la crisis y el 35% de ellas firmar nuevos acuerdos de suspensiones y reducción de jornada con disminución salarial a causa de la inactividad”. Según el Ministerio de Desarrollo Productivo, al 4 de junio unas 136 mil empresas (mayormente pymes) habían accedido al crédito del 24% anual avalado por el Estado, por un monto $231 mil millones.
Asimismo, el instrumento que más crece gracias a la pandemia es el e-cheq, o cheque electrónico. De hecho, en mayo implicó un 30% del volumen de cheques operados en el Mercado Argentino de Valores y su operatoria fue de unos $3.500 millones de pesos. “Viene creciendo de forma exponencial”, afirmó a este medio Santiago Miñana, gerente comercial del Banco Mariva.
Por otra parte, en este contexto de financiamiento difícil de conseguir, una de las opciones más atractivas, pero poco utilizada, es la Factura de Crédito Electrónica. Se trata de un instrumento que puede ser emitido por las pymes al entregarles mercadería a grandes clientes y luego descontarlas rápidamente en el mercado, acortando los plazos para el cobro. “Es una herramienta fabulosa y sería importante que las pymes la descubran y entiendan que la pueden vender”, indicó Cascales. No obstante, aún su uso es marginal: en mayo se operaron tan sólo $ 92 millones de pesos por esta vía.
En tanto, los pagarés avalados implicaron tan solo $85 millones en el quinto mes del año, según el último informe de la CNV. El documento muestra también que en lo que va de 2020 se colocaron en el mercado de capitales solamente dos obligaciones negociables bajo el Régimen PyME CNV Garantizada y tan solo una bajo el Régimen Simplificado Pymes.
Otro de los aspectos que puede disparar la crisis es que la deuda impositiva crezca como parte del financiamiento total de las pymes. Actualmente, de los 8.000 millones de dólares que deben las pequeñas y medianas empresas, u$s1.500 son deudas con la AFIP.