La divisa libre cerró la semana en 195 pesos. Antes del ajuste de las restricciones del 15 de septiembre se pagaba a menos de $140. Las causas de la “sobrerreacción”
Es infructuoso apegarse solo a fundamentos técnicos para determinar el valor del dólar en los mercado paralelos, pues en el caso del dólar libre influyen en los precios factores subjetivos, como la desconfianza que despierta la política económica o las expectativas sobre un crecimiento de la emisión monetaria y la inflación en el futuro próximo. También la vigencia de un estricto control cambiario distorsiona la dinámica en la franja marginal, siempre para exagerar el alza.
Así, la creciente incertidumbre financiera y la falta de un plan económico intergral concreto que trace un sendero fiscal y macroeconómico claro llevaron a las cotizaciones alternativas al cepo oficial a nuevos valores récord, mientras que la brecha cambiaria llegó al 150%, la más amplia desde 1989, en pleno proceso de hiperinflación.
«No tenemos moneda, no hay reservas, falta credibilidad y no hay acceso al crédito, por lo que la única manera es la emisión. Ahora, lo que se está emitiendo es algo que la gente no quiere tener por falta de confianza, y ahí aparece la brecha y afecta a los precios de manera marginal”, expresó el economista Ricardo Arriazu, en un seminario organizado por la Fundación Mediterránea.
Mientras que el dólar libre subió en la última semana a un máximo de $195 para la venta, la paridad bursátil del contado con liquidación llegó a operarse a $180. Con esta escalada de 159% en lo que va de 2020, las cotizaciones alternativas se escindieron en el último mes y medio de los fundamentos monetarios, es decir, el crecimiento de la cantidad de dinero con el que funciona la economía.
Hasta el mes pasado, una fuerte expansión de los pesos en la calle tuvo una reacción lógica y en una proporción equivalente al salto de los precios del dólar que no están atados a los controles oficiales. Pero las medidas para restringir aún más los negocios en moneda extranjera en la plaza oficial, como el recargo del 35% a cuenta de Ganancias y trabas para el acceso a divisas a empresas establecidos el 15 de septiembre, potenciaron la brecha cambiaria, que ahora se amplió a 150 por ciento.
Por eso, los precios del dólar libre y de los implícitos en los negocios bursátiles se desfasaron en las últimas seis semanas de los fundamentos monetarios, aunque en un marco de alta tensión económica y política no debe definirse si éstos están “caros o baratos”: sin certezas sobre el futuro, lo que hoy es caro puede no serlo en cuestión de pocos meses.
En el último año, desde el establecimiento del cupo mensual de USD 200 para la compra de dólares para atesoramiento el 28 de octubre del año pasado, la circulación monetaria creció 85%. En ese período, el dólar libre subió 158%, desde $75,50 a $195. De haber aumentado al mismo ritmo que el circulante de pesos, el dólar blue hoy debería costar unos $140, que era lo que se pagaba a mediados del mes pasado, antes de la aplicación de un recargo de 35% por Ganancias. El 15 de septiembre, el dólar libre estuvo pactado a $131, y el 21 de septiembre, a $141, precios que respondían a aquel indicador monetario.
Asimismo, el contado con liquidación, ahora en $173s, acumuló un aumento anual del 114%. En un marco de expansión del dinero en circulación del 85%, hoy no debería superar los 150 pesos.
“En este escenario que carece de un ancla de expectativas y de credibilidad, agravado por un set de medidas erradas en el último mes, los valores libres del dólar tienen una dinámica propia que se aleja cada vez más de los fundamentos macroeconómicos”, refirió un informe de GMA Capital.
El análisis de GMA Capital enfatiza que hoy el dólar contado con liqui “bate récords nominales y, especialmente, reales. Un ejemplo: tomando como punto de comparación el ‘dólar a $4’ de junio de 2002, el dólar financiero corregido por competitividad vale 4,70 pesos. Es decir está un 29% por encima del precio oficial y un 18% arriba del contado con liqui de aquel entonces”.
Sobrerreacción
En economía se habla del fenómeno de “overshooting” o sobrerreacción que se produce cuando los tipos de cambio son más volátiles de lo normal y aumentan por encima del resto de las variables macroeconómicas, como inflación o emisión monetaria, para asentarse luego en un nivel de equilibrio que, de todos modos, suele estar un peldaño por encima del que tenía en el inicio de la dinámica alcista.
Un ejemplo “de manual” de este comportamiento del tipo de cambio lo dio el dólar luego del colapso de la convertibilidad. El tipo de cambio oficial mayorista, de un peso por dólar vigente hasta diciembre de 2001, saltó a un récord de $3,87 el 25 de junio de 2002 para ceder a $2,76 un año después.
Para los analistas de Portfolio Personal Inversiones, en el presente “la dinámica parece no tener fin y los desequilibrios tanto fiscales como monetarios siguen forzando subas de los dólares financieros e informal, con mayor presión sobre las reservas del BCRA. Si bien se puede dar un descenso –o descanso- temporal del contado con liqui, MEP y también el dólar informal, por el efecto de overshooting, no creemos que cambie la tendencia de mediano plazo, donde sin un fuerte cambio de expectativas esperamos los mismos resultados que se vienen dando”.
Un caso diferente, pero que sirve para la comparación, fue el del levantamiento del “cepo” cambiario el 16 de diciembre de 2015. Mientras que el dólar blue había llegado a operarse a $16,11 el 19 de octubre, antes de las elecciones presidenciales de aquel año, y el dólar mayorista había alcanzado los 10 pesos, la convergencia que se produjo al unificar el mercado llevó al tipo de cambio mayorista a $13,38 (subió 36% en un día), aunque a un nivel inferior al que se pactaba en el mercado libre.
Los expertos de Balanz Capital aportaron que “la mayor parte de la brecha parece explicada por factores políticos y por la falta de certidumbre respecto del programa económico. De este modo, una importante reducción de la brecha parece difícil de observar hasta que no haya mayor certidumbre en esa dirección”.
Martín Vauthier, director del Estudio EcoGo, consideró que “la combinación de deterioro profundo en las expectativas y desequilibrio monetario-cambiario con origen fiscal hace que cualquier alternativa tenga costos. Se necesita urgente un programa consensuado, que ataque causas y no consecuencias y, sobre todo, que resuelva y no postergue”.
Walter Morales, economista de la consultora Wise, subrayó: “El Gobierno no entiende que cuando el paciente entra al quirófano es para operar, no para darle aspirinas. Nadie liquida exportaciones con un premio de 3% cuando la expectativa devaluatoria es muy superior. Dentro de este contexto, con un BCRA vulnerable más una economía deteriorada, lo único que podemos esperar es una moneda que terminará devaluándose”.