En función de los resultados obtenidos, hay quienes aseguran que las medidas tomadas arrojaron buenos resultados.
El ala dura de la política cambiaria está conforme. Los que dentro del Gabinete nacional propiciaran las acciones duras y directas para controlar el tipo de cambio, aunque sea en la coyuntura y mientras se crean condiciones más sólidas para el mediano plazo, afirman hacia el interior del Gobierno que su prédica era la correcta. Y que dos resultados concretos los avalan. Como se trata de la rama del oficialismo que hoy tienen menos acciones en alza, los conceptos autoapologéticos no se harán públicos. Y se seguirá dejando el primer plano de la acción al ministro de Economía Martín Guzmán (que también afirma que tiene pergaminos recientes para mostrar, medidos en el “contado con liqui”). Pero, se asegura en este costado, la reducción drástica de las reservas del Banco Central se redujo hasta convertirla en manejable (al menos por unos meses) y, lo más polémico, el blue se racionalizó a partir de la aplicación e intervención de operativos de ventas de “manos amigas”.
Completado el primer mes de aplicación constante de las restricciones, el promedio diario de octubre de salida de los famosos 200 dólares por persona bajo custodia de la entidad que dirige Miguel Pesce bajó de u$s100 a 10 millones; con jornadas, como las últimas del octubre, con 7 o 5 millones de compras. Esto es, menos de u$s300 millones por mes.
Trasladando el promedio al resto del año, midiendo lo que puede suceder en noviembre y diciembre, la caída de reservas vía compras de dólar ahorro, serán de no más de u$s500 millones, cuando para agosto se proyectaban unos u$s1.200 millones mensuales. En síntesis, el muro de Berlín para el dólar ahorro le permitió al Gobierno mantener en las reservas líquidas entre u$s1.500 y u$s2.000 millones. Obviamente no implica que las activos del BCRA se conviertan en positivos ni mucho menos. Se calcula que el mes pasado la caída de las reservas será de unos u$s1.300 millones. Pero, obviamente, no es lo mismo una caída de ese nivel que de más de 3.000 millones en los últimos tres meses del año. O, dicho en palabras del un alto funcionario del Gobierno nacional, “corrimos la pared tres meses para tener tiempo de no pegarnos la piña”. Si bien las restricciones llegaron para quedarse, al menos por el momento, la velocidad de salida de dólares vía ahorro podrían determinar que las prohibiciones quedarán en estos niveles y no se profundizarán. Hay ahora algo seguro. No son ahora las compras de particulares lo que está complicando el nivel de reservas.
Las restricciones provocaron inevitablemente un corrimiento de la demanda de dólares hacia el blue, que tuvo desde el 15 de septiembre (día del anuncio de las restricciones) la mayor suba de la era Alberto Fernández y llevando la brecha con el oficial por arriba del 150%, convirtiendo al dólar irregular en la referencia del mercado. Y en la manera de medir el termómetro de la economía argentina, convirtiendo a la realidad macro de cualquier país en una quimera. Guzmán se concentró en el CCL. Lo que llevó a que, por primera vez, el ala política del Gobierno tomara posesión de parte de la política económica y se rompiera un tabú: que el oficialismo intervenga directamente en el mercado del dólar alternativo. No se lo reconocerá, al menos públicamente, pero entre el lunes y el martes “manos amigas” (siempre privadas) actuaron como representantes financieros del Gobierno en el blue, logrando bajar el precio de pánico de los $195, a los $181 del cierre del martes. La estrategia aplicada fue la siguiente. El lunes, primer día de intervención se registraron al menos cuatro operaciones en diferentes horas de un millón de dólares de venta, a un valor siempre menor que el cierre anterior. Los oferentes eran conocidos del mercado, que llamaban a otros conocidos, para afirmar que la operación era real y concreta. La novedad de la aparición de los oferentes agresivos a la baja, provocaron la total desaparición de los compradores que hasta el viernes de la semana pasada impulsaban hora tras hora el precio de la divisa alternativa hacia los $195, amenazando con una semana de records llegando a los $200. Estos compradores no jugaron en toda la semana, dejando la demanda “al chiquitaje”. El martes la estrategia se mantuvo, pero con una variante. En lugar de ventas de un millón de dólares, las colocaciones se atomizaron en operaciones de entre u$s100.000 y u$s200.000; negociando valores dispares y hasta confusos, pero siempre a la baja; para finalmente cerrar la jornada a los $181. El valor se replicó el miércoles, pero sin intervenciones “amigas”, como tampoco con la aparición de los demandantes “enemigos”. La decisión de intervenir en el blue fue una decisión estrictamente “política” tomada luego de escuchar las órdenes de Máximo Kirchner, que hace una semana pronosticó en un encuentro interno que salió a la luz que “el mercado va a entender que la política económica la dicta el Gobierno y no los del blue”. Para el ala dura, la caída de ayer del blue, de $181 a $175, sin intervención oficial, terminó de coronar el éxito en esta pequeña batalla.