Por Carolina Carbonell
Esther Duflo, premio nobel de economía en el 2019, es la segunda mujer que gana un nobel de economía, diez años después que Elinor Ostrom (premiada por sus trabajos pioneros sobre bienes comunes). Duflo es la ganadora más joven y lo ganó por sus trabajos de pobreza, y nos ha recordado varias veces en estos años que la pobreza es sobre todo una cuestión relativa a los niños y a las mujeres. La mayor parte de los pobres son niñas y mujeres. Estas dos economistas tienen mucho en común.
Tomás Bulat solía decir que la frase más escuchada en la calle (y me arriesgo a decir de muchas mujeres) es: “¡Yo no sé nada de economía!”, pero no sólo que sabemos de economía, hacemos la economía.
¿Qué nos enseñó la crisis financiera del 2008? Que las personas con conocimientos financieros tienen más probabilidades de evitar el endeudamiento por encima de su capacidad de pago. Pero para tener conocimientos financieros es necesaria la educación Financiera y mejor aún alcanzar el bienestar financiero que significa que una persona puede satisfacer plenamente sus obligaciones financieras actuales y en curso, puede sentirse segura de su futuro financiero, y es capaz de tomar decisiones que le permitan disfrutar de la vida.
Algunas lecciones (para las mujeres, hombres y jóvenes): los conocimientos y habilidades financieras son claves; el ahorro formal parece ser un determinante más relevante que el acceso al crédito para alcanzar mayor bienestar financiero; la experiencia en el sector financiero es importante; y es fundamental (sobre todo para las mujeres) la participación personal en las decisiones financieras del hogar.
A los 15 días de recibirme entré a trabajar en Rofex, un mercado financiero de la Bolsa de Comercio de Rosario y recuerdo que al poco tiempo mi primer jefe me preguntó si era feliz ahí. Me enseñó el indicador quizás más importante. Pasaron 20 años, muchas cosas cambiaron, el mundo cambió, yo cambié y aquí estoy en Matba Rofex. Fui pasando por muchas áreas, hoy coordino una y voy buscando la forma de aportar valor en otras. Encontré en la Sustentabilidad un espacio donde más puedo dar, donde se une un propósito personal con el trabajo, gracias a otro camino que vengo recorriendo en paralelo de participar en un movimiento económico, cultural y global que se llama Economía de Comunión, que forma parte del ecosistema empresarial de impacto. Y este movimiento desde hace un año y medio viene acompañando un proceso del que participan más de 2.000 jóvenes de todo el mundo, que tienen la característica de ser emprendedores, economistas y agentes de cambio y que fueron convocados por el Papa Francisco y seleccionados por un jurado internacional, para darle un alma a la economía, repensar fundamentalmente las finanzas, el rol de la mujer en la economía, nuevos modelos económicos de crecimiento, nuevos modelos de hacer empresas, el trabajo del cuidado, la pobreza. Ese movimiento que ya iniciaron los jóvenes se llama Economy of Francesco (por el Santo de Asís). Muchos nobels de economía (Muhammad Yunus, Amartya Zen) y referentes internacionales en economía (Stefano Zamagni, Jeffrey Sachs, Kate Raworth, etc.) acompañan a los jóvenes, para escuchar sus experiencias, su pensamiento e iniciativas, no para enseñarles las suyas. De Argentina participan alrededor de 100 jóvenes y de Rosario 8. Acompañar este proceso es apasionante.
Buenas noticias
En finanzas hay algo que está surgiendo que es la inversión responsable, la que incorpora lo que se llaman los Factores ASG (Ambientales, Sociales, Gobernanza). ¿De qué se trata?, de que los inversores, la gente común (sobre todo los jóvenes), pero también los grandes fondos de inversión, se están empezando a preguntar: ¿Qué hace el banco con mi dinero, a quién se lo presta?; las empresas en las que invierto (a través de la compra de acciones por ejemplo), ¿cuidan el planeta?, ¿respetan la igualdad de género, los derechos humanos?, ¿qué tipo de gobernanza tienen?, ¿en qué invierten?; los Bonos que compro, ¿en qué aplican ese dinero, qué hacen las empresas o los Estados que los emiten?.
De esto hablamos cuando hablamos de inversión responsable, o de lo que se llaman Finanzas Sostenibles. Se está empezando a medir, con diferentes indicadores, la sustentabilidad de las empresas y en consecuencia de las carteras de inversión.
Entonces, ¿qué hacen las Empresas, grandes y chicas? Empiezan a mostrar además de sus Balances Financieros, sus Reportes de Sustentabilidad. Hay nuevos indicadores para medir a las empresas, no sólo los financieros. Ya no sólo importa cuánto ganás, sino cuánto bien (o mal) le hacés al planeta y a las personas con tu negocio, mientras ganás. Y el mercado está empezando a castigar a las que tienen un mal desempeño en estos indicadores, o no los muestran. O dicho de otra forma, empezó a premiar a las que hacen bien las cosas.
El Rol de las mujeres en las finanzas
Hoy hay un debate sobre la participación de las mujeres en la toma de decisiones. Si hoy alguien dice, o nosotras decimos, que no queremos leyes que nos garanticen puestos en la política, en las empresas, en las instituciones financieras, porque tiene que ser el mérito el que lo diga, porque no queremos ser vistas como un ser inferior que hay que proteger. Este es un discurso, a mí me parece muy abstracto, porque existe el poder, ¿y qué quiere decir? Que los hombres por mucho tiempo han ocupado esos espacios y si no hacés nada para forzarlo, es difícil que las mujeres vayan adelante. Al principio tenés que forzar un poco el sistema y esto se llama democracia. Esto vale también para los jóvenes.
El mercado siempre se adelanta, y lo que se está viendo es que está premiando a las empresas que ven a la diversidad como un valor, diversidad de talento, experiencia y conocimiento.
Admiro a muchísimas de las mujeres con las que tuve (y tengo) el placer de trabajar, porque han traído nuevos parámetros económicos al mundo del trabajo: el don, la gratuidad, la reciprocidad, la vocación, la confianza, el propósito.
Escribe el economista Luigino Bruni, la palabra economía tiene su origen en un término griego que hace referencia directamente a la casa y por tanto a la familia (oikos nomos = normas para gestionar la casa). La casa, el oikos, siempre ha sido un lugar habitado y gobernado por las mujeres. Pero paradójicamente la economía siempre se ha jugado en un registro completamente masculino. Hoy también. No es que los hombres no hayan desempeñado un papel importante en la casa. Pero su mirada se ha concentrado más en proveer los medios para el sustento, en el trabajo exterior, en los bienes, en el dinero.
Cuando la economía salió de la vida doméstica y se hizo política, social y civil, la mirada y el genio femenino se quedaron en casa, y la única perspectiva que quedó sobre la práctica y especialmente sobre la teoría económica fue la masculina. Cuando las mujeres dirigen su mirada a la casa y a la economía, lo primero que ven es el nexo de relaciones humanas que en ellas se produce. Los primeros bienes que ven son los bienes relacionales y los bienes comunes, y dentro de ese contexto ven también los bienes económicos.
Cuando falta la mirada femenina sobre la economía y las finanzas, las únicas relaciones que se ven son las instrumentales, donde la relación no es el bien, sino que las relaciones humanas y con la naturaleza son consideradas como medios a usar para conseguir los bienes.
Si la mirada y el genio femenino de la oikos-casa hubieran estado más presentes en la fundación teórica de la economía moderna, hoy tendríamos una economía más atenta a las relaciones, a la redistribución de la renta, al medio ambiente y tal vez, a la comunión.