Las razones por las cuales el dólar blue mostró una suba que lo ubicó en los $195 fueron múltiples. Las medidas que restringen la liquidez son motivo suficiente para que no haya otro escalada. ¿Será posible?
Por Salvador Di Stéfano
Exceso de emisión, alta liquidez, tasas muy bajas, escasas reservas, alto déficit fiscal, desabastecimiento y alta desconfianza fueron las razones por las cuales el dólar blue mostró una suba que lo ubicó en los $195. La baja actual es por la suba de tasas, faltan definiciones de largo plazo.
Hasta el mes de septiembre la emisión monetaria sumaba $1.673.000 millones, en octubre el Banco Central absorbió unos $100.000 millones, no parece demasiado, pero marca una tendencia, el Tesoro va a financiar su déficit con deuda pública, no con emisión monetaria.
Esta medida trajo como consecuencia una menor liquidez de mercado. Los agentes económicos pueden financiarse en el mercado de capitales vendiendo cheques propios con aval de una sociedad de garantía recíproca. Sobre finales del mes de marzo, casi en forma conjunta con el comienzo de la cuarentena, la tasa de cambio de cheques a 30 días pasó del 30% anual a niveles inferiores al 10% anual, Argentina parecía Suiza. Esta política ayudó a las empresas a financiarse en un momento delicado, pero también hizo que muchos agentes económicos postergaran liquidar exportaciones o vender los dólares ahorrados ya que contaban con un financiamiento extremadamente eficaz y económico. No faltaron los que aprovecharon estos niveles de tasas bajos para adquirir dólares en el mercado.
En el mes de marzo el dólar Contado con Liqui, lo más parecido el dólar blue, cotizaba a $90, desde que se produjo la baja de tasas pasó a niveles de $120 entre mayo y julio, para iniciar un viaje a los $180 que tocó en octubre pasado.
La baja del dólar Contado con Liqui se produce cuando la tasa de descuento de cheques trepa a niveles del 30% anual, y comienza a escasear la liquidez para descontar cheques a plazos mayores a los 180 días.
Durante la pandemia el gobierno tendió una ayuda a la población a través del IFE y los ATP, de esta forma empresas e individuos se vieron protegidos ante el desamparo de una economía cerrada por la cuarentena. Esto derivó en un aumento considerable del déficit fiscal, que habitualmente es muy criticado, pero nadie se preguntó qué hubiera sucedido si estas ayudas no hubieran existido.
El Banco Central llevó adelante una política de extrema liquidez, que sirvió para aliviar los problemas financieros de las empresas, sin embargo, dicha liquidez se tornó la principal enemiga del gobierno, cuando dicho excedente comenzó a vehiculizarse hacia el billete verde.
El gobierno ya contaba con bajas reservas antes de ingresar a la pandemia, el déficit fiscal primario del gobierno de Mauricio Macri fue del 0,5% del PBI. Este año el déficit fiscal primario treparía a niveles del 6,8% del PBI. Para el año 2021 el gobierno podría bajar este déficit a niveles mucho más bajos, se estudiaría la posibilidad de un déficit equivalente a unos $100.000 millones por mes, esto nos dejaría con un déficit fiscal en torno del 3% del PBI. Sería una gran señal para el mercado.
¿Cómo haría el gobierno para bajar tanto el déficit? En el año 2021 no habría más ATP y quedaría un rezago muy pequeño del IFE. Las tarifas comenzarían a subir, con lo cual descenderían los subsidios. No habría grandes aumentos para los empleados del Estado. Las jubilaciones, pensiones y asignación universal por hijo seguirían pisadas en su actualización. En resumen, se vendría un plan ortodoxo: pisan el gasto, endurecen la liquidez, suben la tasa y la corrida contra el dólar queda en un segundo lugar. Habrá que preocuparse por el nivel de actividad y el empleo.
Si el gobierno explicita un plan de este tipo, el mercado no tardaría en renovarle la confianza, aunque faltan señales más contundentes, como por ejemplo retirar el Impuesto a la Riqueza o bien dejarlo, pero excluir a todos los activos productivos, algo que reduciría notablemente la base imponible, sería más justo y se igualaría a los impuestos a la riqueza que se aplican en otras partes del mundo, como por ejemplo Chile.
En la última licitación del Tesoro hubo muchas ofertas, pero el gobierno desistió de tomar todo el dinero que le ofrecieron porque la tasa era demasiado elevada, a nuestro juicio esto será la constante. El gobierno colocó $9.755 millones a una tasa del 37,5% anual, el mercado en cada licitación le pedirá algo más, como la necesidad tiene cara de hereje, el Tesoro tendrá que pagar, se consolidaría una tasa de mercado alta, y la demanda de dólares podría disminuir.
Un tema no menor es que la cuarentena dejó a varias industrias paradas, este faltante de mercadería genera un bolsón de liquidez que se irá disipando en el tiempo. En la medida que la mercadería vuelva al mostrador, el dinero que se corría al dólar volverá a mercadería, y eso va a descomprimir la suba del tipo de cambio.
Para poder dar una señal más contundente, el gobierno debería eliminar el anticipo del Impuesto a las Ganancias sobre el dólar solidario, haría que los precios de los dólares alternativos desciendan, eso achicaría la brecha y sería una señal contundente de que el Tesoro busca simplificar y no complicar los precios relativos.
Conclusión
* Las medidas que restringen la liquidez harán que el dólar blue descienda y difícilmente pueda volver a los niveles de $200 hasta el año 2021. Los meses de noviembre y diciembre muestran una mayor demanda de dinero, producto de que son meses con muy buenas ventas, en algunos rubros la más alta del año.
* La suba de tasas no resuelve el déficit fiscal del gobierno, la escasez de reservas y el atraso cambiario que existe en Argentina son problemas estructurales que requieren de definiciones políticas claras, algo que escasea en el escenario actual.
* Las mayores importaciones de Brasil y la comparación del tipo de cambio bilateral con dicho país, revelan que estamos con una clara desventaja cambiaria. Los altos impuestos a las retenciones y la logística nos ponen un límite a las exportaciones mundiales. Necesitamos una mejora del tipo de cambio real, esto implica no devaluar nominalmente, pero sí bajar los impuestos a la exportación y el costo argentino.
* La solución que propone el gobierno de corto plazo será efectiva, pero necesitamos saber cómo resolver los problemas estructurales. El mercado interno está canibalizado, las ventas son cada vez más informales, los salarios son bajos y las rentabilidades empresariales escasas.
* Es muy probable que el dólar esté tranquilo hasta fin de año, mientras la discusión económica gira en torno del dólar, el verdadero problema es la actividad económica, la falta de empleo, caída de la inversión y la imposibilidad de pagar mejores salarios, este es el lado B de la crisis económica, que es más importante que hablar del dólar.