Hubo encuentros bilaterales con General Motors, Toyota, Renault, Peugeot y Volkswagen. Empresas se resisten, pero funcionarios amenazan con restringir divisas
En un tire y afloje que lleva meses, el Gobierno volvió a exigirle ayer a las automotrices que bajen los precios de sus vehículos un 10% como mínimo, si pretenden obtener beneficios de financiamiento para motorizar las ventas y acceder a divisas para pagar sus importaciones.
Los ministros de Economía, Axel Kicillof, y de Industria, Débora Giorgi, recibieron a los representantes de cinco terminales por separado, en encuentros que duraron aproximadamente media hora y en los que cada empresa expuso su situación y los planes que prevé hacia adelante. También participaron los secretarios de Comercio, Augusto Costa; y de Planeamiento Industrial, Horacio Cepeda; además de la subsecretaria de Competitividad, Mariana González. Estos últimos fueron los delegados por la Argentina en las negociaciones técnicas con los funcionarios brasileños por el acuerdo automotriz de corto plazo que se firmará la semana próxima en Buenos Aires.
Por el sector privado, estuvieron directivos de General Motors, PSA Peugeot Citroên, Toyota, Renault y Volkswagen. Los únicos presidentes que participaron fueron Isela Costantini, de GM, y Thierry Koskas, de Renault.
Fuentes privadas y públicas coincidieron en plantear que uno de los principales puntos de discusión de los encuentros bilaterales fue el precio de los autos, que se dispararon fuertemente con la devaluación y el nuevo impuesto. Esta situación sumada a la suba de las tasas de interés frenó la venta de vehículos y complicó a las terminales, golpeadas también por la merma en la demanda brasileña. Ello desencadenó en suspensiones en la mayoría de las empresas y despidos en autopartistas.
El Gobierno viene insistiendo en la rebaja de precios desde las últimas reuniones con las compañías, pero hasta ahora las automotrices se resisten. Todas admiten estar evaluando algunas alternativas, pero aún no le llevaron nada en concreto a las autoridades. “Es un punto tirante de la negociación, así como el tema del impuesto. Si bien hasta ahora sólo entraron los de alta gama, estamos en un momento crítico porque nuevos ajustes de precios implicarán que otros modelos comiencen a pagar el tributo”, señaló una fuente de una terminal.
Los funcionarios encararon el encuentro con el anticipo de que está próximo a firmarse el convenio automotriz con Brasil –sería el miércoles– y que habrá un nuevo flex –valor que mide los términos de intercambio– en torno a 1,6, un número intermedio entre la posición de la Argentina y la del vecino país, que pretende un libre comercio. Esta cifra implicará que por cada dólar que exporte la Argentina a Brasil en materia automotriz, podrá importar 1,6 dólares.
También este acuerdo incluiría metas genéricas de integración de piezas que deberían definirse en el próximo cuatrimestre en función de las posibilidades de producción de determinadas autopartes y sus respectivas homologaciones. La mayor integración nacional es un viejo reclamo del Gobierno, que vuelve a ser puesto sobre la mesa de negociación en cada encuentro con las terminales. Y ayer no fue la excepción.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, volvió a referirse ayer al sector, al manifestar que el “acuerdo con Brasil, financiamiento y participación de la industria con los precios” permitirá agilizar el sector automotriz. En su habitual conferencia de prensa en Casa de Gobierno, Capitanich agregó: “Pretende mos un incremento de las inversiones en la producción de autopartes para mejorar la balanza comercial y lograr mayor participación de componentes nacionales en el producto final”.