La primera parte del año mostró una fuerte reducción del rojo de las cuentas públicas, pero ahora se espera que el Banco Central cubra las necesidades de financiamiento. Puede tener impacto sobre la inflación y el dólar
Luego de un primer semestre en el que las cuentas públicas mostraron un fuerte ajuste, todo indica que la segunda parte del año será muy diferente. También el Gobierno se prepara para hacer frente a sumas abultadas para enfrentar sus necesidades financieras. Según estimaciones de la consultora Equilibra, en lo que resta del año el Banco Central deberá emitir no menos de 1,6 billones de pesos: “De esa suma, al menos un billón corresponde a la expansión del gasto del Tesoro y otros $ 600.000 millones para pagar intereses de sus pasivos remunerados”, es decir básicamente Leliq y pases pasivos.
En general, siempre la primera parte del año tiene un menor desequilibrio fiscal y la situación se pone más picante en el segundo semestre. La excepción fue el 2020, cuando la pandemia obligó a poner en marcha millonarios planes de ayuda social a través del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), y apoyo para que las empresas pudieran afrontar el pago de salarios, a través del programa ATP.
Por este motivo, el año pasado arrojó una expansión récord que llegó a los 2 billones de pesos, que luego fueron parcialmente reabsorbidos por el BCRA. La consecuencia de aquella emisión fue el salto del dólar a $195 en octubre del año pasado y luego un salto inflacionario en los meses subsiguientes, que llegó a picos superiores a 4% mensual.
En lo que va del año, la base monetaria apenas se expandió un 8%, contra una inflación que acumula casi 25% (incluyendo la estimada para junio). Esto significa que se produjo una fuerte contracción real de la cantidad de dinero que circula en la economía. La expectativa es que este ajuste, que tiene contrapartida el menor déficit fiscal registrado en el período, repercuta en menor inflación en los próximos meses.
Pero esta lógica cambiará en la segunda parte del año, a partir de un mayor requerimiento de pesos por parte del Tesoro ante un rojo mucho mayor de las cuentas públicas. La creciente presión del kirchnerismo para impulsar el gasto antes de las elecciones será un factor de peso en los próximos meses.
Se espera, por ejemplo, un mayor despliegue en lo que se refiere a planes asistenciales. Ayer mismo el Gobierno anunció un refuerzo de $ 6.000 en julio para los 900.000 beneficiarios del plan Potenciar Trabajo y también se habla de una compensación para los jubilados por la diferencia entre los aumentos recibidos y la inflación acumulada en el semestre.
Por supuesto que en la expansión de gasto entran otras variables: la devolución de impuesto a asalariados (que insumiría unos $ 50.000 millones), nuevos bonos para beneficiarios de planes sociales, nuevos refuerzos de la tarjeta Alimentar y un incremento de los subsidios ante el congelamiento tarifario.
La expansión de pesos que finalmente se produzca en el segundo semestre va a depender de cuánto sea capaz de conseguir el Tesoro, a través de financiamiento vía emisión de deuda en el mercado local. Para asegurarse ese objetivo, autorizó a los bancos a desarmar las Leliq que hoy integran los encajes y transformarlas en letras de tesorería.
Cuanto mayor sea el financiamiento que consiga el Tesoro, menor será la necesidad de emitir pesos. Según Equilibra, el Tesoro ya cuenta con fondeo para cubrir más del 90% de los vencimientos de fin de junio y despejó compromisos del mes que viene, desde AR$ 460.000 hasta AR$ 272.000 millones.