A valores actuales, el precio máximo que rozó el billete informal en octubre del año pasado equivaldría a $255. Sin embargo, en su cotización actual, se ubica por encima de su promedio histórico de los últimos diez años
Con su pronóstico de que el dólar libre volverá a oscilar entre los $190 y $200 hacia fin de año, el economista Carlos Melconian puso el dedo en la llaga apenas unos días antes de que el Banco Central anunciara fuertes restricciones para el acceso al dólar en el mercado financiero. Aunque en la entidad monetaria tomaron con sorna los dichos de uno de los gurúes favoritos del círculo rojo, no esconden la preocupación por una posible ola dolarizadora que amplíe la brecha cambiaria y, de hecho, actúan en consecuencias. Con todo, el debate se repite: ¿a qué precio el dólar es “caro” o “barato”? El dólar libre en torno a los $178 que cerró ayer ¿es un valor razonable?
La primera respuesta es obvia. La actual cotización está lejos de los precios de pánico a los que llegó en octubre del año pasado cuando el blue tocó los $195. A valores de hoy, ese precio equivaldría a $255, según los cálculos del economista Bruno Panighel. Esto es, ajustando el precio máximo de octubre de 2020 por inflación y también por la variación de las monedas de los principales socios comerciales del país. Desde esa perspectiva, entonces, se podría asumir que el billete “está barato”, ya que tiene todavía mucho por recorrer en la medida que la tensión preelectoral se incremente. Curiosidades de la economía argentina: el valor actual del dólar coincide, en términos reales, con el que se negociaba en el mercado informal en abril del año pasado, al inicio de la cuarentena estricta que derrumbó la actividad económica durante meses.
En cambio, si se contrasta el precio de hoy con el promedio histórico, la conclusión puede ser muy distinta. Más bien la opuesta. Es que, en relación al promedio de los últimos 10 años, la cotización del blue acusa un nivel 7,4% más alto. “Para ubicarse en el promedio de 2010 a hoy, debería estar en torno a los $110”, calculó Panighel, quien restó importancia a la idea de calcular el tipo de cambio real en términos de competitividad. Si bien el valor promedio del dólar libre de la última década se ubica bastante más cerca del valor del dólar oficial -que en su variante minorista cerró ayer en $101,6 y $96,2 mayorista- que del informal, la comparación pierde relevancia dada la vigencia de los múltiples controles. “Entre los cepos y las retenciones, ese resultado no es real y no refleja los verdaderos atrasos o adelantos. Y, en todo caso, aunque hoy el dólar blue está en un nivel comparativamente alto, habrá que ver si logra mantenerse”, opinó el economista.
El derrotero de dólar en los próximos meses es, sin lugar a dudas, la principal inquietud hoy de todo el mercado, donde crece el consenso en que el BCRA logrará contener la brecha pero en el que nadie descarta turbulencias y ponen el foco en la nueva variante de moda, el “dólar Senebi”. Se trata del segmento de negociación paralelo al mercado en el que grandes operadores, en transacciones bilaterales, pueden girar sus dólares al exterior, también mediante compra venta de bonos. No rigen, en ese tipo de operaciones, ninguno de los controles que rigen desde el lunes para el mercado tradicional de CCL, por lo que los precios acordados pueden dispararse.
Desde el Central minimizaron ayer esta posibilidad y advirtieron que en ese segmento solo pueden operar los mismos que operan en la rueda tradicional. Y las cotizaciones “tienen que ser transparentes”. Es decir, si los precios que resultan de esos acuerdos difieren de los de pantalla, eso puede ser tomado como indicio de una irregularidad. En otras palabras, para el BCRA, si los precios se empiezan a divorciar, eso indica que alguna de las partes está haciendo un mal negocio y puede ser motivo de investigación.
Al mismo tiempo que la autoridad monetaria le muestra los dientes al mercado, puertas adentro sus funcionarios aseguran estar muy confiados en que superarán el segundo semestre sin fuertes complicaciones. Consideran que, a diferencia del año pasado cuando la corrida los sorprendió más desprovistos, el andamiaje de controles ya vigentes está aceitado y que todavía tienen resortes para ajustar la regulación, tal como quedó demostrado el fin de semana pasado. De ahí que rechazan de plano las proyecciones privadas que indican que el Central se deberá desprender de más de la mitad de las reservas netas acumuladas este año pero, reconocen, que las reservas las tienen para usar.