La economía argentina vivió con tranquilidad los primeros 7 meses del año, el déficit fiscal fue bajo, ingresaron muchos dólares de la exportación y se ganaron reservas. En los próximos 5 meses tendremos la contracara de lo que se venía observando. Cuidado con el precio de los dólares alternativos.
Por Salvador Di Stéfano
La economía argentina vivió un escenario muy favorable en los primeros siete meses del año, la cual inició un camino de recuperación económica, que quedó evidenciado con un aumento de la recaudación del 68% anual. Este aumento estuvo impulsado por el crecimiento interanual del 180% en los derechos de exportación y 95% en los derechos de importación y tasas de estadísticas.
En los primeros seis meses del año las exportaciones aumentaron el 28,3% producto de un incremento del 22,4% en los precios y 4,7% en las cantidades. La combinación de la suba de soja y derivados más el maíz alentaron una mejora sustancial en las ventas al exterior.
Las importaciones, en los primeros seis meses del año, aumentaron el 48,6%, producto de un incremento del 8,6% en los precios y 36,9% en las cantidades. La fuerte suba del petróleo y derivados, como los bienes de capital, empujaron a las compras del exterior a la suba.
En el 2021 tuvimos una clara mejora de los términos de intercambio que ayudó al gobierno a regar con dólares sus necesidades de financiamiento y demanda del público.
El sector externo comenzó a complicarse notoriamente en el mes de julio, el aumento de los fletes internacionales hace que los exportadores argentinos resignen precio, mientras que los importadores aumentan sus costos. Una sumatoria de problemas derivados de la crisis sanitaria, más faltante de conteiner y barcos elevan los costos considerablemente.
A este problema estructural mundial, Argentina comienza a tener un severo agravante, la baja del caudal de agua en el Río Paraná complica las exportaciones argentinas.
Un buque de siete bodegas que carga 60.000 toneladas, y normalmente salía de los puertos de Rosario con 50.000 toneladas, hoy están saliendo con 41.000 toneladas. Un buque de cinco bodegas que cargan 40.000 toneladas, y salían desde los puertos de Rosario con 36.000 toneladas, hoy salen con 30.000 toneladas. Este flete ciego, que es la diferencia entre la carga potencial y la real, es una pérdida muy grande para el exportador. Estos barcos tienen que completar carga en otros puertos, un caso es el de Bahía Blanca que en la actualidad está muy operado, superando su capacidad de trabajo.
Argentina no tiene previsto un plan B en caso de una baja importante en el Rio Paraná, la producción de la zona núcleo no cuenta con un tren que la lleve, hasta Bahía Blanca, el maíz y trigo. Todo se hace con camiones, es caro y el costo termina impactando en el dinero que recibe el productor. En la actualidad hay dos cotizaciones de maíz, una más alta si cargás en Bahía Blanca y otra más baja si cargás en Rosario. En el caso del maíz, producimos 50 millones de toneladas, y solo consumimos 15 millones de toneladas, nunca se hizo un plan estratégico para convertir este insumo en agregado de valor. Hoy estamos condenados por el flete a venderlo muy por debajo de lo que cotiza en Chicago. Algo parecido sucede con la harina de soja.
En resumen, el productor agropecuario comienza a estar afectado por la variable logística, retenciones y brecha cambiaria para medir su resultado. En Chicago la soja vale u$s518 y en Argentina u$s190 billetes. En maíz dicha relación es u$s218 en Chicago y u$s109 billetes en Argentina.
Más allá del tema sectorial, la realidad es que las manufacturas de origen agropecuario y los productos primarios representan el 70,6% de las exportaciones argentina, un retroceso en las cantidades y precios cambia el ingreso de dólares al país.
Para el segundo semestre del año el mix de baja del río Paraná, suba de fletes marítimos y precios de la soja en lateral harán que las exportaciones disminuyan, lo que traerá aparejado un problema severo en la asistencia de dólares al mercado.
En los primeros siete meses del año hubo adelantos de exportaciones al Banco Central por u$s2.500 millones en prefinanciación de exportaciones, si no hay nuevos adelantos de fondos, el flujo de fondos disminuirá y las reservas sentirán el impacto. Si a las reservas actuales le restáramos el adelanto de exportaciones, las reservas se ubicarían en los u$s40.000 millones, y las reservas reales por debajo de los u$s4.300 millones, de las cuales u$s3.630 son reservas en oro.
Conclusiones
* La baja del río Paraná, los mayores costos en logística, una tendencia lateral en los precios de la soja y el aumento de la brecha cambiaria podrían generar una fuerte demora en la venta de mercadería para exportar. Esto traería consecuencias muy nocivas para el Banco Central, ya que quedaría menos abastecido de dólares.
* La necesidad de importación es creciente, la baja del río les quita potencia a las represas hidroeléctricas, y probablemente haya que importar más combustible que lo habitual. Vamos a un escenario en donde muchas importaciones podrían estar demoradas o bloqueadas ante el faltante de dólares.
* Hay vencimientos de deuda muy importantes para afrontar en la segunda parte del año, si bien se recibirá dinero del FMI, y se aprovechará para cancelar vencimientos de capital, no es menos cierto que hay fuertes vencimientos de intereses que habrá que desembolsar en efectivo.
* Las empresas privadas estarán bajo la lupa, si faltan dólares podrían ser obligadas a reperfilar deudas o cancelar deudas a dólares de mercado.
* En este escenario vamos a un mercado cambiario en donde predominaría el stress, esto se traduce en dólares alternativos que estarán a la suba, con un Banco Central que irá perdiendo poder de fuego para contenerlos.