En los últimos meses hubo muchas colocaciones de títulos “dólar MEP”, ideales para inversores minoristas que buscan una tasa en moneda dura. Qué salida buscan las empresas ante las nuevas trabas
Las nuevas regulaciones del Banco Central, que traban a los inversores el acceso a dolarizar sus carteras, también representa un desafío para las empresas que buscan financiarse en el mercado local. De hecho, la emisión de bonos “dólar MEP” que se habían puesto de moda ahora desapareció y en las sociedades de Bolsa que promovían este tipo de colocaciones reconocen que por el momento va a ser muy complejo reflotar el producto, al menos mientras se mantengan las nuevas regulaciones.
Empresas generadoras de dólares como Genneia, John Deere y Cresud habían emitido títulos directamente en dólares en los últimos tres meses. Las tasas van del 6% al 8% anual en moneda dura. Lo más atractivo para el inversor era que partiendo de una posición de pesos podían comprar bonos dolarizados, por eso se denomina a estos títulos “dólar MEP”.
“Con las últimas regulaciones se le complica mucho al inversor minorista operar productos en dólares, porque está obligado a depositarlos en su cuenta bancaria. Y después no es tan fácil volverlos a entrar en el sistema”, explicó el ejecutivo de una de las principales Alyc (sociedades de Bolsa locales) que se especializa en emisiones primarias de deuda. Se pierde así un mercado genuino y líquido de financiamiento, el único al que podían acceder la mayoría de las compañías argentinas que consiguen crédito en el mercado de capitales local.
Las próximas emisiones son por el momento en bonos en pesos que ajustan según el tipo de cambio oficial, es decir dollar linked. IRSA, por ejemplo, sale el lunes con un título a tres años de estas características por el equivalente a USD 15 millones. Y una compañía agropecuaria, MSU, buscará también con un título que ajusta al tipo de cambio oficial el equivalente a USD 50 millones.
Los bonos ajustados al dólar oficial ganan atractivo en estos meses debido a las expectativas de un salto cambiario luego de las elecciones. El mercado interpreta que el Gobierno no podrá sostener el ritmo de suba a cuentagotas del tipo de cambio oficial, que apenas crece 1% por mes cuando la inflación es del 3%. Por lo tanto, comprar un bono ajustado al dólar oficial permitiría una cobertura ante un “evento” como puede ser un salto del tipo de cambio ya sea gradual a lo largo de los meses o de una sola vez. Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), la expectativa es que la suba del dólar oficial el año próximo sea de 40%, hasta los $ 155, pero muchos piensan que incluso podría llegar al 60% para compensar lo que no subió este año.
Sin embargo, para las empresas es una mala noticia que se acoten las opciones de financiamiento. Por ejemplo, títulos en pesos a tasa fija sólo pueden emitirse de cortísimo plazo, ante la elevada inflación. Por lo tanto queda la opción de bonos ajustados, ya sea por tipo de cambio oficial o por inflación (UVA).
El financiamiento en dólares “puros” queda así reservado por un puñado de empresas en el mercado internacional, que tienen acceso a grandes inversores y poseen una calificación incluso mejor que la del riesgo soberano. Muchas empresas que no llegan al mercado externo, en cambio sí aprovechaban la liquidez en dólares de muchos inversores para financiarse a tasas más que razonables en el mercado local. Sin embargo, este mercado por el momento quedaría ilíquido, al menos mientras subsistan las dudas respecto a cómo debe operarse en el mercado a partir de las nuevas reglas impuestas por el Central.
Las nuevas reglas obligaron a muchos inversores a apurar la apertura de cuentas en el exterior para seguir operando en el mercado de contado con liquidación. El BCRA exige que cualquier transacción realizada por inversores individuales o empresas debe culminar con una transferencia de dólares en sus respectivas cuentas bancarias. Antes era posible dejar las divisas en la cuenta comitente de la sociedad de Bolsa y seguir operando desde allí.