En el último cuatrimestre de 2021 el campo aportaría mensualmente alrededor de u$s2.500 millones. Impacto en la balanza comercial.
La bonanza en el ingreso de divisas del campo habría llegado a un tope y se encienden luces amarillas en el horizonte para la economía argentina dependiente de dólares frescos. Lo cierto es que aunque los precios internacionales de los commodities del agro continúan en terreno positivo, a pesar de las bajas que experimentó el poroto de soja en los últimos meses, se comenzaría a retraer la venta de granos por parte de los productores y eso a su vez impactará de lleno en la liquidación de agrodólares para lo que resta del año.
Desde la Fundación Mediterránea adelantan que, según sus proyecciones, el 80% de las exportaciones totales de granos y principales derivados industriales del año, estimada en u$s37.300 millones, se habrían completado al cabo de agosto, quedando sólo un 20% para lo que resta del año. “Los envíos se ubicaron en u$s2.900 millones mensuales en el primer cuatrimestre, en u$s3.800 millones en el segundo y se estarían aproximando a u$s2.500 millones en el tercer y último cuatrimestre. Nótese que, entre el segundo y el tercer cuatrimestre, se estaría produciendo un recorte mensual promedio de u$s1.000 millones”, detallan desde la entidad.
En tanto, el dato clave a tener en cuenta es que el recorte estacional en las exportaciones agroindustriales implica perder en los próximos meses entre el 15% y 20% de las exportaciones totales, que pasarían a ubicarse más cerca de los u$s6.000 millones que de los u$s7.000 millones. “Una cifra que deja muy a tiro a las importaciones (u$s5.800 millones) y que por tanto implica perder el importante superávit comercial que se había logrado acumular gracias a precios internacionales extraordinarios de commodities y una finalmente buena campaña agrícola”, adelantan desde la Fundación Mediterránea.
En este marco, hay un dato fundamental a seguir de cerca y es el ritmo de comercialización de granos por parte de los productores. Por ejemplo, en octubre del año pasado el Gobierno llegó incluso a bajar de forma temporal las retenciones a la soja para alentar las ventas pero lo cierto es que la medida no logró su cometido. Los precios internacionales no eran lo suficientemente atractivos y a pesar de la baja impositiva prefirieron retener la soja en los silos a la espera de una mejora en los valores internacionales.
Esa mejora en los precios llegó en el inicio de este año y fue el fundamento clave para que en lo que va de este 2021 el ingreso de divisas del campo alcance récords históricos. Incluso, julio y agosto, ambos meses en los que se esperaba una retracción en la liquidación, terminaron ambos superando los u$s3.000 millones.
En este contexto, de acuerdo al relevamiento del ministerio de Agricultura a fines de agosto se llevaban vendidos 23 millones de toneladas de soja, una cifra muy parecida a la de la campaña previa, y un equivalente al 50% de los granos producidos en el ciclo (se suponen 46 millones de toneladas). Desde hace algunos años, el ritmo de avance de la comercialización de la soja ha ido bajando, distribuyéndose en una ventana temporal más amplia. Como referencia, hace 10 o 15 años, a fines de agosto ya estaba vendida el 70%/75% de la cosecha. En un contexto inflacionario, donde las opciones financieras tradicionales de ahorro rinden negativo en términos reales y existe restricción de compra de divisas, la concentración de capital en un activo atado al dólar como la soja, y además de mucha liquidez, resulta en una alternativa muy atractiva.
Considerando lo sucedido en años previos, en el último cuatrimestre del año podrían ser comercializadas unos 10 millones de toneladas de soja, un ritmo de ventas de 2,5 millones mensuales, desacelerando respecto de una media de 3,5 millones en el segundo cuatrimestre.
Por su parte, la comercialización primaria de maíz venía mostrando una gran dinámica, con 33,6 millones de toneladas vendidas a la misma fecha, el 65% de una producción estimada en 51,5 millones de toneladas, de las cuales 31 millones estaban vendidas a la exportación, para un saldo exportable total que puede ubicarse entre 37-38 millones de toneladas. En función de lo anterior, quedarían por comercializar entre 6 y 7 millones de toneladas con destino exportación, a distribuirse en el último cuatrimestre del año y algo que pueda pasar para 2022.