Un informe que circula entre empresarios y convalidado por otros analistas explica que la falta de “anclas” dificultará la reducción de los precios luego de las elecciones
Lejos de ser una solución más allá de las elecciones, el congelamiento generalizado de los precios agravará la inflación reprimida y complicará su reducción, luego del 50% proyectado para este año y un nivel similar para el próximo.
Para tratar de dar vuelta la página, el Gobierno seguramente insistirá desde el lunes 15 con la convocatoria a un acuerdo con la oposición, que incluya ciertas leyes económicas que puedan brindar una mayor certidumbre de mediano plazo, incluyendo las pautas del acuerdo con el FMI.
Sin acelerar el uso de las herramientas fiscal y monetaria, como el resto de los países, la Argentina se encamina a otros dos años de alta suba de precios. Sin anclas y con mayor incertidumbre, el panorama solo puede empeorar, según advirtió la consultora Abeceb en un informe privado para sus clientes.
En el mismo sentido, Eco Go prevé que la inflación sea del 51% este año y del 66% el próximo. “Respecto al próximo año nuestra expectativa es que la inflación se acelera. Un posible acuerdo con el FMI requerirá descongelar precios de la economía y corregir el tema fiscal. Tipo de cambio, tarifas y combustibles van a tener que correr más rápido”, dijo a Infobae el director ejecutivo de la consultora, Sebastián Menescaldi.
En tanto, Abeceb precisó que “como el foco está en alimentos, se estima que el beneficio que se busca es conseguir un resultado rápido -preelectoral- para resguardar el poder adquisitivo en el principal rubro de gastos de los sectores populares (desde 2017, el ingreso real promedio de las familias cayó alrededor de un quinto)”.
Sin embargo, según la consultora fundada por Dante Sica, “resulta difícil creer que el Gobierno espere que una medida anacrónica y que resultó inefectiva repetidas veces vaya a tener un efecto contundente sobre la inflación medida por el IPC en los próximos noventa días”.
Al respecto, el informe sostuvo que posiblemente se busque con esta estrategia “mostrar un gobierno preocupado por hacer algo frente a la aceleración de la inflación” en la Secretaría de Comercio, frente a la inacción del Ministerio de Economía y el Banco Central en esta materia.
“La sobreactuación respecto de que la inflación es culpa de los empresarios es consistente con esta hipótesis. El incremento de 3,5% del IPC en septiembre fue un golpe difícil para la política económica: quebró la tendencia descendente que traía la inflación en los meses previos, el 2,5% de agosto fue el mínimo del año”. El resultado del 3,5 por ciento de octubre ratificó esta tendencia. Estos últimos índices, según Abeceb, pusieron en “evidencia que es poco realista esperar que sólo con el Plan Platita la gente llegara a los comicios con sus ingresos reales fortalecidos”.
En este sentido, subrayaron que “el congelamiento provocó también una fuerte erosión del ancla nominal. El Gobierno venía utilizando la política cambiaria para anclar los precios nominales y orientar mínimamente las expectativas privadas (desde el primer trimestre depreció el dólar oficial a un ritmo de 1% mensual)”.
Aunque “el mercado ya anticipaba que la política iba a devenir insostenible, el congelamiento le adelantó la fecha de vencimiento ya que implicó reconocer que el ancla había devenido no operativa”.
A la vez, el congelamiento provocó una mayor distorsión en los precios relativos. “Las tarifas públicas y el tipo de cambio venían perdiendo valor real sistemáticamente debido a la elevada inflación”.
“Como resultado, se está incrementando el déficit fiscal primario -los subsidios agregan más de 2% del PBI–, la economía pierde competitividad y se incentiva el adelantamiento de importaciones”, detalló. Pero este congelamiento -valorado por algunos como “una política proactiva”- introduce “una nueva fuente de distorsión de precios relativos”.
“El costo fundamental es una creciente incertidumbre que se reflejó en la ampliación de la brecha cambiaria con el CCL ‘libre’ superando los $200; elevación del riesgo país hasta valores máximos arriba de 1.700 puntos básicos; aumento de la tasa implícita en los futuros del dólar e incipiente retracción en los depósitos en dólares y a plazo fijo en pesos”, una aseveración que algunos ejecutivos del sistema financiero convalidan en privado.
“A este paso, 2021 sería el primer año desde 2011 en el que el IPC general avanza a una velocidad mayor que los precios regulados y la devaluación”, ya que no se cumplirá el pronóstico inicial de la suba de precios del 29% calculada por el ministro Martín Guzmán y, para los analistas, tampoco se llegaría al 45% reestimado en forma reciente.
De este modo, “las anclas ya no son tan efectivas para combatir la inflación de la oferta monetaria en una caja de zapatos. Y si los gastan con precios congelados va a haber faltantes de oferta”.
“El desabastecimiento es siempre un riesgo de los controles. Pero el Banco Central aviva la llama. Cuando se espera que haya un salto de precios, las firmas toman recaudos para cubrirse. Es típico que la firma no controlada prefiera aumentar precios, vender menos y quedarse con stocks. Esto alimenta fuerzas estanflacionarias”.
En este contexto, Abeceb advirtió que “las firmas que no esperan tener problemas de liquidez se pueden cubrir con instrumentos en pesos indexados o con dólar-link u operar en futuros”. Sin embargo, estos instrumentos financieros “no están libres del riesgo a medidas no anticipadas del gobierno”. “Debido a las dificultades para encontrar un buen hedge, no sorprende el fuerte salto en la cotización del CCL ‘libre’”, cuya cotización se ubica bien arriba de la del CCL intervenido.
De este modo, sin querer queriendo, el Gobierno reforzó “las expectativas de inflación para 2022″, tal como se refleja en el pronóstico de las consultoras que participan del relevamiento de expectativas del mercado (REM) que elabora el BCRA.
Así, “el congelamiento genera expectativas de que habrá un salto inflacionario luego del día 91. Esto se agrega a las expectativas de mayor inflación que ya existían para 2022 y se originaban en que el mercado espera correcciones del tipo de cambio y las tarifas”.
Mientras el Gobierno insiste públicamente en señalar como eje central de la negociación con el FMI la cuestión de los sobrecargos, el organismo multilateral “va a insistir en que se deben acumular reservas, reducir la brecha cambiaria y reducir el déficit primario. Y si no hay acuerdo con el FMI, lo va a exigir la realidad de todas formas”.
En este sentido, se observa la “profundización de inconsistencias en la política económica; dos cuestiones que hacen ruido entre muchas otras: primero, el congelamiento aumentará la inflación del año próximo; por lo tanto, la meta de inflación del Presupuesto de 33% para 2022 que ya era poco creíble, ahora lo es más”. En segundo lugar, “la emisión monetaria superó el ritmo mensual de los $200.000 millones que traía para acercarse a $300.000 millones.
“¿Como se hace consistente esto con una política de congelamiento? Si bien, no hay un vínculo instantáneo entre emisión e inflación, tampoco se puede esperar que la gente guarde semejante incremento”, advirtió Abeceb.
La siguiente pregunta fue “cómo va a hacer un gobierno políticamente debilitado, en el que conviven diferentes visiones sobre qué hacer y falto de coordinación en la gestión de las políticas públicas, para enfrentar los desafíos macroeconómicos que acechan luego de las elecciones”
“Es complejo elaborar una respuesta, pero sí hay algo que está claro: no va a alcanzar con retoques. Hay que establecer un marco consistente de políticas fiscal, monetaria y cambiaria. Diferencias políticas: Además de los costos asociados con un instrumento económico como el congelamiento, la política sumó ruido para elevar la incertidumbre”, se indicó.
En este sentido, “el inesperado cambio en la Secretaría de Comercio Interior, al margen de Kulfas o Guzmán, se leyó en los mercados como una injerencia más del kirchnerismo y aumentó el peso de las estrategias de cobertura en las decisiones de negocios”.
Por otra parte, se advirtió que “un elemento adicional que alimenta la incertidumbre es que el viento de cola que ayudó a la economía en la primera mitad del año muestra signos de que podría cambiar de dirección”.
Al respecto, resaltó el informe de Abeceb que “China ha debilitado su crecimiento en un contexto en que se observan problemas de stress financiero y energético; en Estados Unidos, la inflación se aceleró, lo que seguramente obligará a acciones más contundentes de la FED y, una tasa de interés más elevada significa apreciación del dólar; precios de commodities con presión bajista y depreciación de las monedas emergentes”. En la región, “hay que mantener en el radar a Brasil, donde Bolsonaro ha impulsado los gastos con vistas a las elecciones” en las que buscará la reelección.
Por su parte, LCG destacó que será muy difícil llegar a la pauta de inflación del 45% fijada por el Gobierno. “Para alcanzar dicho objetivo será necesaria una tasa mensual del 1,2% para lo que resta del año”.
“Cabe destacar que desde hace 6 meses la economía navega en una inflación anual por encima del 50%, a pesar de los múltiples controles (precios, cambiario, tarifarios, entre otros). Pese a la modesta desaceleración que se apreció hacia mitad de año, la economía consolida una tasa de inflación promedio del 3,5% mensual, lo cual representaría una tasa de inflación del 51% anual. Desde este nivel alto, deberá implementarse la corrección de precios relativos pendiente”, señaló el estudio que dirige Guido Lorenzo.
“Esperamos una desaceleración menor, con registros por debajo del 3% en noviembre, pero todavía altos. Para diciembre, la estacionalidad de los precios suele jugar en contra, sobre lo que se podrá sumarse el efecto de una aceleración del crawling-peg del BCRA o brecha cambiaria creciente”, señaló.
“En lo que respecta al año en curso, esperamos que el aumento de precios se ubique en la zona del 51/52% anual medido punta a punta en diciembre (en línea con una inflación promedio del 48% para 2021). De cara a 2022, podría pensarse que la actual dinámica inflacionaria será la que prevalecerá en los próximos 12 meses vista. Asimismo, no debe descartarse cierta aceleración de la misma ante factibles correcciones de precios relativos (tarifas y tipo de cambio), sobre todo si no median cambios de fondo y ante la ausencia de un plan económico”, resaltó LCG, planteando las dudas lógicas de un escenario político en el que se juega mucho en las urnas y se sabe poco sobre el día después.