Ayer el Banco Central aumentó el piso de rendimientos que deben pagar los bancos. El objetivo es desalentar la demanda de dólares y que baje la brecha cambiaria
La nueva suba de tasas definida por el Central subió 2,5 puntos porcentuales el piso que recibirán los ahorristas a la hora de realizar un plazo fijo. Desde ahora los bancos tendrán que pagar como mínimo el 41,5%. Si bien está lejos aún de los niveles inflacionarios, en realidad se apuesta al concepto de tasa “efectiva”, que con este último incremento ya está en el 50,4% anual.
La tasa “efectiva” surge de calcular la reinversión de intereses mensual que se obtiene en el plazo fijo en forma constante durante un año. Con esa conducta, el ahorrista finalmente terminará consiguiendo una tasa sustancialmente mayor que efectuando una colocación a sólo un mes. De hecho, la tasa mensual para el plazo fijo a 30 días ahora pasó a 3,4%, que sigue estando por debajo de la inflación mensual.
El objetivo es aumentar la demanda de pesos, que cayó fuertemente el año pasado producto de la elevada incertidumbre, la desconfianza en el Gobierno pero también el poco atractivo de estar colocado en plazo fijo en moneda local. Con tasas más atractivas, el ahorrista podría colocarse en pesos, apostando además a que el dólar libre no se va a disparar.
Para que el tipo de cambio resulte una mejor opción que un plazo fijo debería ubicarse a un valor superior a $ 320 en un año. En cambio, si el dólar sube menos que la inflación entonces será mejor la apuesta por un plazo fijo, ya sea tradicional o ajustado por UVA, que paga justamente el rendimiento del índice de inflación.
Uno de los que salió ayer a apostar públicamente por activos locales e incluso una disminución del tipo de cambio fue Eduardo Elsztain, el titular del grupo Irsa. “El valor del peso en términos reales está en mínimos históricos y debería estar comenzando un ciclo alcista”, aseguró ayer al lanzar un fondo común de inversiones en moneda local.
La suba de tasas de interés para que se ubiquen por encima de la inflación es por otra parte una de las principales exigencias del Fondo Monetario. Y claramente en esta primera parte del año se fue en esa línea, incluso antes de que se firme el nuevo acuerdo.
La nueva suba de tasas definida por el Banco Central está en línea con las demandas del FMI de ir a un esquema de tasas de interés positivas, es decir que le ganen a la inflación. Pero la principal apuesta es tranquilizar al tipo de cambio y sobre todo conseguir una reducción de la brecha cambiaria
Éste es el segundo aumento de tasas definido por el Banco Central. El primero fue ni bien arrancó el año de 200 puntos básicos (2% anual) y ahora redobló la apuesta por otros 250 puntos, incluso medio punto por encima de lo que esperaban los inversores. La entidad que preside Miguel Pesce remarcó que el objetivo es ir hacia “retornos reales positivos sobre las inversiones en moneda local y preservar la estabilidad monetaria y cambiaria”.
Una de las reiteradas críticas que sufrió el Banco Central el año pasado era justamente su política de tasas, que se mantuvo inalterada durante todo el año a pesar del fuerte repunte de la inflación. Para el mercado significaba echar “nafta al fuego”, es decir desalentar la demanda de pesos favoreciendo la dolarización y al mismo tiempo impulsando más la inflación. Pero la reacción del primer bimestre marca un cambio claro en la estrategia y van lentamente quedando atrás las tasas “negativas”, es decir por debajo de la inflación.
El aumento de tasas también prepara el terreno para un aumento más acelerado del tipo de cambio oficial. El objetivo es que los exportadores se sientan tentados a liquidar las divisas y luego colocar los pesos a una tasa de interés más atractiva. En cambio, si no tuvieran esa “zanahoria” la liquidación de dólares podría demorarse a la espera de un ajuste mayor del tipo de cambio.