Pagos con código QR, criptobilleteras e inversiones digitales son solo algunas de las prácticas que se incorporaron en los últimos cinco años y que hoy son parte de la vida diaria de los argentinos; el debate por el marco normativo.
Año 2017. El término fintech recién comenzaba a estar en el vocabulario de los argentinos: es una conjunción en inglés que deriva de las palabras finanzas y tecnología. Incluso, hasta octubre de ese año ni siquiera existía la Cámara Argentina de Fintech, creada a finales de ese mes por 13 miembros fundadores. Pero desde aquel entonces la industria avanzó a pasos agigantados.
Los números dan fe de este fenómeno. Desde 2017, el sector creció a un ritmo promedio del 45% anual, en 2021 finalizó con casi 20.000 empleos directos y se espera que este año la cifra escale a 30.000. Para dimensionar, el sistema financiero emplea a 102.000 personas, según información del Banco Central.
La pandemia de coronavirus aceleró más la tendencia, en tiempos donde la digitalización cobró una relevancia nunca antes vista. Los códigos QR para pagar con billeteras virtuales pasaron a estar en la mayoría de los comercios, invertir en criptomonedas dejó de tener una concepción lejana y hasta acceder a un crédito personal se volvió más sencillo. Hoy, el ecosistema fintech está compuesto por unas 330 compañías. El 10% de ellas nació el año pasado.
“Este volumen nos ubica en el tercer puesto regional, debajo de Brasil y México, y muy parejos con otro país muy fuerte: Colombia. El sector fintech se ha posicionado como uno de los más dinámicos de la economía argentina. Este crecimiento también se refleja en nuestra cámara, que hoy cuenta con 210 miembros que pertenecen a diversos verticales del negocio”, graficó Mariano Biocca, director ejecutivo de la Cámara Argentina de Fintech.
Según la entidad, las firmas del sector se pueden agrupar en nueve verticales, de acuerdo con la actividad que desarrollen: pagos digitales, que representan el 27% del total; créditos (21%) proveedores tecnológicos (12%); servicios fintech B2B, es decir, entre empresas (11%); blockchain y criptoactivos (11%); inversiones (7%); insurtech o seguros (5%); financiamiento colectivo (4%); y seguridad informática (2%).
“Las posibilidades que tiene el sector para seguir creciendo son enormes. Hay verticales que están más saturados y son más competitivos. En cambio, otros son más incipientes y tienen un desarrollo más aggiornado al futuro. Pero todos los verticales son diferentes y demuestran que tienen un gran potencial. Es un sector nuevo, caracterizado por empresas que en poco tiempo escalan, generan empleo, inversión, ingreso de divisas y tienen la posibilidad de formar algo mucho más amplio, que es la economía del conocimiento”, consideró Ignacio Carballo, director de Ecosistema Fintech & Digital Banking de la Universidad Católica Argentina
Las billeteras digitales fueron uno de los verticales que cobraron mayor impulso. Según el informe de Global Payments Report, elaborado por FIS, la Argentina es el país latinoamericano que más adoptó este medio de pago, con un 12,4%, seguido por Perú (10%). Para 2025, se espera que las billeteras virtuales ganen terreno y representen el 23% de las transacciones totales de un local comercial, incluso más que el dinero en efectivo (21,7%).
Para Mariana Franza, chief operating officer (COO) de Ualá, la economía del conocimiento tiene un alto potencial en la región, tanto en el presente como en el futuro. Entre el talento argentino y un mercado que genera un “vínculo virtuoso”, las empresas de la industria pueden atraer inversiones del extranjero y grandes capitales.
“El país puede ser líder y tener la capacidad de pensar, crear y comercializar soluciones locales exportables que pueden ser útiles al resto del mundo”, agregó. Sin ir más lejos, en agosto de 2021, Ualá cerró una ronda de inversión serie D por US$350 millones, que le permitió expandir sus equipos en la Argentina y México, y desembarcar en Colombia.
La revolución de las billeteras
En 2020 se generó una gran disrupción en la manera de comprar. En tiempos en los que la gente rehuía del dinero en efectivo para evitar los contagios de coronavirus, explotó la adopción de las billeteras virtuales y el pago a través de códigos QR. De acuerdo con un estudio que realizó Mercado Pago durante 2021 en cinco países de la región, uno de cada tres vendedores que usa herramientas de cobro digital las implementó durante el año de la pandemia.
Hoy, teniendo en cuenta todo el mercado, existen en el país cerca de 30 millones de claves virtuales uniformes (CVU), número que se multiplicó por diez desde 2020. “Los nuevos hábitos aceleraron procesos y ayudaron a aumentar la capilaridad de medios de pago online, contribuyendo de manera directa a disminuir el uso de efectivo y los niveles de informalidad. Los servicios financieros digitales fueron fundamentales para sostener la actividad económica durante estos últimos años y, gracias a este nivel alto de adopción como medio de pago, hoy son parte de la vida cotidiana de millones de personas y comercios en la Argentina y la región. Estos cambios llegaron para quedarse”, consideró Alejandro Melhem, vicepresidente de Mercado Pago.
Según Nicolás Andriano, head of product de la billetera digital TAP, el principal objetivo que tiene el ecosistema es que los servicios financieros lleguen a personas que los bancos tradicionales “no pueden o no están interesados en cubrir”. Sin embargo, en un país con altos niveles de informalidad y evasión, uno de los obstáculos es el uso del efectivo. “El desafío sigue siendo cómo introducir los productos y servicios a personas sobre las cuales no se conoce prácticamente nada, dado que no tienen un historial financiero”, indicó.
Desde Mercado Pago mencionan otro escollo: las regulaciones. En sintonía con la popularidad que fueron cobrando los servicios de pago, el Gobierno avanzó con nuevas disposiciones. Algunas de ellas fueron bienvenidas. Pero desde las compañías consideran que otras “desincentivan la inclusión financiera de millones de personas y el crecimiento del sector”.
La medida más cuestionada fue la que estableció el Banco Central “sin consulta” a fines de 2021, cuando anunció que los proveedores de servicios de pago tendrían que constituir un encaje del 100% de los fondos depositados. Básicamente, explicaron los afectados, implica dejar dormida su rentabilidad. “El marco normativo debe garantizar reglas claras, competencia e impulso al desarrollo de la tecnología y la innovación. Es necesario tener mayor diálogo y que se escuchen las necesidades del sector”, opinó Melhem.
También hubo “buenos proyectos”, dicen. Ejemplo de ello fue Transferencias 3.0, iniciativa que llevó a cabo también el Banco Central junto a las billeteras digitales, para que todos los códigos QR sean interoperables. Es decir, sin importar quién provea ese código, se puede pagar con cualquier billetera. Para la Cámara Fintech, esto permitió acelerar la adopción y potenciar el dinamismo del sector.
“Hubo puntos altos y otros bajos. Sin dudas, la mejor manera de encarar los procesos regulatorios es con la articulación público-privada y con un diálogo fluido y abierto. Esta debería ser la estrategia para alcanzar una regulación inteligente y estratégica que vele por la seguridad del usuario, pero que también permita el desarrollo de un sector que genera trabajo, riqueza e innovación para nuestro país”, sumó Biocca.
Los cambios en las inversiones
En los últimos cinco años también cambiaron las formas de invertir. Activos como bitcoin, ethereum o DAI pasaron a formar parte de la billetera digital de los argentinos. Según un informe de la compañía global TripleA, alrededor de 1,3 millones de argentinos tienen criptomonedas. Eso es el 2,94% de la población.
Este auge fue gracias a la tecnología blockchain. “Es uno de los sectores más dinámicos, no solo por la gran adopción que registra, sino también por la cantidad y calidad de las empresas que surgieron en el país y que son de categoría mundial”, consideró Biocca.
No obstante, los desafíos de este segmento van más allá de algunas normativas y aspectos tributarios. Para Juan José Méndez, chief brand officer de Ripio (una plataforma de compra y venta de criptomonedas), los escollos nacen porque “las reglas del mercado financiero tradicional tienen un alcance limitado e incluso se vuelven obsoletas”.
“Un ejemplo es el de las finanzas descentralizadas (DeFi), protocolos informáticos que traducen herramientas tradicionales –créditos, préstamos, plazos fijos, seguros, pagos, entre otros– al mundo cripto de forma eficiente y mucho más económica. En este ecosistema es imposible aplicar los mismos parámetros regulatorios o normativos del siglo XX”, opinó. Un dato para dimensionar la adopción de las criptomonedas: en 2022 Ripio crece a un ritmo sostenido de hasta 10.000 cuentas nuevas por día.
Aún así, resta mucho trabajo por delante. Sobre todo si se tiene en cuenta que, en la página 19 de la letra chica del acuerdo con el FMI, el Gobierno afirma que para “salvaguardar mejor la estabilidad financiera” está trabajando en adoptar medidas que buscan “desalentar el uso de criptomonedas con miras a prevenir el lavado de dinero, la informalidad y la desintermediación”. Por el momento, no se conocen más detalles. No obstante, desde el sector consideran que podría convertirse en una nueva traba.
“Es lógico que el mercado avance un poco más rápido que la regulación. Hay trabajo en conjunto con el Estado para fomentar el uso de fintech y billeteras virtuales. Lo ideal sería trabajar en un contexto de reglas claras que fomente la adopción de criptoactivos, como lo están haciendo algunos países, que promovieron leyes positivas sobre el uso de criptomonedas”, dijo al respecto Franco Bianchi, chief marketing officer de Lemon Cash, plataforma para operar criptomonedas que lanzó una tarjeta para pagar con bitcoins.
Más allá de las criptomonedas, otro ejemplo de cómo cambió la forma de invertir son las plataformas digitales, que permiten acceder a acciones, bonos y otras inversiones tradicionales. Así, sin costos de apertura o mantenimiento de cuenta, los pequeños ahorristas pueden operar en el mercado de valores.
Según Paula Premrou, CEO de Portfolio Personal Inversiones (PPI), esto democratizó el acceso a las inversiones financieras. “No es solo mostrar productos, sino enseñar desde el origen; desde la raíz de por qué son importantes las finanzas personales para el desarrollo de cada uno, para sus objetivos y metas en cada etapa de la vida”, agregó.
Agustín Hidalgo, chief communication officer de IOL invertironline, subrayó que el principal desafío que enfrentan las fintech de inversiones es el nivel educativo de la población. “El nivel de enseñanza financiera es muy bajo, y esto es una enorme limitación decrecimiento para el sector. Si bien está cambiando, históricamente no existe una marcada cultura del ahorro ni de la inversión con vistas al futuro”, completó.
¿La clave para lo que viene? Que las nuevas generaciones se sumerjan en el mercado de valores desde temprana edad. Algo que otras generaciones no lograron con éxito, puede que en parte “por el difícil acceso a las inversiones del mundo tradicional”.
Inclusión financiera
Cada uno de los nueve verticales fintech permitieron que los usuarios tomaran el control de sus propias finanzas a través de un teléfono celular: pagar un servicio público, acceder a un crédito, invertir por primera vez. Y, por sobre todas las cosas, empezar a construir un historial crediticio, paso fundamental en un proceso genuino de inclusión financiera. “Debe ser un objetivo a nivel nacional. Es algo en lo que hay que seguir trabajando y profundizando, no basta solo con tener la posibilidad o el acceso a una tarjeta de crédito, es un objetivo mucho más completo”, argumentó Premrou.
El desafío todavía es grande. Según un informe realizado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el BCRA en 2017, la Argentina se ubica entre los países con menos conocimiento y actitud financiera a nivel mundial: ocupa el puesto 37 de 39 economías. “Estamos convencidos de que hay que trabajar arduamente para revertir esta situación, porque el conocimiento financiero es clave para el desarrollo de la sociedad. Es una labor que debemos realizar desde el sector privado y público, junto con universidades, ONG, investigadores y familias”, sumó Franza.
De todas formas, los objetivos están claros y hacia adelante las proyecciones para las fintech son auspiciosas. “Si sumamos la generación de trabajo, la creación de empresas, atracción de divisas y levantamientos de fondos, parece que el mundo fintech vive en otra Argentina. Es una industria con mucho potencial, más allá de la coyuntura local, algo que no se puede encontrar en todos los sectores de la economía; pero que está en línea con los intereses que cualquier gobierno puede querer para nuestro hermoso país”, cerró el analista Carballo.
Por Melisa Reinhold