Con valores abajo de los USD 30 aparecieron compradores, aún en una jornada negativa para Wall Street y los activos de riesgo. Inversores ven un margen acotado de baja y más espacio para la recuperación.
Si algo le faltaba a la deuda argentina era la suba de tasas en Estados Unidos, que aleja a los inversores de activos de riesgo para refugiarse en inversiones seguras. Sin embargo, con cotizaciones muy deprimidas empezaron a aparecer compradores. Ayer fue un reflejo de esta tendencia para los bonos en dólares, con una apertura bajista pero una recuperación que se consolidó a lo largo de la jornada, cerrando con subas de entre 1,5% y 2%.
Los bonos vienen a los tumbos en el 2022, siguiendo en general la tendencia de los mercados globales. En realidad, toda la deuda de mercados emergentes está pasando un mal momento, en un contexto de mayor aversión de los inversores a opciones de riesgo. Los principales fondos que invierten en este mercado cayeron más de 10% en dólares sólo en abril y en mayo la tendencia sigue igual.
Pero en el caso de los bonos argentinos, la caída de precios es extrema. La mayoría de los bonos reestructurados opera con paridades del 30% y en algunos casos incluso por debajo. Se trata de un reflejo de la gran desconfianza que tienen los inversores en la Argentina, como también lo marca un riesgo país de 1955 puntos básicos.
Incluso la debilidad de los bonos en dólares viene contrastando con la mayor estabilidad de las acciones argentinas, que inesperadamente se convirtieron en una suerte de refugio en medio de la fuerte caída que sufre Wall Street. Los papeles locales casi no caen en lo que va de 2022.
Detrás de esta relativa fortaleza de las acciones argentinas hay básicamente dos explicaciones: precios atractivos luego de fuertes caídas en los últimos tres años y la incipiente expectativa de un cambio de signo político en las elecciones de 2023. Pero esas mismas razones son las que podrían alentar una recuperación del mercado de bonos.
La suba de tasas de interés en Estados Unidos perjudica a la deuda emergente y obviamente también impacta en los bonos argentinos. Pero las cotizaciones están tan deprimidas que aparecen compradores, que incluso apuestan a que una futura reestructuración no será tan agresiva
El CEO de Cocos Capital, Ariel Sbdar, compartió ese punto de vista en un posteo en redes sociales: “En Argentina llevamos casi cuatro años y medio de mercado bajista agresivo. Nos acostumbramos a ver los precios caer y no llama la atención. Cuando se dé vuelta va a ser imparable este mercado, falta poco”.
En el caso de los bonos argentinos, el mayor temor pasa por una nueva reestructuración. Es decir, la necesidad de refinanciar la totalidad de la deuda a cambio de nuevos bonos, con mayor plazo de duración y eventualmente menores tasas. Algo parecido a lo que ya hizo Martín Guzmán en agosto de 2020, aunque sin buenos resultados a la vista. De hecho, la desconfianza de los mercados sobre la situación argentina se profundizó desde entonces.
Sin embargo, la posibilidad de una reestructuración agresiva también podría estar sobredimensionada por el mercado. Aún a estos valores, los nuevos bonos que surjan incluso después de una nueva reprogramación podrían tener precios sustancialmente mayores a los actuales. Todo dependerá de lograr acuerdos voluntarios y de recuperar acceso a los mercados financieros, algo que no sucede prácticamente desde principios de 2018.
El economista Carlos Rodríguez lo expresó en estos términos: “No entiendo por qué los bonos soberanos en dólares de la Argentina están a precios de default, cuando los pagos son prácticamente nulos hasta 2024″.
En realidad, una renegociación sería recién necesaria en 2025, que es cuando empieza a vencer el capital de los bonos más cortos emitidos por la Argentina en la renegociación, el AL29 y el AL30. Antes que eso, el nuevo gobierno deberá sentarse en 2024 para discutir un nuevo programa y financiamiento con el FMI. Allí también se discutirá qué hacer con la deuda tanto en dólares como en pesos, que sería la más complicada de resolver en el corto plazo.
Los actuales precios dan por seguro que se viene un nuevo default seguido de renegociación, pero no todo sería tan sencillo. Quienes mantienen contactos fluidos con los administradores de cartera del exterior aseguran que no quieren saber de nada con aceptar una nueva renegociación. Por lo tanto, se muestran mucho más proclives a empujar a la Argentina a un nuevo default que aceptar un nuevo “pagadios”.
Un escenario de estas características obligaría al futuro gobierno a mostrar señales de austeridad y equilibrio fiscal mucho más rápido, básicamente porque no tendrán la oportunidad que sí consiguió Mauricio Macri cuando llegó al gobierno en 2015. Es decir acceso por amplios montos al financiamiento externo, que le permitió patear para adelante el ajuste, hasta que el crecimiento de la deuda se volvió insostenible.