Desde su salida a la circulación, el billete del hornero perdió gran parte de su poder de compra en relación con el dólar
El billete de mayor denominación de la Argentina, el de $1.000 pesos, se emitió por primera vez hace 5 años, en noviembre de 2017. Esos 60 meses de su curso legal, muestra su pérdida de valor. Cuando apareció valía USD 51,87 para luego llegar al fin de 2022 con un valor de tan solo USD 5,90 si se lo mide al valor presente del tipo de cambio oficial -$169,14 en el mercado mayorista- y de apenas USD 3,20 medido en la cotización
La permanente devaluación, convalidada tanto por el Banco Central dentro del esquema de rígido control cambiario como por los agentes del mercado a través de canales alternativos -dólares negociados en la Bolsa y en el mercado paralelo-, no tuvo piedad con el peso y, por lo tanto, con el billete de máxima denominación. En cinco años la caída de valor frente al dólar fue de un 88,6% en el circuito oficial, y de un 93,8% según la cotización libre o “blue”.
En marzo pasado, la diputada nacional Ana Carla Carrizo, de Evolución Radical, presentó un proyecto de ley para que el Banco Central emita billetes de $5.000.
Según explicó a Infobae la autora del proyecto, la iniciativa tiene un doble objetivo. El primero es económico: “Reducir los costos de emisión en Argentina. El billete de mayor denominación, que es el de $1.000, se desvalorizó enormemente desde su primera emisión a fines de 2017. Con una inflación acumulada de más de 420%, hoy se necesitan cinco billetes para adquirir lo mismo que comprábamos con uno en 2017″.
“La segunda razón es política. Cada vez que se decide emitir un nuevo billete comienza un debate en la Argentina sobre las figuras, que genera una nueva grieta. Queremos cambiar esa práctica desde el Congreso y por eso elegimos las figuras de Cecilia Grierson y Bernardo Houssay para tomar lo que nos identifica del pasado, y reivindicar lo mejor del presente, la ciencia y la paridad en democracia”, comentó Carrizo.
A su vez, diputados de Juntos por el Cambio presentaron en febrero un proyecto para emitir billetes de $2.000, $5.000 y $10.000 con el argumento de que “generará un ahorro a las arcas públicas dado el elevado costo de emisión”.
Otra forma de determinar cómo se consumió el poder adquisitivo del billete de $1.000 es al confrontarlo con el galopante avance de la inflación. En 60 meses, desde diciembre de 2017 a noviembre de 2022, la inflación acumulada fue de un aplastante 780 por ciento. Por lo tanto, el billete debería haber incrementado su valor nominal prácticamente por nueve para seguirle el ritmo a la suba de los precios al público.
Un informe elaborado por María Castiglioni, economista de C&T Asesores Económicos, determinó que en base a la inflación cumulada en los últimos cinco años, un billete de máxima denominación que permita reemplazar la función que tenía un billete de $1000 en 2017 debería ser en el presente de un valor de $9.372 para conservar aquel mismo poder de compra. Es decir que la economía necesitaría de una emisión prácticamente de $10.000 para representar el valor inicial del “Hornero”.
“Este fin de año promete llegar con muchos más pesos en la economía. Si bien el mayor factor de emisión hoy pasa por el pago de intereses de los pasivos remunerados, un nuevo cóctel de medidas oficiales podría acelerar la impresión de billetes”, indicaron los analistas de GMA Capital.
Según datos del Banco Central, en el presente los billetes de 1.000 pesos pasaron a ser los de mayor circulación, por encima del 30% del total, algo insólito habida cuenta que estas emisiones son, además, las de mayor valor en el universo del efectivo. Como es lógico, al ser los billetes de más denominación los que más circulan, también es creciente el monto efectivo que representan dentro de la masa monetaria. “Sin billetes de mayor denominación y con alta inflación, los billetes de $1.000 ya explican el 70% del valor de la circulación monetaria”, reveló el economista Nicolás Gadano en su cuenta de Twitter.