Ya comenzó la cuenta regresiva para el primero de enero, una vez vencida la cláusula RUFO, el Gobierno debería sentarse a negociar con los fondos buitre. Los analistas esperan una negociación difícil.
Ya comenzó la cuenta regresiva para el primero de enero, cuando venza la famosa cláusula RUFO y el gobierno argentino se siente a negociar con los fondos buitres. Sin embargo, persisten las dudas respecto a cómo sería la negociación y la sensación que tienen los analistas económicos en la City es que no va a ser fácil, ya que el gobierno buscará algún recorte, y los fondos difícilmente acepten.
"Si no arreglan, tendrán que seguir administrando las reservas que tienen, con políticas similares a las actuales, y algún ajuste cambiario adicional. En este contexto, estimamos un tipo de cambio cercano a $ 10 para marzo y de alrededor de $ 11,50 para fin de año", prevén en uno de los grandes bancos de inversión.
"La percepción del mercado es que la negociación va a enfrentar dificultades, con el gobierno buscando algún tipo de reducción en el reclamo judicial y los litigantes buscando un recorte menor, por más que el pago sea en bonos", sostiene Alejo Costa, jefe de Estrategia de Puente. A su juicio, "si la negociación no es exitosa, el ingreso de ahorro externo va a ser menor, y el gobierno se vería necesitado de una mayor expansión fiscal o monetaria para sostener la demanda, lo que incrementaría la presión sobre el tipo de cambio".
En ese contexto, Costa cree que habría más chances de que el gobierno optara por una mayor tasa de depreciación, tanto para reducir la demanda de dólares ahorro y ciertas importaciones, como también para dar mayor competitividad al sector exportador.
Nadin Argañaraz, director de Investigaciones del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), coincide: "Si no hay acuerdo con los holdouts, el gobierno a priori debiera manejarse con las reservas más el flujo de dólares comerciales. Con la inflación que tenemos y la política cambiaria, se sigue perdiendo competitividad o atrasándose el dólar. En consecuencia, mayor es la demanda de dólares oficiales de manera directa (dólar ahorro) o indirecta (importaciones) y menor el incentivo a exportar por tu encarecimiento en dólares. Esto implica resignar reservas sin devaluar, devaluar sin resignar reservas o un mix. A mi criterio, el gobierno va a intentar evitar una devaluación discreta después de enero, quedándole como alternativa una devaluación que siga a la inflación. Con la inflación que tenemos, un dólar oficial de $ 10 es un valor razonable para marzo 2015, si se quiere evitar que el atraso cambiario continúe".
Para Jorge Colina, economista de Idesa, el retraso del dólar oficial no se debe a la situación irregular con los holdouts, sino a la inflación: "En la medida que la inflación sea en torno al 40% y el tipo de cambio oficial se mantenga estable, el retraso cambiario se agrava y las presión por futuras devaluaciones es mayor, porque caen exportaciones y hay presión por mayores importaciones, que es lo que los datos oficiales del INDEC viene mostrando. Entonces, para arreglar el problema del retraso cambiario, lo que hay que eliminar es la inflación, y para ello hay que equilibrar las cuentas públicas".
Desde la óptica de Colina, el problema que trae el no arreglo con los holdout es que le impide al Estado nacional tomar deuda en dólares en el mercado internacional para paliar la caída de exportaciones y la presión por la fuga de reservas: "El eventual arreglo con los fondos buitres abriría las puertas para el paliativo, pero no para la solución del atraso cambiario".