El impacto de la volatilidad cambiaria de las últimas semanas sobre los precios se sentirá con más fuerza en el índice de mayo. Los aumentos “defensivos” alimentan la inercia y el “dólar agro” no termina de torcer las expectativas
Si bien el Gobierno consiguió recortar la suba del dólar libre y de las cotizaciones financieras, la tensión cambiaria de abril sumó un nuevo motor de inflación a la economía, reforzand una inercia que los consultores económicos que recopila el Banco Central en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) evidenciaron con crudeza: su expectativa de inflación para 2023 subió 16 puntos, a 126%, mientras que para los próximos meses, puso un nuevo piso del 7 por ciento.
Aun con el siempre discutido impacto que tiene en la formación de los precios, el salto del dólar libre de 400 a 470 pesos no va a ser inocuo en términos de inflación, al igual que la suba, con mayores recortes, que tuvieron los dólares financieros. Los analistas aseguran que la magnitud de ese impacto será más palpable en las cifras de mayo que en las de abril, que el Indec publicará el próximo viernes.
En sintonía con el desorden cambiario, sobre la última semana de abril se registraron aumentos de precios en 6.000 bienes durables, según Ecolatina. El dato trae la particularidad de que muchos de esos incrementos fueron de 10, 15 o 25%; los aumentos en números “no redondos” ya son menos habituales. Y aparecen con mayor frecuencia en los comercios chicos, más lejanos a los controles oficiales, que en las grandes cadenas.
“Hay aumentos defensivos, reacciones apuradas a lo que se asume será el costo de reposición futuro en un contexto de inestabilidad cambiaria e incertidumbre política, un comportamiento muy lejano a estrategias óptimas de priceo, lo que genera múltiples ineficiencias en el camino y una mala asignación de recursos”, apuntó Ecolatina.
En despachos oficiales admiten esas diferencias entre los canales de comercialización y aseguran que trajo efectos en las ventas, con cadenas de supermercados que subieron su facturación y caídas en los autoservicios chinos y los pequeños comercios. Aseguran que les fue mejor a los que cumplieron con los acuerdos. No obstante, admiten que fue la tensión cambiaria lo que cambió el sendero de aumentos mensuales con el que la Secretaría de Comercio esperaba frenar la inercia inflacionaria. Las negociaciones pasaron raudamente a hablar de 5% en lugar de un 3,2% de aumento mensual.
Así, el plan Precios Justos también sufrió el golpe del salto del dólar. Hubo grandes empresas que debieron dar marcha atrás: mandaron listas con aumentos que en algunos casos fueron rechazadas por las cadenas de supermercados.
La publicación del REM del último viernes refleja un panorama que seguramente habrá preocupado más a los funcionarios políticos que al equipo económico. Todo el proceso electoral va a desarrollarse con una inflación del 7% mensual, como mínimo. La inflación núcleo, que no contempla precios regulados ni estacionales, estará en el mismo orden, según la visión de los consultores.
“La volatilidad cambiaria tiene efectos sobre la inflación, dado que con el correr de los meses y de las disposiciones cambiarias, es cada vez mayor el porcentaje de los bienes y servicios de la economía que se rigen por estas cotizaciones alternativas”, señaló un informe del Grupo SBS, que asegura que limitar la aceleración inflacionaria dependerá en parte de limitar esa volatilidad, a la vez que considera que la reciente suba de 10 puntos en la tasa de interés de referencia está orientada a frenar a los dólares financieros “y no a contener directamente la inflación”.
La evolución del dólar oficial, por otra parte, también hace su aporte a la inflación. El habitual pedido del FMI de no atrasar el tipo de cambio (más de lo que ya se hizo en la gestión de Martín Guzmán) se cumplió en abril. Durante la tensión cambiaria el crawling peg se aceleró hasta llegar a tocar el 9% mensual, bien por encima de la inflación. El comienzo de mayo marcó la misma tendencia, que parece haber llegado para quedarse. Ese dólar oficial más firme, durante años por debajo de la inflación, tendrá también su impacto por la vía del encarecimiento de las importaciones.
¿Empujón?
A la vez, esa aceleración del dólar oficial podría empujar a los exportadores a liquidar a través del dólar agro, tratando de que no se reduzca aún más el margen con el tipo de cambio especial de 300 pesos. En los débiles resultados del plan para captar los dólares del campo reside gran parte del desafío cambiario que enfrenta el gobierno. “Es un problema doble: tanto los flujos como los stocks están con diagnósticos reservados”, explicó un informe de Consultatio. En términos de flujos, la sequía derrotó al dólar agro, “que no genera entusiasmo ni en el mercado ni en el gobierno”. A eso se suma que “el stock de reservas brutas alcanzó su nivel más bajo en la gestión Fernández y las reservas netas se tornaron negativas en casi 1.000 millones de dólares, el peor registro desde fines de 2015″.
Más allá de la tensión cambiaria, mayo ya empieza con la previsión de aumentos fuertes, en particular del lado de las tarifas. Habrá aumentos en el transporte público, ya indexados, en las tarifas de electricidad, que llegarán al 80% en algunos casos, en el gas de 25%, en peajes del 40%, en combustibles del 4%, y la lista sigue. La distorsión que aún existe en muchos sectores anticipa un camino largo por delante hasta alcanzar algún grado de normalización.
El informe de Ecolatina lo resume: “El proceso se ve alimentado por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral, la falta de credibilidad para coordinar expectativas y la ausencia de anclas: nuevas subas en tarifas de servicios públicos, un crawling peg que no podrá ralentizarse y paritarias que ejercerán presión en el año electoral. A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del dólar agro sobre ciertos alimentos, con un programa Precios Justos con escasa influencia”.