La activación del segundo tramo del canje de monedas con China servirá ahora para hacer frente al compromiso, lo que deja en evidencia que el país no tenía, hasta ayer, los recursos necesarios
El presidente Alberto Fernández primero, desde China, y luego el ministro candidato, Sergio Massa, y el titular del Banco Central, Miguel Pesce, anunciaron ayer la activación del segundo tramo del swap con China. Originalmente de USD 5.000 millones, el monto se amplió en USD 1.500 millones, por lo cual a partir de ahora estarán disponibles un total de yuanes equivalentes a USD 6.500 millones a los que Massa ya les encontró destino: los gastará, según dijo, en intervenir en el mercado cambiario y en pagar el vencimiento al FMI.
Para el primero de los destinos, la aplicación luce obvio, sobre todo si el ministro logra acceder a la segunda vuelta electoral. Mantener el dólar lo más calmo posible será prioridad absoluta al tiempo que su eventual competidor, Javier Milei, podría tensionar esa cuerda hasta niveles difíciles de sostener. Sin dólares, o yuanes en este caso, es una presión complicada de resistir. Así, aunque la activación del swap técnicamente no fortalecerá las reservas, sí caerán en la medida que se lo gaste en el mercado. De hecho, ayer las reservas volvieron a cerrar con saldo negativo de USD 193 millones.
La segunda aplicación del swap, el pago de los compromisos con el FMI, lleva inevitablemente a revisar la cuenta casi de almacenero de reservas y preguntarse en qué se gastó el Banco Central los USD 7.500 millones que desembolsó el FMI a fines de agosto pasado, los que se suponía servirían para cubrir los vencimientos pasados de julio y ese mismo mes y también los que se aproximan.
En un mercado con cada vez mayor nerviosismo ante la cercanía electoral, sin oferta de divisas por parte de los exportadores y una ola dolarizadora que crece en la misma medida que las chances de una “sorpresa” el domingo por la noche, la respuesta puede parecer algo obvia: en frenar la escalada del dólar. Vale la pena, entonces, el desglose de cuánto le costó al Gobierno mantener el dólar en todas sus variantes por abajo de los $1.000, aunque muy cerca.
De acuerdo a la cuenta original, del giro de USD 7.500 millones realizado por el FMI tras las PASO, unos USD 1.700 se destinaron a reponer el tramo del swap chino que se había aplicado a los vencimientos de fines de julio y principios de agosto, otros USD 1.000 millones se destinaron a devolver el crédito puente que otorgó con el mismo fin la Corporación Andina de Fomento (CAF) a la que se sumaron otros USD 777 millones de otro préstamo puente de Qatar que también se devolvió. Con los USD 4.000 restantes estaba previsto el pago al organismo de septiembre, que se canceló por casi USD 1.000 millones, y los USD 2.600 millones de fin de mes para el que, hasta el nuevo anuncio de la activación del swap, no estaban evidentemente los recursos necesarios. De haberse respetado el plan original -al menos el del FMI- se calculaba para esta época un remanente de USD 408 M aproximadamente.
Pero, la tan dinámica realidad de los mercados metió la cola y los números cambiaron drásticamente. Entre septiembre y las primeras dos semanas de octubre, el Banco Central perdió USD 3.000 millones de reservas. Una parte, por el pago de compromisos pero otra parte sustancial por la venta neta de divisas en el mercado cambiario oficial y también por la fortísima intervención en las primeras dos semanas de agosto y lo mismo en octubre en el mercado del dólar financiero. Así, de un valor negativo en torno a los USD 4.300 millones tras el desembolso y repago al FMI, las reservas netas profundizaron la caída, que supera ahora los USD 7.300 millones.
Esa cifra, aclaró el economista de la consultora Ledesma, Gabriel Caamaño, no se modificará por la activación del swap con China. De hecho, las reservas brutas finalizaron ayer nuevamente por debajo de los USD 25.000 millones, en USD 24.797 millones según informó el BCRA. Esto es así porque, por un lado, porque ese monto se contabiliza en las reservas brutas pero, por el otro, porque ya estaba casi todo computado. Es decir, el swap ya estaba integrado a las reservas, lo que cambiaría a partir de ahora es su disponibilidad para ser gastado. “No hay impacto positivo en reservas brutas porque ya está sumado, aunque sí negativo en la medida que lo uses. Tampoco en reservas netas”, resaltó el economista.