La diferencia genera costos de competitividad que probablemente se trasladen al próximo gobierno, aunque no cambien la política de éste
El dólar avanzó 1,8% ayer en Brasil, el doble del 0,9% que ganó en la Argentina durante todo el mes pasado. La devaluación del real brasileño ya acumula un retroceso de 23,5% en el último semestre y mete presión a la política de atraso cambiario como ancla inflacionaria que decidió sostener el Gobierno para el final de su mandato. Analistas consultados sostienen que el movimiento de la moneda del principal socio comercial, por grande que sea, no alcanza para forzar un cambio en la administración cambiaria local pero sí multiplica los costos del dólar quieto.
En la Argentina, el Banco Central (BCRA tuvo que vender u$s 35 millones ayer para proveer a un mercado muy demandado para la cancelación de importaciones y otros pagos al exterior. Con su intervención, y la administración dólar a dólar de las compras, la entidad conducida por Alejandro Vanoli dejó que la divisa subiera apenas cuatro milésimas o 0,04% hasta los $ 8,744 por unidad.
El dólar mayorista gana 2,25% en lo que va del año y 3,76% en los últimos seis meses, un ritmo equivalente a una sexta parte de lo que se apreció la divisa estadounidense respecto de la moneda brasileña en ese período.
La diferencia de velocidades entre el movimiento del dólar que permiten Buenos Aires y Brasilia agrava un problema de competitividad por la vía cambiaria que ya venía prefigurándose desde que Vanoli y su antecesor, Juan Carlos Fábrega, detuvieron el movimiento de la divisa tras ensayar un salto discreto en enero de 2014.
A ojos del Gobierno, el abrupto salto del 23% en un solo mes que sufrió el dólar entonces hizo poco por corregir el atraso cambiario y mucho por acelerar el avance de los precios, además de empujar a un valle del orden 25% la imagen positiva de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en febrero y marzo de ese año, según datos de Management & Fit. Desde entonces, el tipo de cambio nominal avanzó apenas 9,23% (y la aprobación presidencial se recuperó hasta el 32% antes de volver a bajar al 29% actual).
El fuerte movimiento de la moneda brasileña, sin embargo, no aparece como un evento de magnitud suficiente como para cambiar el rumbo de la política cambiaria que sostiene el Gobierno, a ojos de los analistas.
«La estrategia de atraso cambiario ya es un hecho y han endurecido tanto el cerco sobre el mercado que no veo un cambio de la política del BCRA de acá a diciembre», dijo Luciano Cohan, economista de Elypsis.
«Lo que aumenta, en todo caso, es el costo de la política de dólar planchado pero no la cambia», coincidió Juan Manuel Pazos, analista del Estudio Broda.
En los análisis sobre el futuro de la política cambiaria, sin embargo, los economistas marcan una divisoria de aguas en el 10 de diciembre, último día de este mandato presidencial. El retraso cambiario acumulado difícilmente sea retrocedido por la nueva administración, al menos hasta niveles post devaluación de 2001, y menos si quien tome el mando lograra volver a financiarse en el exterior.
«Lo que estamos viendo es que el atraso no va a ser tan fácil de desandar, menos si se hacen los deberes para volver a emitir deuda», dijo Cohan.
El consenso es que eliminar el cepo probablemente mueva al dólar, pero una nueva etapa de apreciación cambiaria es bien posible.
«No van a volver las vacaciones baratas a Brasil, pero tampoco creo que veamos una vuelta al tipo de cambio de 2003 a 2006», dijo Pazos.