La política de cierre de importaciones provocó un efecto similar del exterior a la producción local.
Mucho se ha hablado en estos tiempos de la “sustitución de importaciones”, presentándola casi como una política de Estado. Sin embargo, poco y nada se dice de que provoca “sustitución de exportaciones”, ya que, como se verá, ambas están claramente interrelacionadas. En los últimos mensajes presidenciales no faltaron los ejemplos de empresas que empezaron a producir en la Argentina país lo que antes se debía importar.
Claro está que ese ahorro de divisas, por lo general de montos reducidos aún para el bajo intercambio comercial argentino, no se logra ni por tener un tipo de cambio competitivo, ni por un salto en la productividad.
El objetivo se consigue a fuerza de sostener un férreo cepo importador que, inclusive, alcanza a bienes de primerísima necesidad, tales como medicamentos o instrumental quirúrgico, por citar un par de ejemplos. Ya no se trata de subir aranceles o de colocar barreras no arancelarias para sostener un tipo de cambio apreciado, si no que directamente se restringe al mínimo el giro de divisas para solventar las compras en el exterior.
Traducido en números, se observa cómo las importaciones vienen cayendo de forma sostenida y acelerada en los últimos tiempos. Durante 2014, el descenso de las mismas fue de 11% y el primer mes de 2015 dejó como resultado un derrumbe de 19%, abarcando a todos los principales rubros del comercio exterior.
Se podrá argumentar que la caída de la actividad económica es la causa que determina el bajón de las importaciones. Sin embargo, eso solo resulta una explicación parcial, si no sería innecesario colocar cupos limitados de divisas para ciertos sectores como el automotriz o el de electrónicos, o directamente cerrar por completo el grifo para otros importadores.
De la vereda de enfrente, si se mira el derrotero de las exportaciones en los últimos meses, se observa que la caída es tan brusca como la de las importaciones.
Durante 2014, el descenso fue de 12% y el arranque de 2015 mostró que el mes de enero registró 18% menos de exportaciones que en igual mes del año anterior.
Existen tres aspectos principales que explican la interrelación entre el derrumbe importador y el exportador.
En primer lugar, muchos países que vieron como la Argentina les cerró el ingreso a sus productos, están tomando represalias optando por realizar sus compras a otros países en lugar del nuestro. En segundo término, una gran mayoría de lo que el país exporta tiene componentes importados o necesita de algún bien producido en el exterior en su proceso de elaboración.
Por último, y quizás la razón principal, está el fuerte atraso cambiario. Un dólar que en la Argentina hace meses que se ajusta muy por debajo del ritmo inflacionario y que le da al peso una fortaleza importante frente a las monedas de la región, lo que obliga a reforzar el cepo importador para evitar una avalancha de productos del exterior para los cuales no hay divisas. Esta importante apreciación de la moneda provoca que sea cada vez más difícil colocar fuera de las fronteras lo que se produce, que termina afectando principalmente a las llamadas economías regionales. Muchas de ellas, en franca crisis, tenían en el exterior a sus principales clientes y hoy luchan a duras penas por mantener un mínimo nivel de ventas que permita su subsistencia.
Para lo que resta del año, el panorama no pinta con grandes cambios. Se mantendrá lo más posible el atraso cambiario y se seguirán dosificando las divisas. No habrá que sorprenderse si se sigue viendo caídas de dos dígitos, tanto en las importaciones como en las exportaciones.