• Riesgoso: coincide con tendencia a una mayor dolarización ante las elecciones.
• Las fugas vía ahorro y tarjetas.
El sesgo expansivo de la política monetaria del Central se viene notando desde principios de año, pero se aceleró en las últimas semanas. Como consecuencia, la base monetaria, que terminó creciendo al 22%, ahora lo hace al 33%. Y las tasas de interés, que en un primer momento Alejandro Vanoli había subido para alentar la inversión en pesos, ahora vienen bajando gradualmente.
Tiene motivos el titular del BCRA para aventurarse a una política más flexible. Pero no es menos cierto que este enfoque tiene sus riesgos, sobre todo cuando se lleva adelante en medio de un proceso preelectoral, en los que tradicionalmente crece la demanda de dólares por parte del mercado. Algunas variables que entusiasman al Gobierno en materia monetaria son las siguientes:
• Los depósitos en pesos aceleran mes a mes su crecimiento y en abril, ayudados por la liquidación de dólares de YPF, tuvieron el mayor incremento de los últimos años, un 9%.
• La inflación presenta tendencia bajista y por lo menos en el corto plazo (tres o cuatro meses próximos) no parece que pudiera acelerarse. Habrá que monitorear qué sucede en julio, que suele presentar mayor presión por motivos estacionales.
• Los futuros del Rofex hasta fin de año presentan una tasa implícita inferior al 17%, lo cual representa un incentivo para quedarse en pesos. Pero después de fin de año sufren un salto importante bien por encima del 20%.
• El tipo de cambio está tranquilo, con un «blue» que no muestra grandes sobresaltos y una brecha que se mantiene en torno al 40%.
Sin embargo, hay algunas señales preocupantes. La demanda de dólares habilitados por otros canales se mantiene firme. Entre la demanda del denominado dólar «ahorro» y el uso de tarjeta en el exterior se van u$s 1.000 millones mensuales, pese a que el incentivo a utilizar estos mecanismos se redujo al bajar la brecha con el dólar oficial.
Por otra parte, estas últimas dos semanas hubo mucha demanda de pesos por parte de las empresas para cumplir con el pago de Ganancias, lo que hizo subir las tasas de cortísimo plazo en moneda local y al mismo tiempo incrementó la oferta de divisas. Habrá que ver qué sucede a partir de la semana que viene, cuando haya desaparecido este factor puntual.
Por el momento, el BCRA no parece dispuesto a aflojar y seguirá incentivando un mayor otorgamiento de crédito. Los bancos están muy líquidos, porque los depósitos vienen creciendo a una tasa muy superior al crédito (más del doble en términos mensuales). La idea es que esa liquidez se vuelque al mercado crediticio. Lo más seguro es que a fin de junio, además, se renueve la línea de financiamiento productivo para que las empresas puedan tomar crédito a tasas subsidiadas, hoy inferiores al 20%.
Todo este cóctel de baja de tasas y mayor emisión cierra con atraso cambiario. Nadie duda a esta altura que el dólar seguirá aumentando en dosis homeopáticas y por debajo de la inflación en los próximos meses. Según calculó ayer en la reunión del CICYP el economista Miguel Bein -uno de los principales asesores de Daniel Scioli-, el tipo de cambio llegaría a $ 9,70 para el 30 de noviembre. Esto significa una leve aceleración respecto de la suba de los últimos meses, pero siempre por debajo de la inflación.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=790618