Los fondos han comprado Lebac hasta el máximo permitido y buscan diversificarse. Comienzan a convalidar tasas menores para emisores más riesgosos y menos líquidos
Las tasas que ofrecen las Lebac, las letras que emite el Banco Central (BCRA), han sido la referencia y el piso para los títulos que emiten empresas y otros soberanos por ser un rendimiento atractivo y libre de riesgo. Pero tras más de un año de fuertes emisiones para esterilizar los pesos que financian al fisco, los inversores están hoy al tope de lo que pueden invertir en esas letras y empiezan a convalidar tasas menores para emisores más riesgosos y menos líquidos.
Para poder esterilizar, el BCRA paga hoy 26,04% a 98 días, pese a la baja gradual de tasas que implementó en los últimos meses (en septiembre del año pasado ese plazo rendía 26,86%), una tasa en pesos sin riesgo que supera el riesgo de devaluación. No sólo los bancos vienen comprándolas, sino también fondos comunes de inversión, aseguradoras, empresas.
«Tiene que ver con que hay una bola interesante de Lebacs en el mercado. La mayoría de los fondos están al 40% de su patrimonio en Lebacs, que es el máximo que pueden tener», dijo un banco colocador.
«En general, ya no hay más lugar para que los fondos compren Lebac. Tienen que subir mucho el patrimonio administrado para que puedan comprar más», coincidieron en la mesa de un fondo. «Ahora los emisores corren con la ventaja que, según qué instrumento o plazo tengan, pueden cortar mejor que las Lebac», agregaron.
Los fondos buscan ahora activos menos líquidos para evitar la volatilidad y que una fuerte venta del título que baje su cotización implique un rendimiento negativo.
«La masa de Lebac tiene más volatilidad de la que parece. Cuando falta liquidez, los fondos salen a vender las Lebac, sobre todo las cortas. Y los fondos «t+1″ se basan en que no pueden rendir negativo, que siempre la cuota gana un poco más. Si están concentrados en Lebac y sufren rescates, corren el riesgo de que el rendimiento marque negativo», dijo el banquero.
Así fue como la semana pasada, la ciudad de Buenos Aires aprovechó para colocar $ 580 millones en letras del Tesoro a 91 días a una tasa de 24,99%, por debajo de los 25,92% que rinden las Lebac. En teoría, una provincia no puede pagar menos que la entidad que puede emitir los billetes para pagar sus deudas.
En tanto, un elemento positivo de las Lebac es que su mercado secundario cuenta con una fuerte liquidez. No debería pagarse menos por un título que cuenta con menos oportunidades de venderse.
Desde octubre del año pasado, los emisores tienen que armar estructuras mixtas, atadas a la Lebac a corto plazo y a la Badlar más una sobretasa a largo plazo para poder competir con los rendimientos de las Lebac.
Pero ahora, la necesidad de los inversores de diversificar sus carteras creó una distorsión de mercado.
De esta situación nació también el Bonac en marzo pasado, que emite periódicamente el Tesoro ligado a la tasa de las Lebac, pero que los inversores pueden computar como un tipo de activo diferente al emitido por el Central.