En los primeros cuatro meses del año, el déficit fiscal real ya se ubica en $ 56.000 millones. Para los analistas, la proyección del rojo primario -sin contabilizar los intereses de la deuda- para finales de años superará los $ 150.000 millones
El Gobierno está decidido a sostener la economía mediante la inyección de todos los fondos públicos que sean necesarios. Las últimas cifras oficiales correspondientes a marzo ya marcaban un sendero creciente en los desembolsos del Tesoro, con una variación anual de 45%. Sin embargo, datos disponibles al mes de abril revelan que el gasto primario devengado creció a un ritmo inédito de 52%.
La cifra marca un pico, pero no llegó a transformarse en un nuevo umbral. Los números preliminares del gasto total pagado por el Estado que la Secretaría de Hacienda actualiza a diario través del Sitio del Ciudadano muestran que en mayo la tendencia se moderó un poco, pero sigue firme arriba de 40%.
En abril pasado, el gasto primario (que no contempla el pago de intereses de la deuda) ascendió a $ 100.753 millones. Un año atrás, había sido de $ 66.074 millones. Los datos surgen de las planillas de ejecución presupuestaria que divulga la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP). Los informes muestran la variación acumulada, pero la resta entre los datos del primer cuatrimestre y los del primer trimestre permiten radiografiar el período que queda en el medio (en este caso abril) para evaluar tendencias.
A diferencia del resultado fiscal que informa el Ministerio de Economía, que por ser base caja traduce lo efectivamente desembolsado (puede incluir pagos de meses anteriores o bien restar otros que pasan a ser deuda flotantes), ASAP expone lo imputado al período en el Presupuesto. Por esa razón ambos indicadores, más allá del retraso habitual del primero de ellos, no tienen una coincidencia plena.
Uno de los registros más preocupantes del actual nivel de gasto, es la brecha que se observa con la variación de los ingresos. En los primeros cuatro meses, el primero creció a un ritmo de 46,8%, mientras que los recursos totales lo hicieron a 26,9%. Eso implica una distancia de casi 20 puntos, que en el período observado se tradujo en una ampliación del déficit financiero, que ya trepó a $ 56.391 millones.
La recaudación arrancó el año débil, con niveles similares o por debajo de la inflación. Las utilidades del BCRA tampoco ayudaron, ya que por no mostrar una variación significativa frente a las del año anterior, en términos reales aportaron menos a las cuentas del 2015. Solo en mayo, el fuerte salto que mostraron los ingresos por el Impuesto a las Ganancias lograron que el cuadro fiscal se recomponga parcialmente.
Hacia adelante, el gasto seguirá un curso similar. Los factores que lo empujan son todos endógenos y tienen un ritmo de ajuste propio, como salarios, jubilaciones y subsidios económicos (energía y transporte). Todavía falta otra tanda de aumentos, como las asignaciones familiares y la Asignación Universal por Hijo (AUH).
En abril, las transferencias corrientes al sector privado se elevaron 62% interanual, contra 49% reflejado en marzo. Las partidas que compensan la importación de gas y el congelamiento tarifario aumentaron 38%. A su vez, se destinaron casi $ 5000 millones para fondear el programa Pro.crea.ar, y otros $ 4700 millones para financiar empresas públicas.
Para los analistas, el dato más preocupante es que el comportamiento fiscal del Gobierno combina ingresos insuficientes con un gasto que se multiplica, anclado en las necesidades de un año electoral. El endeudamiento que empezó a tomar el Tesoro con las Bonac es solo un paliativo para compensar los límites formales de la asistencia del BCRA, con lo cual el rojo seguirá en ascenso. Según las proyecciones del Estudio Broda, el déficit primario cerrará el año con un aumento de $ 156.000 millones. Para tener una idea de la magnitud de este número, esta variación negativa frente al 2014 representa 3,3% del PBI, y es equivalente a todo el deterioro acumulado entre 2003 y dicho año.