El incentivo del Estado, que incluye el plan PRO.CRE.AR. y los créditos que otorgan bancos públicos, logró frenar la caída de los hipotecarios. Pero hoy representan el 1,6% del PBI, frente al 5,3% que alcanzaban en 2000. Y sólo llega al 14% de los pasivos de los hogares.
La inflación y la incertidumbre desincentivan los créditos a largo plazo e incentivan el financiamiento del consumo. En junio pasado, el volumen de créditos hipotecarios al sector privado rozó los $ 50.000 millones. Este importe no sólo implica el mínimo en términos del producto bruto interno (PBI) en los últimos 15 años, sino que corresponde con una contracción en la participación de los hipotecarios en el total de pasivos de las familias, según un informe de la consultora Ecolatina. En este contexto, el aporte del plan PRO.CRE.AR. y de los bancos públicos ayuda, pero no logra recuperar el stock de créditos perdidos en los últimos años.
A mediados de este año, los créditos hipotecarios representaban el 1% del PBI, frente al 5,3% en 2000. En tanto, la participación de esos préstamos supera apenas el 14% de los contraídos por las familias, frente al 40% que participaba a comienzos de la década pasada.
“El argentino sustituyó el sueño de la casa propia por consumo de autos, electrodomésticos y bienes no durables, lo cual lo perpetúa en condición de inquilino, con los costos a largo plazo que esto implica”, indicó el informe, porque los pasivos de las familias contraídos para consumo (tarjetas de crédito) alcanzan un tercio del total, cuando a inicios del siglo representaban menos del 10%.
Ante esta situación, el Estado trató de compensar la falta de oferta. Según el informe, los bancos públicos fueron los más dinámicos a la hora de dar créditos hipotecarios: sólo el 30% de los casi $ 50 mil millones otorgados por el sistema financiero surge de bancos privados, cuando a principios de la década pasada el porcentaje superaba el 50%. (El Banco Nación otorgó préstamos hipotecarios por $ 20.000 millones superando lo otorgado por todos los bancos privados, por $ 15.000 millones.)
También se creó el plan PRO.CRE.AR., dirigido a la construcción de viviendas de la clase media con tasas y cuotas accesibles y subsidiadas. El volumen de estos créditos superó los $ 20.000 millones en febrero y se estima que hoy está cerca de los $ 30.000 millones.
En conjunto, los préstamos de los bancos públicos y el PRO.CRE.AR. Explican más del 80% de los créditos hipotecarios ampliados ($ 80.000 millones). Y esa ampliación, desde 2013, mejora mínimamente el ratio sobre el PBI al 1,6%. “El crédito subsidiado del gobierno logró frenar la caída del crédito hipotecario ampliado (créditos del sector financiero más el PRO.CRE.AR), pero el ratio se ubica muy por debajo respecto al comienzos del milenio (1,6% del PBI vs. 5,3% del PBI, respectivamente)”, concluyó.
El retroceso de los créditos hipotecarios está relacionado con la inflación y las tasas de interés reales negativas. La inflación acorta los plazos de los depósitos, lo que obliga a recortar el plazo de los préstamos. En tanto, las tasas reales negativas penalizan el ahorro e incentivan el consumo. Así es que en 2003 los plazos fijos a más de un año superaban el 18% del total y hoy no llegan al 1%, según el informe.
Un segundo efecto es que aumentan el precio de las propiedades. “La imposibilidad de canalizar el ahorro en instrumentos financieros presiona sobre el valor del metro cuadrado ya que los inmuebles son percibidos como una reserva de valor en moneda dura. De esta manera, dado un monto de créditos hipotecarios, son menos las propiedades que puede adquirir un trabajador”, agregó. Y un tercer efecto es la incertidumbre, que acorta el horizonte temporal de las decisiones.