• Los ahorros son ahora una opción de fondeo costosa que las entidades buscan evitar; el dólar no acusa recibo
La pelea contra el dólar empieza a tener sus primeros efectos no deseados sobre el mercado. A pesar de la decisión de Alejandro Vanoli de poner un piso más alto a las tasas de interés de plazo fijo, y de que el Gobierno se esfuerza todavía por alentar a organismos y empresas a vender bonos en moneda extranjera para descomprimir las presiones cambiarias, el «blue» y el contado con liquidación volvieron a dispararse en los últimos dos días, los fondos comunes de inversión (FCI) hicieron nuevos rescates de dinero para destinarlo a alternativas vinculadas al dólar, y los bancos decidieron empezar a endeudarse para reemplazar el ahora costoso fondeo de los ahorristas.
El sistema financiero está enrarecido y convulsionado. A los desequilibrios de siempre y a la enorme incertidumbre electoral, que sólo podrá empezar a disiparse a partir del 9 de agosto, se les suman ahora algunas adversidades del contexto externo. Las medidas oficiales no despejaron la preferencia del sector privado por las alternativas dolarizadas: los fondos comunes de inversión llamados «money market», que son una parte importante de la liquidez del sistema porque destinan la mayor parte de su cartera a plazos fijos, redujeron su patrimonio en unos $ 3.300 millones desde abril un 8% y la tendencia parece haberse prolongado hasta estos días (ver infografía).
En los bancos, sin embargo, sostienen que por el momento se perciben buenos niveles de liquidez. El cliente minorista no había retirado sus depósitos aún cuando las tasas eran inferiores a las que propuso Vanoli, y parece estar dispuesto todavía a aguantar las elecciones primarias con su dinero en un plazo fijo. El problema parece estar ahora, en cambio, del otro lado del mostrador: los bancos, que tras la decisión del Gobierno deben pagar altos retornos por estos ahorros, empiezan a resistirse un poco más a este tipo de fondeo. Y prefieren, en cambio, salir a buscar liquidez mediante colocaciones de deuda en pesos. La razón: con los rendimientos mínimos que fijó Vanoli, el plazo fijo se convirtió en una opción demasiado cara. No sólo por la tasa minorista, que por normativa quedó en el 23,6% anual desde este lunes, sino también por los costos asociados: por las obligaciones de hacer un «encaje», de destinar parte de lo captado al fondo de Sedesa (un seguro de depósitos) y de pagar los impuestos que lo gravan (Ingresos Brutos), los bancos terminan pagando en total un 29,6% anual, al menos, por cada depósito. Todo esto, con un agravante: con una mayor cantidad de plazos fijos, las entidades deben volcar más préstamos a la línea de inversión productiva (la que impone dar el BCRA a tasas negativas) en los siguientes seis meses.
Sólo en la última semana, el ICBC, el Galicia, el Supervielle, el BBVA Francés y el Comafi anunciaron sus respectivas emisiones de obligaciones negociables por un total de hasta $ 1.200 millones. «Es claramente más barato tomar deuda que plazos fijos, sobre todo si ya tenés el programa de colocación aprobado», comentaron ayer en una mesa de dinero. Las operaciones se hacen a mediano plazo (18 meses) con tasas mixtas: son fijas durante un período, y se convierten en variables a partir de entonces (atadas a la Badlar o al tipo de cambio). La mala noticia de esta decisión de los banqueros se ve en los efectos: se proveen de liquidez que ya está dentro del sistema financiero y quitan efectividad a las nuevas tasas del Central para sacar pesos de la plaza.
Por todo esto, el Gobierno se verá obligado a avanzar en su plan de acción heterodoxo para frenar al dólar. El lunes, las principales compañías de seguros del país recibieron llamados de distintos funcionarios de la Superintendencia del sector con el pedido de que salieran a desarmar posiciones en moneda extranjera y ampliaran, de este modo, la oferta de bonos en la Bolsa para hacer caer el contado con liquidación. Y ayer, según algunos trascendidos, las presiones continuaron en los fondos comunes de inversión: los funcionarios les habrían pedido vender títulos en dólares bajo la amenaza de retirar las inversiones en pesos que hoy reciben de la ANSES. La estrategia parece estar orientada a provocar una baja del «contado con liqui», que aliente a grandes jugadores a vender divisas en el mercado informal y descomprima la presión sobre el «blue». Los beneficios todavía no se sienten y los costos, en cambio, se multiplican: el menor crecimiento y la mayor inflación parecerían ser sólo los primeros daños de un dólar que no encuentra su precio.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=801122