Falta demasiado, casi cinco meses, para el 10 de diciembre, pero economistas de los principales candidatos ya tienen en estudio una medida para atravesar el desierto de divisas, el verano de 2016, hasta la llegada de los dólares de la soja. Se trata del lanzamiento de un blanqueo para quienes posean dólares en el exterior, oferta a través de la cual se estima que cómodamente podría involucrar entre u$s 8.000 y 10.000 millones como mínimo dependiendo de quién y cómo se lo instrumente.
En realidad, más allá del interés que pueda tener el próximo Gobierno en una medida de esta naturaleza, hay una demanda importante en el sector privado para que se abra una ventanilla de este tipo. El mundo financiero en materia de paraísos fiscales, dinero no declarado, y presión de organismos recaudatorios ha dado un súbito giro y ya no es tan sencillo mantener dinero no declarado en el exterior. Bancos, en especial los suizos, están afrontando severas multas en Europa y EE.UU. por haber actuado como plataformas para la evasión de impuestos. La AFIP cerró en paralelo un gran número de acuerdos con países para el intercambio de información impositiva.
Ya hay bosquejos de esta iniciativa. Uno de ellos consiste en la emisión de un bono con una tasa de interés del 5% anual en dólares. Quien desee blanquear fondos, debe comprar ese título de deuda, que puede conservar o vender inmediatamente en los mercados. Otra alternativa es la de directamente cobrar un porcentaje, menor que el 10%, sobre el monto a blanquear, sin necesidad de mover los dólares de las cuentas en las que actualmente se hayan depositado en el exterior. Según un informe de Tax Justice Network, hay 400.000 millones de dólares de argentinos en el exterior sin declarar. Aparenta ser demasiado. Otros cálculos más serios estiman en 180.000 millones los dólares de argentinos en el exterior, en cajas de seguridad o en el «colchón». Una parte significativa de ellos no está declarada.
La posibilidad de ofrecer un blanqueo a la tenencia de dólares en el exterior está en relación con los fondos buitre. Es que sin demasiados dólares en las reservas, la posición para negociar con los acreedores es más débil que si se cuenta en el BCRA con fondos provenientes de un blanqueo por más que un eventual pacto con los fondos buitres contemple sólo la emisión de nuevos títulos de deuda. En un caso quedaría al desnudo la necesidad urgente de acordar. En el otro, algo más vestida. Los movimientos que se hagan desde el juzgado de Thomas Griesa con relación al Bonar 24 y otras derivaciones de su fallo del pari passu seguirán jugando un rol trascendental en la batalla de la Argentina contra los fondos buitre.
Los precios de los papeles argentinos hoy no convalidan ninguna situación compleja para los primeros meses de gestión del nuevo Gobierno. Tampoco los precios de los futuros sobre el dólar, más allá de las intervenciones que efectuó el BCRA en las posiciones de cada fin de mes de 2016. Por ejemplo, para el 31 de marzo del año próximo se opera en torno a 10,77 pesos, con una tasa implícita del 27% anual. Es que si ya el 10 de diciembre parece el largo plazo en la Argentina, el otoño de 2016 puede encontrar al país en situaciones inimaginadas.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=801298