El valor en puerto de una tonelada de soja menos las retenciones por el tipo de cambio oficial atrasado y deflactado se ubica en 0,61, un 40% inferior al promedio 2002-2015 y 15% inferior al de 1993-2001. Menores precios internacionales, inflación, atraso cambiario y presión impositiva deterioraron el ingreso del sector. Es clave para el ingreso de divisas, pero devaluar o quitar retenciones tendría un impacto redistributivo
Debido a la caída de los precios internacionales de las commodities, las retenciones a las exportaciones, el atraso cambiario y la inflación, el precio efectivo de la tonelada de soja con la que decidirán la siembra los productores está en los mismos niveles de 2001. Debido a que la venta de la cosecha en el segundo trimestre del año que viene es un ingreso clave de divisas para el país, se abre el desafío para el próximo gobierno si compensa ese ingreso con deuda externa o si devalúa el tipo de cambio o reduce las retenciones generando costos en otros sectores de la economía.
Según la Consultora Ledesma, el valor en puerto de una tonelada de soja (un promedio de u$s 350) tras restarle los derechos de exportación (35%) multiplicado por el tipo de cambio oficial ($ 9,05) y deflactado el índice de precios se ubicaba en junio en 0,61.
Ese índice es 40% inferior al promedio registrado entre 2002 y 2015 y 15% inferior al promedio entre 1993 y 2001. «Está casi al mismo nivel que en 1999-2001, cuando los productores primarios quebraron en forma masiva y el sector agropecuario dejó de ser sujeto de crédito para el sistema financiero. La diferencia con 2001 es que hoy, gracias a la tecnología, los rindes son más altos», dijo Caamaño Gómez.
«Sólo muy buenos rindes asociados a un buen clima pueden dar sustentabilidad a a esa situación. Más aún, si consideramos que los precios internacionales de los commodities van a seguir bajando por la desaceleración de China y el fortalecimiento del dólar», agregó.
La caída en el índice muestra el fuerte descenso de los precios internacionales, ya que hace dos años la tonelada de soja rondaba los u$s 550 y en 2009 tocó un máximo de u$s 600, que se combinó con la estabilidad del tipo de cambio nominal, las retenciones y la suba de costos.
Pese a la caída de precios del último año, el sector obtuvo una cosecha récord. En base al precio actual, los productores tienen que calcular sus márgenes y decidir cuánto van a sembrar, para lo que tienen tiempo hasta octubre.
Según dijo Ernesto Ambrosetti, economista de la Sociedad Rural Argentina, el tipo de cambio real efectivo para el sector es de 0,70: «El productor tiene que usar un dólar que está por debajo del poder adquisitivo para comprar insumos estratégicos». Hasta ahora se venía soportando por los altos precios internacionales.
«Por el tipo de cambio retrasado, la caída de los precios internacionales y los aumentos de costos continuos por la inflación y la presión tributaria, las economías regionales y las producciones tradicionales tienen quebranto», agregó.
Para el próximo gobierno es un desafío, ya que una menor exportación de la soja y sus derivados puede complicar el ingreso de divisas el año próximo.
«La solución no es sólo sacar las retenciones, sino también las trabas a las exportaciones y bajar la presión fiscal, al margen de las retenciones», agregó Ambrosetti.
Para Caamaño Gómez, «es un falso dilema devaluar o sacar las retenciones sin ajustar el tema fiscal, porque las dos decisiones aceleran la inflación y la cuenta seguirá siendo la misma».
Ramiro Castiñeira, economista de Econométrica, coincidió: «El desafío está claro, pese al nivel de producción récord, los precios cayeron significativamente desde el año pasado, y eso mostró las debilidades de todas las economías de América latina. Es una señal de alerta porque Argentina tiene menos dólares. Devaluar o no o sacar retenciones o no es una distribución de la riqueza fronteras adentro: la exportación va a ser la misma. Si aumenta el déficit fiscal, tenés que hacer un ajuste. Si se devalúa para darle rentabilidad a un sector, se termina afectando a los asalariados. Es un tema de frazada corta».
Por eso la tercera vía que evalúan los candidatos a la presidencia es tomar deuda en el exterior para aliviar el impacto social de cualquier medida.