No quieren asumir pérdidas del 25% y apuestan a la unificación cambiaria
Después del revuelo que generó la Resolución 646 que emitió la Comisión Nacional de Valores la semana pasada y que entró en vigencia el viernes, los ejecutivos de los fondos comunes de inversión utilizaron el fin de semana para evaluar los daños y qué pasará con los clientes (o cuotapartistas) que resultaron afectados por la medida. La primera conclusión es que la venta de títulos dolarizados fue muy inferior a la esperada: la mayoría de los clientes grandes prefieren esperar y no salir con pérdidas, apostando a que en un futuro no demasiado lejano se unifique el mercado cambiario. En este escenario, la polémica resolución ya dejaría de tener efecto práctico y tampoco provocaría daños contables.
El viernes las cuotapartes de los fondos que invierten en bonos dolarizados reflejaron el cambio de valuación, ya que en vez de reflejar el precio de mercado pasaron a estar valuados de acuerdo con el tipo de cambio oficial. Contabilizando la evolución de las últimas cuatro jornadas, la caída se ubicó entre el 25% y el 30%.
¿Cuál fue la reacción de las sociedades gerentes y de los inversores ante este abrupto cambio de escenario? Estos son algunos aspectos principales de lo sucedido en las últimas horas:
• Varias sociedades gerente de fondos hicieron el esfuerzo de contactar a sus inversores minoristas para que vendan sus participaciones en fondos de renta fija en dólares. El objetivo fue que eviten el impacto directo de la caída en el valor de la cuotaparte. El trabajo es más complicado en el caso de los fondos administrados por bancos, ya que la cartera se encuentra mucho más atomizada. Muchos inversores chicos vendieron, pero otros quedaron «atrapados» y si quisieran vender ahora tendría que asumir pérdidas considerables.
• Las administradoras mantendrán bloqueadas las suscripciones a los fondos específicamente afectados por la resolución de la CNV. Así como se busca evitar que el inversor que ya está adentro termine impactado por una pérdida generada en una medida administrativa, al mismo tiempo también quieren evitar que otros inversores se aprovechen entrando a un precio de cuotaparte muy bajo que no refleja el verdadero activo que administra el fondo.
• En el caso de los inversores mayoristas, especialmente las compañías de seguros, la decisión de la mayoría fue permanecer en los fondos dolarizados. Esto se debe a que se trata de inversores institucionales que no precisan la liquidez y por lo tanto tienen más «espaldas» para esperar y no en forma apresurada ni presionada. ¿Cuál sería la apuesta? Claramente la unificación cambiaria después del cambio de Gobierno, ya que en ese caso la normativa no generaría daño alguno y el precio de los bonos de mercado sería prácticamente el mismo al que surgiría de aplicarle el tipo de cambio oficial.
• Otra opción, menos factible, es transformar al fondo de bonos dolarizados en otro que invierte en títulos «dollar linked», apostando a un ajuste del dólar oficial. Un escenario en el que el tipo de cambio se sincera luego del 10 de diciembre también permitiría recuperar parte de las pérdidas acumuladas en las últimas jornadas. Pero para cambiar el objetivo de inversión de un fondo se requeriría de una negociación con los inversores, lo cual resulta de difícil implementación.
• La evolución en el precio de los títulos dolarizados en el mercado porteño refleja el escenario descripto. Por un lado, hubo menos vendedores de lo que podría haberse supuesto en un principio por la decisión de los grandes inversores de no vender sus cuotapartes en los fondos comunes. Y del lado de la demanda, aparecieron empresas e inversores individuales aprovechando las caídas artificiales que se habían producido en los títulos para comprar más barato, teniendo en cuenta que la brecha entre el «blue» y el tipo de cambio que surge del «contado con liquidación» se agrandó a más del 20%, algo que no sucedía desde julio del año pasado.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=809333