• Son reservas en soja, maíz y trigo que aún no se vendieron.
• Productores aguardan señal de próximo presidente.
En los primeros 100 días de Gobierno el nuevo presidente podría tener a disposición una caja de casi u$s 13.000 millones. A diferencia de las reservas del Banco Central, en franco descenso en estas últimas semanas, los stocks de soja, maíz y trigo en manos de los productores siguen intactos y equivalen a precios de mercado de hoy a u$s 8.940 millones. Estas reservas están en poder de los productores, y se trata de mercadería física de la cosecha anterior, disponible para su venta en el mercado «cash» o disponible. En contraposición el Gobierno muestra una gran preocupación por la caída de reservas, luego del último pago realizado por vencimientos de bonos de deuda por u$s 5.900 millones la semana pasada. En la búsqueda de fondos frescos, que puedan recomponer el nivel de reservas, el Gobierno recurre a todas las herramientas a su disposición, como la emisión de nuevos bonos de deuda o lograr que China aporte otros u$s 2.000 millones en concepto de swaps previamente acordados. La semana pasada el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, viajo a Lima para ampliar el swap de monedas con China. Mientras busca dólares con cierta premura, el Gobierno no logra ver el elefante que se pasea enfrente: los productores tienen hoy más de 22 millones de toneladas de soja sin vender. En términos de dólares frescos, este volumen equivale a u$s 8.000 millones, sin embargo, sobre la base de las actuales circunstancias no son de libre disponibilidad. En un contexto como el actual, elecciones presidenciales en un par de semanas, incertidumbre política, económica y tipo de cambio con fuerte atraso versus la inflación, es muy poco probable que los productores se desprendan hoy de su bien más preciado, la soja. Aun a riesgo de perder su valor, cosa que va a suceder pues a medida que pasan los días nos acercamos al nivel de precios de la soja de la nueva cosecha que cotiza 15 u$s/ton por debajo del precio de la soja disponible, los productores siguen considerando a la oleaginosa como un reaseguro contra posibles variaciones en el tipo de cambio. Esta baja equivale a resignar un potencial de u$s 350 millones de aquí al ingreso del próximo presidente, el 10 de diciembre. Ya sea con el resultado en primera vuelta o en el balotaje, quien resulte electo deberá ser muy claro y preciso para tentar a los productores para que vendan su cosecha vieja y den oxígeno a las reservas del BCRA en un plazo mucho más rápido a la cesión de swaps por parte de China. Si no ven medidas concretas que los impulsen a vender, seguirán reteniendo sus granos hasta que las condiciones les permitan recuperar parte de la rentabilidad perdida.
Para completar el análisis de reservas agrícolas debemos agregar el futuro ingreso de divisas que aportarán los cultivos de la próxima campaña, comenzando con el trigo cuya cosecha comienza en el período noviembre-diciembre y seguido por el maíz, cuya cosecha comienza en marzo de 2016. Entre los dos hay un potencial de divisas para ser ingresadas de casi u$s 4.000 millones. Esto completa el período de los primeros 100 días.
Para las semanas previas al 10 de diciembre, será clave que el presidente elegido envíe un mensaje a los mercados y a los productores, bien convincente y de fácil implementación. No es una tarea sencilla salir del «cepo exportador» que paralizó al sector durante muchos años, y entrar en un mercado libre, donde se pueda exportar sin restricciones. No debemos descuidar que es uno de los pocos sectores que pueden aportar dólares frescos, genuinos y en cortos períodos, cada seis meses ingresan al mercado las cosechas de los cultivos de invierno y de verano en forma alternada. Muy pocos países tienen este privilegio y esto debería ser considerado por cualquiera de los candidatos que asuma en diciembre, después de todo la Argentina es un país agrícola-ganadero e integra el grupo de los únicos 10 países en el mundo que pueden exportar alimentos. No solamente se ha producido un aumento en el número de habitantes, se ha producido un mayor aumento en la población urbana, que impacta directo en el consumo y la demanda de alimentos. Ya en 2012 la población urbana en China llegaba al 51,3% y había superado a la población rural, mientras que a nivel mundial el quiebre, mayor población urbana que rural, se produjo en 2014. De aquí a 2025, sólo en el caso de China habrá un aumento de 130 millones de habitantes viviendo en los conglomerados urbanos y lo mismo sucederá a escala mundial, donde hoy el 54% de sus habitantes viven en las ciudades y para 2050 la ONU proyecta que dicha cifra llegue al 66%. Mayor población urbana implica mayor demanda de alimentos, y esto es justamente lo que puede exportar la Argentina al mundo, mientras sea competitiva.
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=811407